sábado, 29 de diciembre de 2018

Anita Brookner, Un debut en la vida


Mejor un mal ganador que un buen perdedor. Balzac también le había enseñado eso.

Ruth Weiss, que escribe Las mujeres en las novelas de Balzac y que dedicó su tesis doctoral a indagar en torno al tratamiento de la virtud y el vicio en la narrativa del escritor francés, considera, a sus cuarenta años, que la literatura le he destrozado la vida.
Para demostrarlo el narrador nos habla de Ruth y de su familia, centrándose en sus años de juventud. La abuela de Ruth, una mujer que había emigrado de Alemania con todas sus riquezas, ejercía un férreo matriarcado en la casa en que vivía junto con su pusilánime hijo George y su nuera, una actriz de segunda con ínfulas de gran dama. Ruth se educó en la lectura de los hermanos Grimm y de Dickens. La abuela murió cuando Ruth todavía era una niña y sus padres, George y Helen, incapaces de gobernar el hogar, contrataron una criada, la señora Cutler, que hizo de ellos y de la casa lo que quiso. Mientras su padre flirtea con otras mujeres, su madre no se levanta de la cama, la criada mantiene la casa perfectamente sucia y los tres se emborrachan juntos, Ruth consigue aislarse en sus estudios y sus lecturas.
Hasta que consigue escapar y trasladarse a París para seguir allí su investigación en torno a la prosa de Balzac. En París, Ruth mantendrá una relación amorosa con un profesor universitario que ya estaba casado antes de que ella naciera (ese caso tan típico de joven universitaria que no conoce de la vida mucho más que los libros y se ve embaucada por la voz y los gestos cautivadores, la sabiduría y las palabras exactas del profesor maduro, que sabe perfectamente que se está aprovechando de la chica). Pero Ruth tendrá que volver precipitadamente a casa cuando la señora Cutler decida casarse y abandonar desamparados a los Weiss.
Un debut en la vida (1981; Libros del Asteroide, 2018), que toma su título prestado de una novela de Balzac, tendrá, sin duda, una lectura más rica cuanto mayor sea nuestro conocimiento del mundo balzaciano, y es un libro del que podríamos extraer varias decenas de magníficas citas (baste la que abre esta entrada). Si unimos la tesis de que la literatura le ha destrozado la vida a la doctora Weiss porque la hizo creer que en la vida triunfa la moral como en las novelas de Dickens y luego la vida la desengañó (falso; es la propia literatura - Balzac - quien se lo enseña) y ciertos paralelismos entre la protagonista y la autora, tenemos ingredientes suficientes para escribir una crítica culta y pedante (aunque la novela no es pedante) obviando que al lector el matrimonio Weiss le resulta perfectamente estúpido, su criada, una mala persona y que la desdichada Ruth tampoco consigue provocarle una especial empatía. Y, en consecuencia, la novela es menos interesante que lo que promete su contundente primer párrafo.
Anita Brookner (Londres, 1928 - 2016), profesora de Historia del Arte, inició, con Un debut en la vida, una carrera literaria conformada por más de una veintena de novelas, de las que entre 1987 y 1998 se publicaron varias en España. Luego silencio, hasta esta esta edición de Libros del Asteroide.

viernes, 21 de diciembre de 2018

Ted Lewis, La ley de Carter

Oxford street, navidad de 1965.
Unos días antes de Navidad Jimmy Swann ha desaparecido después de ser detenido; huele mal. Jack Carter tiene que encontrarle antes de que empiece a cantar y el emporio de Gerald y Les Fletcher, los jefes de Carter, esté en peligro y todos acaben en la cárcel. Son poco más de veinticuatro horas, pero Carter nunca localiza a sus jefes para informarles de las novedades - por ejemplo, que la prensa publicará al día siguiente una foto de ellos junto al policía con el que están conchabados -. Todo se desmorona y Carter ha de tomar decisiones e imponer su ley.
El corto espacio del tiempo de la acción se une al presente con el que Carter narra en primera persona, al laconismo y la mordacidad del estilo, a la importancia del diálogo y a la violencia de los hechos para conformar un buen ejemplo de la mejor novela negra que atrapa al lector y le ata al duro protagonista. Protagonista que ejerce su trabajo con implacable rectitud profesional - digámoslo así -, inteligencia, decisión y valor - como corresponde a un personaje como él -, al tiempo que mantiene una relación amorosa con la mujer de uno de sus jefes. Carter domina la situación, por mucho que se complique, pues es siempre más frío, duro e inteligente que los demás, incluidos sus jefes.
La ley de Carter (1974; Sajalín, 2018) es una muy digna precuela - tan de moda ahora, pero no en los setenta - de Carter, el gran éxito de Ted Lewis. Mafia, crimen y corrupción policial de aroma mucho más norteamericano que inglés.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Ralph Rothmann, Luz de juventud

Rudolf Holtappel, El último turno, Oberhausen, 1964.
El duro trabajo del minero es descrito en detallados fragmentos que se intercalan con el relato retrospectivo en primera persona de Julian, que recuerda el verano, en los sesenta, en que tenía doce años. Entonces admiraba a su padre, que trabaja en la mina en el turno de noche y duerme por el día, y recibía los golpes de su madre - que sufre depresión - cuando se enfada.
La vida en la cuenca del Rurh es dura y pobre y sin apenas alicientes. El verano pasa lento en casa de Julian, solo la madre y la pequeña y simpática Sophie pueden ir a pasar unos días de vacaciones en casa de los abuelos. Julian se queda solo con su padre y Marusha, la chica a la que han alquilado una habitación de la casa para aliviar la economía doméstica.
Julian, tranquilo y observador, empieza a atisbar algún detalle o alguna complejidad del mundo adulto y de la sexualidad, pero su narración pausada premia al lector paciente con un soberbio e inesperado final que, sin duda, saca, como de un bofetón, a Julian del sopor veraniego y de la infantil inocencia en la que vivía plenamente al comienzo de las vacaciones.
Luz de juventud (2004) es la segunda novela de Ralf Rothmann que publica - 2018 - Libros del Asteroide. En 2016 ha sido llevada al cine.

martes, 4 de diciembre de 2018

Miguel Delibes, Señora de rojo sobre fondo gris

Eduardo García Benito, Mujer de rojo.
Entre 1948, año en que Miguel Delibes (Valladolid, 1920 - 2010) publicó su primera novela - La sombra del ciprés es alargada -, y 1998, en el que apareció El hereje, su última novela, transcurrieron cincuenta años jalonados por veinte novelas que hacen de Delibes el novelista español más importante de la segunda mitad del siglo XX. Escritor siempre comprometido con su tiempo, su obra, que tiene como asuntos centrales la infancia, la muerte y la relación entre el campo y la ciudad, es también fiel reflejo de la evolución formal y temática de la novela española en ese tiempo.
Si La sombra del ciprés es alargada - con la que Delibes ganó el premio Nadal - se inscribe en la corriente existencialista que domina la literatura en los últimos años de la década de los 40, sus siguientes novelas, centradas en la vida en el campo o en la mediocridad de la clase media - La hoja roja, por ejemplo - son reflejo del realismo social que caracteriza la novela española de los 50. Y cuando en los 60, nuestra novela - sin abandonar sus preocupaciones sociales - se preocupa por la renovación y el cuidado formal, una de las novelas de Delibes - Cinco horas con Mario - es uno de las obras emblemáticas de la literatura de esos años.
En el último cuarto del siglo XX la novela española se caracteriza por el mestizaje y la pluralidad de tendencias y, una vez más, Miguel Delibes ocupa un lugar sobresaliente con novelas de testimonio social como Los santos inocentes, novelas históricas como El hereje o novelas que participan de la indagación intimista como Señora de rojo sobre fondo gris.
El cuadro Mujer de rojo de Eduardo García Benito es un retrato de Ángeles de Castro, la mujer de Miguel Delibes, que falleció a finales de 1974 a los cuarenta y ocho años. El lógico dolor por su pérdida estuvo presente, apenas seis meses más tarde, en el discurso de ingreso en la Academia de Miguel Delibes y tomó forma de novela en 1976. Aunque la novela, Señora de rojo sobre fondo gris, no fue publicada, por Destino, hasta 1991. En ella se alude al cuadro presentándolo como pintado por un amigo del protagonista:

Fue en esa etapa cuando le pintó el famoso retrato con el vestido rojo, un collar de perlas de dos vueltas y guantes hasta el codo. El vestido, de cuello redondo y sin mangas, lo diseñó él para la ocasión. Mi gran curiosidad por ver cómo resolvía el fondo del cuadro no se vio defraudada: lo eludió, eludió el fondo; únicamente una mancha gris azulada, muy oscura, en contraste con el rojo del vestido, más atenuada en los bordes.

El narrador de esta novela es Nicolás, un prestigioso pintor que, en los últimos años del franquismo, a través de un monólogo dirigido a su hija, que acaba de salir de la cárcel donde ha pasado algún tiempo por motivos políticos - oponerse al proceso 1001 en el que se encausaba a los dirigentes de Comisiones Obreras -, expresa el dolor por la muerte de su esposa. Comienza el relato recordando las virtudes humanas y las habilidades sociales de Ana, la madre; su sensibilidad, su fortaleza, su delicadeza, su saber estar... Se centra luego en la enfermedad, su evolución y, finalmente, la muerte de Ana - como la de Ángeles de Castro - como consecuencia de una complicación postoperatoria.
Referirse al paralelismo de esta novela y Cinco horas con Mario resulta inevitable. En ésta, Carmen vela durante cinco horas el cadáver de su esposo, Mario. Aunque la novela es más compleja, básicamente nos encontramos ante el monólogo de la viuda que a través de sus continuos reproches, paradójicamente, nos muestra la bondad y las virtudes de Mario. En Señora de rojo... nos encontramos también ante un monólogo - más sencillo y más breve - motivado por la muerte del cónyuge, pero, a diferencia de Carmen, Nicolás no hace sino cantar alabanzas de su querida Ana, que, como Mario, aparece ante el lector como una persona virtuosa.
Con el estilo al tiempo sencillo y exquisito propio de Delibes, Señora de rojo sobre fondo gris nos conmueve cada vez más a medida que avanza el relato y nos habla de asuntos que son propios, desde su origen, de la literatura universal porque son esenciales para el ser humano; el amor, la muerte, el dolor ante la pérdida de los seres queridos, el lamento por lo que se nos quedó sin hacer o sin decir y por las ocasiones en que no supimos estar a la altura que debíamos. Asuntos que, antes o después, a todos nos conciernen.
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