miércoles, 28 de diciembre de 2016

Arnaldur Indridason, La voz


No existe nada tan horrible como someter a los niños a un disciplina férrea y plantearles exigencias imposibles de satisfacer (....). De lo que estoy hablando es de cuando no se deja a los niños que sean niños. Cuando no se les deja disfrutar de ser lo que son y de lo que quieren ser, sino que se les obliga e incluso se les fuerza a ser una cosa distinta".

Unos días antes de Navidad el portero de un importante hotel de Reikiavik aparece asesinado a cuchilladas, vestido únicamente con una chaqueta de Papá Noel y un condón. Erlendur Sveinsson se enfrenta a la investigación de este crimen instalándose, inesperadamente, como huésped del hotel ante la perspectiva de estar en casa en esos días. La investigación del crimen parece avanzar dando palos de ciegos, pero, no obstante, se resuelve en pocos días y concluye el día de Nochebuena. Por el camino descubrimos que el solitario portero fue, en su adolescencia, un niño cantor de coro con una privilegiada voz que le permitió grabar dos discos en solitario. Pero la voz le cambió y acabaron su minuto de gloria y las expectativas por las que su padre tanto había trabajado.
Así, La voz aborda la temática de la niñez, de los niños extremadamente exigidos por sus padres, de los niños maltratados por los padres, de la difícil relación entre padres e hijos. Porque, paralelamente a la investigación, sabemos del juicio contra un padre que, presuntamente, maltrató a su hijo - un caso llevado por Elinborg, la ayudante de Erlendur -, profundizamos en la relación de Erlendur con su hija Eva y en por qué Erlendur abandonó a su mujer y sus hijos pequeños y Erlendur nos desvela un hecho trascendental de su infancia que marcó toda su vida posterior (la desaparición de su hermano cuando él tenía diez años).
La mujer de verde, una magnífica novela, publicada por RBA en 2009 (un año antes la publicó Círculo de Lectores bajo el título Silencio sepulcral) dio a conocer en España, al calor de Millenium y de Mankell, a Arnaldur Indridason (Reikiavik, 1961) y a su inspector Erlendur, un hombre un tanto hosco y solitario, con una problemática relación con su hija drogadicta. Erlendur había protagonizado antes otras tres novelas; las dos primeras no han sido traducidas al castellano y la tercera, Las marismas, publicada por RBA en 2006, no está a la altura de La mujer de verde. La voz (2002; RBA, 2010) es la quinta novela de la serie. Serie que se inscribe en el subgénero de la novela de procedimiento policial cuyas características marcaron Maj Sjöwall y Per Whalöö; un buen policía, con una complicada vida personal, que trabaja con paciencia y en equipo.

martes, 20 de diciembre de 2016

Jonas Jonasson, La analfabeta que era un genio de los números

El abuelo que saltó por la ventana y se largó resultó un éxito de tal calibre y una novela tan divertida que resulta inevitable acercarse a La analfabeta que era un genio de los números (2012; Salamandra 2013) con el prejuicio de que necesariamente será peor y más de lo mismo.
Efectivamente, La analfabeta... repite el esquema y el humor de El abuelo..., pero lo hace sin decepcionarnos aunque siendo, claramente, una novela  peor que El abuelo...
Nombeko, la protagonista es una chica nacida en Soweto en 1961, en los peores momentos del apartheid. Mantiene a su madre alcohólica con su trabajo; recoge excrementos de las letrinas. Su natural y sorprendente capacidad para realizar cálculos matemáticos y, claro está, las increíbles casualidades que ocurren en las novelas de Jonas Jonasson (Väjxö, 1961) harán que acabe llegando a Suecia en 1987 acompañada por una bomba atómica inexistente - pero real -. Pasará los siguientes veinte años intentando deshacerse de la bomba en compañía de Holger, un hombre inteligente que no existe oficialmente, su tonto hermano gemelo - que si existe - empeñado en la labor, heredada del padre, de acabar con la monarquía sueca, y la novia de éste, una alocada antisistema. Como secundarios; políticos reales como el presidente sudafricano, el de China, el primer ministro y el rey de Suecia...
La novela no defrauda porque consigue lo que pretende; hacernos pasar un buen rato sonriendo ante las disparatadas aventuras de la simpática Nombeko. Y no defrauda porque, como podría sospecharse, queda lejos de los valores literarios y humorísticos, de la carcajada continua, de El abuelo... Carece del factor sorpresa con el que nos llegó la primera y su trama es más floja. No obstante, el estilo de Jonasson permite que sigamos con una sonrisa los avatares de la vida de Nombeko mientras - seguramente es su mejor acierto - hace un repaso irónico y divertido de los más significativos acontecimientos de la política internacional, y sus contradicciones, del último medio siglo.
Jonas Jonasson busca aprovechar el filón de El abuelo... y hacer caja. Cierto; lo deja claro desde el mismo título y lo hace honestamente pues no pretende engañar a nadie y se vale de un estilo original propio. Mucha gente en la vida intenta hacer caja; nada hay que reprochar a Jonasson que aprovecha el tirón de su original primera novela y lo hace con otra suficientemente digna. La analfabeta que era un genio de los números es, pues, una novela para leer sin otra intención que evadirse de los problemas cotidianos y pasar un buen rato leyéndola sin buscar pretensiones literarias más profundas. Hay momentos para todo y novelas para cada momento.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Giorgio Fontana, Muerte de un hombre feliz

El magistrado Francesco Coco, asesinado en 1976.
Quieren hacer la revolución, pero lo único que han conseguido es matar gente".
Giacomo Colnaghi, de treinta y siete años, padre de dos niños, católico, de origen humilde, aficionado al fútbol - interista - y al ciclismo, vive en Saronno, a las afueras de Milán, es magistrado (fiscal) en el Palacio de Justicia de Milán y se ocupa de la lucha antiterrorista. El trabajo absorbe su tiempo y él desatiende a su familia; se ha visto obligado a alquilar un piso en la capital y sólo vuelve a casa los fines de semana. Su mujer le necesita, pero hay cosas, como le dice su madre, que los hombres no entienden; por ejemplo, la espera inquieta e insomne de las mujeres aguardando la llegada del marido o del hijo que se retrasan al regresar a casa.
Colnaghi tiene siempre presente a su padre - guarda una nota suya en la cartera -, que murió cuando él apenas tenía unos meses, en 1944; un joven feliz que quería por encima de todo a su mujer y sus hijos, que simpatizó con el comunismo, se hizo partisano durante la ocupación alemana y acabó siendo detenido y ejecutado por los fascistas.
Es el verano de 1981. Las Brigadas Rojas y otras organizaciones de izquierda matan por entonces decenas de personas cada año. A esas víctimas hay que añadir las del terrorismo fascista (el atentado en la estación de Bolonia en agosto del año anterior). Colnaghi no tiene escolta - no quiere tenerla - pero sabe que cualquier día él, o cualquier otro magistrado, puede ser objetivo de un atentado. Como los son el médico de ideología derechista cuyo asesinato investiga Colnaghi o profesores de universidad como Guido Galli, asesinado en 1980 a la puerta del aula en la que acababa de dar clase (inevitable recordar a Ernest Lluch o a Francisco Tomás y Valiente). Sabe también que la venganza y el odio no serán nunca el camino para acabar con la violencia; la violencia y la venganza sólo pueden crear un espiral infinita. ¿Cómo conseguir el diálogo y el perdón?, ¿cómo conseguir comprender las "razones" de los que matan, que son personas que pueden tener el mismo origen o los mismos estudios que uno mismo y, sin embargo, se han convertido en asesinos y "están convencidos de que son buenos"?, ¿sólo comprendiendo esas razones podrá acabarse con el terrorismo?, ¿cómo debe ejercerse la justicia?...
Muerte de un hombre feliz (2014; Libros del Asteroide, 2016) narra la muerte de una persona normal y corriente, con una vida sencilla y vulgar, la de un hombre ocupado con su trabajo - cuyas circunstancias le han puesto en el punto de mira -, amante de su familia, al que le gusta pasear y charlar con los amigos, religioso y de ideas progresistas, siempre fiel al recuerdo del padre al que no conoció. Frente a la retórica de la "lucha armada", Muerte de un hombre feliz nos sitúa ante la sinrazón del terrorismo sin discursos, simplemente - la vida real ya nos ha enseñado que es la manera más eficaz - mostrándonos la biografía de una vida truncada. Nada puede justificar el asesinato.
Un par de tiros y en un momento una vida se acaba; tantas cosas por hacer y por decir, unos hijos que quedan sin padre demasiado pequeños, una mujer viuda, unos amigos huérfanos, una madre condenada a revivir con la muerte de su hijo el dolor de la muerte de su marido... Una vida feliz, como cualquier otra, que acaba tan abrupta como injustamente. Hubo un tiempo en que la sociedad fue más "comprensiva" que hoy con el terrorismo; los muertos, al fin y al cabo, no eran personas con una vida como la de los demás, eran esbirros del Estado (malvado y opresor por naturaleza). El terrorismo, entonces, formaba parte del paisaje. Pero Giacomo Colnaghi lo tiene claro; los terroristas no son partisanos. Por eso, Muerte de un hombre feliz nos ayuda, a través de un relato tan sencillo como muy bien construido y sin reflexiones autoriales a comprender que el terrorismo nunca nos trajo un mundo más feliz y nunca lo hará; en una democracia nunca se construirá un mundo mejor sobre los cadáveres de hombres felices - o no tanto - que, cualquiera que sea su ideología o su profesión, son inocentes.
Giorgio Fontana (Saronno, 1981) ha escrito, siendo un autor muy joven, una novela excelente y muy madura, sencilla en la superficie pero plena de sugerencias y lecturas entre sus líneas; el marco histórico, la reflexión sobre la justicia y sobre el terrorismo, la vida privada de Colnaghi, la relación de Colnaghi con su padre y con su hijo... Muerte de un hombre feliz nos anima a esperar con interés las otras - por ahora cuatro - novelas de Fontana.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Gene Kerrigan, La furia

Un banquero millonario ha sido asesinado a tiros en su casa. El informe de balística relacionará el crimen con la muerte de un camello de barrio e implicará a Bob Tidey, sargento de detectives, en la investigación. Pero eso será cuando llegue el informe. Mientras, La furia nos muestra un visión panorámica de la Irlanda siguiente a la crisis de la burbuja inmobiliaria; el desplome del precio de la vivienda, los edificios abandonados a medio construir, el paro, los jóvenes que buscan salida emigrando, el país que busca salida en el rescate bancario... Y conocemos la vida cotidiana de Bob Tidey, un hombre tranquilo llegado a la cuarentena, de Vincent Naylor, un delincuente de veintiséis años que anda preparando un muy bien calculado atraco a un furgón armado y de Maure Coady, una anciana monja de apariencia apacible, pero carcomida por la culpa pues en el pasado participó (así eran entonces las cosas), como tantas otras monjas y sacerdotes, en el maltrato y abuso de jóvenes a su cargo, recogido en el informe Ryan.
El atraco de Naylor está perfectamente estudiado, milimétricamente, pero a pesar de todo, como todo en la vida, una circunstancia absolutamente imprevisible puede desbaratarlo. Y así ocurre; alguien - Maure Coady - ha avisado a la policía porque le llama la atención un coche aparcado durante varios días ante su casa. Cuando los atracadores van a utilizar ese coche, se produce un tiroteo y muere Noel, el hermano de Vincent. Paralelamente, la investigación de la muerte del banquero (que había pactado con Hacienda "tirar de la manta") se cierra "desde arriba" con una explicación convincente y plausible pero que Tidey - y todos - saben falsa.
Se desata entonces la furia; Vincent inicia una campaña de venganza de la muerte de su hermano que siembra Dublin de cadáveres, Tidey, que nada puede hacer desde su cargo, mueve, sin embargo, algunos hilos provocando que, quedando él completamente al margen, las bandas de delincuentes de la ciudad se enfrenten de modo que la caída de una pieza de dominó cause la consiguiente, una tras otras, de una fila de fichas. Las vidas de Bob Tidey, Vincent Naylor y Maure Coady se cruzan inevitablemente en un final trepidante y desolador, que dejará marcado a Tidey para siempre.
Más allá de su trama criminal La furia es un retrato de la Irlanda actual - con aroma al mejor cine social británico e irlandés - a la que financieros y políticos llevaron a la crisis hasta el punto de necesitar el rescate bancario, marcada por el escándalo de los maltratos y los abusos sexuales de menores generalizados cometidos por sacerdotes durante décadas y destapados por el citado informe Ryan, sumida en la depreciación de los salarios... una imagen más para el álbum de la crisis actual que nos muestran también novelas como Montecristo o Matarte lentamente.
No es que La furia (2011; Sajalín, 2015) sea una excelente novela negra - que, como tal, va más allá de la mera investigación criminal para mostrarnos con crudeza las tripas enfermas de la sociedad - es que es una lectura imprescindible. No ofrece el catálogo de Sajalín la regularidad y seguridad que encontramos en el de Libros del Asteroide, pero sí hay en él novelas auténticamente grandes. Por eso merece respeto y aplauso el trabajo de editoriales como Sajalín, Libros del Asteroide o Impedimenta que nos traen novelas magníficas, en cuidadas ediciones - el papel, la elegancia, los detalles, el diseño, las cubiertas... -. Y la mejor manera de rendirles ese respeto y ese aplauso es comprar sus libros porque sólo comprándolos estaremos seguros de que nos seguirán ofreciendo novelas como La furia.
Gene Kerrigan, dublinés, es periodista y autor de cinco novelas de las que sólo se ha publicado en España La furia. Sin más conocimiento, es fácil imaginar que, probablemente, como algunos periodistas españoles en los años ochenta, Kerrigan ha llegado a la novela como medio en el que mostrarnos asuntos que conoce por su profesión pero no puede publicar en prensa por no tener las suficientes pruebas materiales en las que sustentar la publicación. Esperemos disponer pronto de sus otras obras.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Kent Haruf, Nosotros en la noche

Kevin Hughes, Pareja de ancianos.
Addie y Louis se conocen pero no demasiado, son vecinos, viudos desde hace tiempo y se adentran en la vejez. Viven en una pequeña población del imaginario condado de Holt en Colorado, que podemos suponer semejante a Salida, el pueblo de tres mil habitantes donde vivía Kent Haruf. En esas circunstancias la soledad es especialmente dura y la soledad es siempre mucho más dura por la noche. Por eso, Addie se presenta en casa de Louis y le plantea una insólita proposición; ¿por qué no te vienes por las noches a mi casa y dormimos juntos; de sexo ni hablamos, sólo quiero mitigar la soledad y sentir algo de calor humano en la cama en lugar de la frialdad de las sábanas?
Lógicamente, irán intimando en sus conversaciones, conociendo sus vidas, descubriendo la libertad de poder, en esa edad, hacer lo que les de la gana, disfrutando de que es posible encontrar a alguien y un poco de dulce felicidad a una edad en la que cualquier día puede ser el último. Mientras, claro, la gente en el pueblo murmura. Dos elementos tendrán, para lo bueno y para lo malo, una intervención decisiva en este relación; la presencia de Jamie, el nieto de seis años de Addie, en casa de su abuela durante el verano y la oposición de Gene, el hijo de Addie, a la relación de su madre con Louis.
Nosotros en la noche (2015; Random House, 2016) es - salvo Plainsong, la más exitosa, publicada en 2000 por Planeta - la única de las seis novelas de Kent Haruf (Pueblo, Colorado, 1943 - Salida, Colorado, 2014) de la que disponemos en castellano. No conocemos por tanto el tono y el estilo de las otras, ambientadas también en el condado de Holt. Pero, al parecer, Haruf escribió esta novela en los pocos meses que transcurrieron entre que los médicos le comunicaron que le quedaba poco tiempo de vida y su fallecimiento, por lo que es razonable pensar que esta circunstancia vital marcó decisiones literarias fundamentales de la novela; la temática - evidentemente -, la brevedad - marcada por la intervención mínima del narrador dejándolo todo en manos del diálogo entre los personajes, el estilo - sencillo, conciso y contenido -. Quizá en pocos casos como en éste se podrá decir esa frase grandilocuente de "la novela constituye el testamento literario de su autor", que con ella nos invita a afrontar la vida con alegría incluso sabiendo, como él, que apenas nos quedan unas semanas para hacerlo. El resultado, cuarenta y tres capítulos en poco más de ciento veinte páginas, es un relato breve de prosa y emociones contenidas, una historia elegante e insólita, alegre y triste a la vez, una mirada retrospectiva a la vida, cuando el final está próximo, que nos enseña que, aunque nuestras vidas son, generalmente, más fracasadas de lo que hubiéramos querido, incluso al final nos ofrecen la oportunidad de gozar momentos felices. Una novela, en suma, grande, melancólica y conmovedora.
Robert Redford y Jane Fonda protagonizarán el próximo año la versión cinematográfica de Nosotros en la noche.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Daniel Woodrell, Los huesos del invierno

Tiene Los huesos del invierno (2006; Alba, 2013) elementos sobrados para resultar una novela apasionante, y, sin embargo, no engancha. Su protagonista, Ree Dolly, es una chica de dieciséis años que lo tiene todo en contra y alistarse en el ejército es su única oportunidad de tener un futuro. Pero, por el momento, tiene que ocuparse de asuntos más inmediatos. Ree cuida de su madre, que está "ida", y de sus hermanos pequeños;

Ree tenía la gran esperanza de que esos chicos no llegaran a los doce años sin ilusión, insensibles a la vida, ajenos a las buenas formas, supurando mezquindad. Muchos niños de la familia Dolly se volvían irrecuperables antes de afeitarse por primera vez, estaban entrenados para vivir al margen de la ley, sometidos a los preceptos sanguinarios e impecables que gobiernan la vida al margen de la ley".

Esto ocurre en el ambiente de miseria de las montañas Ozark, lugar de cruda climatología, habitado por unas pocas familias, un mundo endogámico en el que se cultivan odios ancestrales y en el que sólo la droga permite escapar de la pobreza. Un mundo de violencia, de paletos, de delincuentes, de vidas frustradas por embarazos tempranos y de una miseria moral que compite con la económica. Jessup, el padre de Ree, salió de la cárcel (es uno de los mejores "cocineros" de meta) pero hace tiempo que no se le ve por casa. Si Jessup, que tiene una citación, no se presenta en el juzgado, la familia será desahuciada y perderán su casa. Ree inicia la búsqueda de su padre enfrentándose a todo y a todos mientras el frío y la nieve parecen perpetuos. Ree está curtida en este duro ambiente en el que nació, pero no deja de ser un chica de dieciséis años enfrentada a una brutal lucha por la vida. El final de la novela pone los pelos de punta a cualquiera. Y, a pesar de todo, le cuesta al relato que el lector se agarre a él y no lo suelte.
Junto a la magnífica La muerte del pequeño Shug, Los huesos del invierno es la única de las novelas de Daniel Woodrell publicada en España. Fue llevada al cine en 2010.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Maj Sjöwall y Per Wahlöö, El coche de bomberos que desapareció

El coche de bomberos que desapareció (1969) es la quinta entrega de la serie de Martin Beck y, como las anteriores, una lección de cómo se escribe una novela negra de procedimiento policial. Con un protagonismo más coral que nunca - hasta el punto que quien no conozca la serie no diría que Beck es el protagonista -, el equipo del inspector (Kollberg, Melander, Larsson...) afronta una investigación nada espectacular pero que nos muestra con total realismo el trabajo policial cotidiano, muchas veces más anodino que heroico. En un edificio que la policía vigila se produce un incendio con varias víctimas, entre ellas el ladrón de poca monta al que siguen. El informe forense determinará que el ladrón había sido asesinado antes de que se produjera el incendio. Esta muerte se relacionara con otras muertes y aparentes suicidios y tras una investigación lenta, llena de falsas pistas y alguna oportuna casualidad - la vida misma -, los policías descubren un organización dedicada al robo de coches que luego son trasladados a Polonia.
La objetividad narrativa y el estilo periodístico de Sjöwall y Wahlöö acercan el relato de esta novela al reportaje dotándolo así de la veracidad de lo cotidiano, alejándolo de la ficcionalidad de lo literario. Se nos escapa, al cabo de casi medio siglo, el impacto que este estilo realista y periodístico de las novelas de Martin Beck - pioneras entonces en el género - pudieron causar en los lectores suecos que encontraban en ellas acciones situadas apenas unos meses (primavera y verano del 68 en este caso) antes de la publicación de la novela e, incluso, como vimos en El hombre del balcón, inspiradas en crímenes reales.
En el tedio de la investigación que no avanza, El coche de bomberos que desapareció nos permite ir conociendo más de la vida privada y familiar de los protagonistas de la serie - Martin Beck, ya definitivamente expulsado de la habitación conyugal, instalado en el sofá del salón, mientras ve crecer a sus hijos -, y nos trae de nuevo a personajes de novelas anteriores que colaboran en esta nueva investigación, entre los que destaca la pareja de agentes patrulleros, Kristiansson y Kvant, - los patanes que destrozaron la escena del crimen de El policía que ríe -, sobre los que recae buena parte del humor que en finas gotas nos ofrece también El coche de bomberos.
Mientras, el coche de bomberos que debía acudir al incendio de la casa vigilada de la calle Ringvagen 37 acudió a otra dirección y el coche de juguete del hijo del joven agente Rönn desaparece misteriosamente en casa.
Otra novela gozosa que confirma el magisterio de Sjöwall y Wahlöö en la novela negra nórdica en particular y europea en general. Anteriormente a su primera publicación por RBA en 2010, El coche de bomberos que desapareció fue editado por primera vez en España por Bruguera en 1983 en su Club del Misterio.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Edith Wharton, Madame de Treymes

Edith Wharton (Nueva York, 1862 - Saint-Brice-sous-Forêt, Francia, 1937) se instaló en París en 1907. Ese mismo año publicó Madame de Treymes. Seis años más tarde se divorció.
Madame de Malrive - Fanny Frisbee de soltera - es una mujer norteamericana casada con un francés del que tiene un hijo y del que está separada debido a las infidelidades de él. John Durham, también norteamericano, se presenta en París con el propósito de casarse con Fanny cuando ella obtenga el divorcio. Ella estaría conforme, pero, por encima de todo para ella es irrenunciable permanecer junto a su hijo y por eso no ha vuelto a Estados Unidos. Además, considera que la familia de su marido no aceptaría nunca el divorcio dado que son católicos.
Así las cosas, Durham decide "negociar" con madame de Treymes, la inteligente cuñada de Fanny.  Se producen entre ellos diversas conversaciones, sutilísimas, en las que aflora uno de los asuntos fundamentales de la novela; el contraste entre el carácter franco, recto, simple de los norteamericanos y las complejidades de la sociedad europea. La consecuencia es que hay que hilar muy fino y siempre hay que dar tres vueltas a cada palabra y sus posibles significados e implicaciones.
Goza el lector de estos diálogos, lección para estrategas dialécticos, con los que la novela adquiere un interés - como su ritmo - creciente. El ritmo demorado de la prosa contrasta con el ritmo acelerado de la acción en la que nada es superfluo. No se detiene la novela en descripciones innecesarias ni en elementos de distracción; midiendo así bien lo que debe ser una novela corta.
Culmina todo en la jugada maestra del juego táctico de madame de Treymes; le comunica a Durham que, finalmente, su familia está dispuesta a aceptar el divorcio. Pero, acto seguido, sabiendo que él es incapaz de comportarse de manera distinta que con total integridad, le desvela sus cartas; de acuerdo con la ley, si el divorcio se produce, Fanny perderá al niño que deberá vivir con su padre. ¿Qué hará Durham?, ¿qué le dirá a Fanny?
Junto al tema ya citado del choque cultural que para los norteamericanos, viajeros por Europa, supone el contraste entre su llaneza y la sofisticación europea, Wharton aborda otros asuntos de su interés como los derechos de la mujer y, en especial, el del divorcio.
Es lugar común al referirse a Edith Wharton citar su relación amistosa y literaria con Henry James (veinte años mayor y que murió veinte años antes) y de esa relación se destaca el tema común de las dificultades de los americanos en Europa; si hay que juzgar entre Madame de Treymes y la Daisy Miller, de James, sin duda nos quedamos con Wharton.

martes, 25 de octubre de 2016

Antoni Marí, El vaso de plata

Las catorce obras de misericordia sirven a Antoni Marí para recoger temáticamente catorce estampas que, con una prosa exacta, contenida y cuidada, reviven momentos de la adolescencia y la infancia. Las excursiones de los domingos a la montaña con el padre y los hermanos, el accidente que llevó a Miguel, el narrador, al hospital, los veranos en la finca del abuelo, la mañana en la playa en que olvidaron volver a casa a la hora de la comida, el entierro de la abuela, las visitas al amigo enfermo, los castigos del padre, las secretas indagaciones en la mesilla del abuelo, las clases de piano... Los catorce relatos, sin orden cronológico, tienen como tema central - nos dice Ignacio Martínez de Pisón en su prólogo para la edición El vaso de plata de Libros del Asteroide (2008) - "el viaje hacia la singularidad que constituye toda adolescencia". Porque ese viaje es universal, esta breve novela apenas ofrece descripciones, tampoco referencias geográficas o temporales (imaginamos alguna ciudad mediterránea en torno a 1960) y, así, cualquier lector puede ver reflejado en sus relatos su propio viaje hacia la madurez - cotilleando en los armarios de la casa, recibiendo un bofetón del padre, gozando del desayuno amorosamente preparado por la madre, bañándose en la playa con los amigos, viendo al abuelo quedarse dormido en el sillón... -.
Marí, con la capacidad para la concisión expresiva propia de su condición de poeta, nos presenta catorce relatos hermosos y sencillos en los que cada palabra está precisamente elegida, relatos limpios que evocan escenas fundamentalmente familiares de un tiempo en el que la vida de los adolescentes españoles era bastante distinta de la de hoy. Relatos, más fríos, eso sí, que los de Vicente Valero, también poeta ibicenco, de los que parecen un obvio antecedente.
El vaso de plata es la primera obra narrativa de Antoni Marí (Ibiza, 1944), publicada en 1992  - en catalán por Edicions 62 y en castellano por Pretextos -, ha tenido varias reediciones en catalán, pero ninguna en castellano hasta la de Asteroide.

lunes, 17 de octubre de 2016

Yasmina Khadra, El atentado

Atentado en una sala de fiestas de Tel Aviv el 8 de mayo de 2002.
Amín Jaafari es cirujano, gracias a su trabajo, su esfuerzo y su estudio - primero de su promoción - ha conseguido alcanzar cierto prestigio y un buen nivel de vida en Tel Aviv, a pesar de ser palestino - hijo de beduino -. Su matriminio con Sihem, una mujer moderna, le colma de felicidad y les compensa a los dos de los sinsabores inevitables de la difícil integración de los palestinos en la sociedad israelí.
Tras una larga jornada en el hospital atendiendo a las víctimas de un terrible atentado (un suicida ha hecho estallar una bomba en un restaurante donde un grupo de adolescentes celebraba un cumpleaños), Amín llega a casa y, aunque no le extraña la ausencia de su mujer, agotado, se queda dormido. Le despierta la policía de madrugada; Sihem es la terrorista suicida que ha cometido el atentado del restaurante. Amín, claro, no puede creerlo; nada más lejos de un terrorista que su feliz mujer, imposible que ella le pudiera haber ocultado algo así. Pero las evidencias son contundentes y, después de unos días en los que Amín es incapaz de comprender nada y recibe el trato hostil de sus vecinos, decide investigar, quiere saber cómo Sihem ha podido acabar siendo una terrorista integrista, quién le ha metido en eso.
¿Qué verdad, la tuya o la suya? ¿la de una mujer que supo ver dónde estaba su deber o la de un hombre que cree que basta con apartar la vista de un problema para que desaparezca?".
Amín, despreciado por los judíos por palestino, despreciado por los palestinos por traicionar a su pueblo integrándose en la sociedad israelí, iniciará un peligroso camino por Belén y Yenín intentado llegar, desde su familia, hasta quién hizo de Sihem una terrorista, hasta quién le dio la orden de matar. Tozudo en su intento superará los obstáculos y conseguirá llegar hasta el líder integrista y a plantearse las cosas de un modo en el que nunca había pensado. Y la novela, ambientada en la primavera de 2002 - segunda intifada - conseguirá llevar al lector a conocer un poco mejor el conflicto palestino-israelí, las heridas de unos y otros, los muy distintos puntos de vista... Lo consigue mediante el relato en primera persona que hace al lector acompañar al doctor Jaafari en su sufrimiento, sus peripecias y sus paradojas en una novela bien estructura y bien escrita que agarra al lector hasta el final - un final conmovedor -.
Que al menos nos quede saber que:
Un islamista es un militante político. Su única ambición es instaurar un Estado teocrático en su país y gozar plenamente de su soberanía y de su independencia... Un integrista es un yihadista radical. No cree en la soberanía de los Estados musulmanes ni en su autonomía. Para él son Estados vasallos destinados a disolverse en un solo califato. Porque el integrista sueña con una umma indivisible que se extiende desde Indonesia a Marruecos para, de no conseguir convertir a Occidente al islam, avasallarlo o destruirlo... Nosotros no somos ni islamistas ni integristas, doctor Jaafari. Sólo somos los hijos de un pueblo expoliado y humillado que luchan con los medios de que disponen para recuperar su patria y su dignidad, ni más ni menos".
Mohamed Moulessehoul (Kenadsa, 1955), miembro del ejército argelino, opto por el seudónimo Yasmina Khadra para poder escribir con mayor libertad sus novelas, que se han publicado regularmente en España. El atentado es una novela de 2005 que Alianza Editorial publicó por primera vez en 2006.

domingo, 9 de octubre de 2016

Henning Mankell, Un ángel impuro

A principios del siglo XX una mujer sueca regentó un importante burdel en Lourenço Marques, según se extrae de la documentación fiscal de la época, pero de ella nada más se sabe. Esto sirvió a Henning Mankell como motivo de inspiración de su novela Un ángel impuro (2012; Tusquets, 2013). Como motivo para construir una de sus mejores novelas, si no fuera porque casi todas son excelentes. Mankell es uno de los grandes de la literatura de nuestro tiempo y su estilo narrativo inconfundible y poderoso.
Hanna tiene diecisiete años en agosto de 1903, apenas una niña, cuando su madre, viuda, decide que debe irse de casa. En el mísero campo sueco donde viven no hay futuro para Hanna, no hay casi ni comida. Hanna, una niña que se ocupa de sus hermanos menores, no puede comprender que su madre la eche de casa; debe irse a la ciudad, a la costa, a vivir con unos familiares que la acogerán. No sabe Hanna que apenas veinte meses más tarde será una mujer profundamente madura cuya vida habrá pasado por circunstancias que nunca hubiera podido imaginar.
El comerciante, conocido de su madre, que lleva a Hanna a la ciudad, al no encontrar a los familiares, mantiene a la muchacha a su cargo y le da trabajo como cocinera en uno de sus barcos. Durante la travesía Hanna se enamora de un oficial y se casan en Argel; él enferma y apenas dos meses más tarde muere en alta mar. Cuando el barco, camino de Australia, hace escala en Lourenço Marques, Hanna, que no soporta la presencia fantasmal en el barco de su amado fallecido, abandona la nave y se aloja en un hotel. Cae enferma y es cuidada por las mujeres que viven allí - en realidad el hotel es el burdel más prestigioso de África -. Hanna se casa con el dueño y vuelve a enviudar en poco tiempo heredando una gran fortuna y el burdel. Sólo tiene dieciocho años y la vida le obliga a madurar y tomar decisiones trascendentes para ella y para muchas otras personas.
Sobre esta trama, Mankell teje una hermosa novela con algunos de sus elementos habituales; una protagonista femenina a la que la adversidad de las circunstancias obliga a hacerse fuerte hasta casi la heroicidad, personajes profundamente humanos en sus meditaciones, sus dudas y sus inseguridades, el choque cultural entre africanos y europeos, el reconocimiento del pasado de los personajes para entender su comportamiento y sus circunstancias...
Dice Thomas C. Foster en su ensayo Leer como un profesor que todo viaje es una búsqueda;

La búsqueda comporta un aprendizaje. Los personajes ignoran lo necesario sobre el único tema que en realidad importa: ellos mismos. La verdadera razón de una búsqueda siempre es conocerse a sí mismo. De ahí que quienes buscan a menudo sean jóvenes, inexpertos, inmaduros, poco preparados".

De Hanna dice el narrador de Un ángel impuro:

Sabe que los viajes más extraordinarios se realizan siempre en el interior de cada uno, donde no existen el tiempo ni el espacio".

Pocas novelas ejemplifican mejor ese viaje interior que Un ángel impuro, que nos relata el de una joven sueca llegada al sur de África a principios del siglo XX. Pocos autores mejores para presentarnos personajes embarcados en conocerse a sí mismos que Henning Mankell, de cuyo fallecimiento se ha conmemorado el pasado día 5 el primer aniversario.

sábado, 1 de octubre de 2016

Elizabeth Strout, Me llamo Lucy Barton

Y un día los tiempos cambiaron. La gente se cree que todo el mundo se volvió loco en los años sesenta, pero en realidad no fue hasta los setenta".
A mediados de los ochenta, antes de los teléfonos móviles, una mujer de origen humilde, nacida en un pueblecito de Illinois, joven madre, se encuentra hospitalizada en Nueva York - el edificio Chrysler al fondo - sin que los médicos sepan qué le pasa. Un buen día aparece en la habitación su madre, a la que hace años que no ve. Todos los ingredientes melodramáticos para una película de Antena 3; un peligro enorme de caer en un pastelón, una dificultad enorme para escribir una novela digna. Elizabeth Strout ha conseguido que Me llamo Lucy Barton (2016) sea una novela no sólo digna sino brillante. Que además se lee sola. De esas que te deja pensativo al pasar su última página.
Lucy Barton, escritora de éxito, recuerda ahora aquellas semanas que pasó hospitalizada, recién aparecido el sida, y lo aprovecha para, a partir de las charlas y los silencios que mantuvo durante cinco días con su madre (apareció en el hospital tan súbitamente como se fue), repasar toda su vida, que quedó indudablemente marcada por una infancia de extrema pobreza en una familia en la que - nunca se nombra pero queda suficiente (y delicadamente) insinuado - pasaba algo más perturbador que la pobreza. Lucy, para no pasar frío, se quedaba en la escuela a hacer los deberes y aprendió así que el trabajo se saca adelante trabajando y se acercó así a los libros, que la alejaban de la soledad - y de su casa -, y pudo así obtener excelentes calificaciones y, gracias a una beca, ir a la universidad. De esta manera, dejó atrás a su familia, se casó, se instaló en Nueva York, tuvo dos hijas...
Elizabeth Strout nos narra la vida de Lucy Barton con un relato - sin trampas - exquisito y delicado, lleno de verdad y sensibilidad, indagando en las relaciones familiares - muchas veces complejas -, en la huella indeleble que deja la infancia, en la vida y sus circunstancias y cómo afrontarla... Y, de paso, indaga también en la autenticidad que debe tener una obra literaria. Me llamo Lucy Barton la tiene; su título lo demuestra pues no es otra cosa que la frase con la que empezar una terapia dispuesto a mirar de frente tu vida y tu pasado. Es una de esas novelas que nos emociona y no olvidaremos. Con personajes tan de carne y hueso como la madre y el médico y la propia Lucy, claro. Lucy Barton es un personaje femenino que enfrenta la dureza de la vida con el mismo valor y dignidad que Coral Glynn o Sophie Wilder. Y que como ellas - y como tantas mujeres - supera las tristezas y las ingratitudes de la vida con amor; amor por su madre, amor por sus hijas, amor por Nueva York...
La obra de Elizabeth Strout (Portland, Maine, 1956) - cinco novelas - se ha publicado en España por distintas editoriales desde hace quince años.

viernes, 23 de septiembre de 2016

John D. MacDonald, Adiós en azul

Trav McGee vive en un yate amarrado en un puerto de Florida. Cuando se queda sin dinero acepta encargos. En Adiós en azul (1964; Libros del Asteroide, 2015) el encargo que acepta es el de Cathy, una pobre chica engañada y maltratada por un hombre malvado. A la vuelta de la Segunda Guerra Mundial el padre de Cathy fue a la cárcel por agredir a un oficial. De regreso a casa había escondido un tesoro que se trajo de su estancia en Asia durante la guerra, pero nada dijo a su mujer y sus hijas. Después de su muerte apareció Junior Allen, que había compartido prisión con el padre de Cathy, engatusó a Cathy y robó el tesoro. Cathy, pues, le pide a McGee que recupere lo robado; su paga, la mitad de lo que recupere. La pista de Allen llevará a McGee a conocer a Lois, otra mujer destrozada por ese hombre feroz. Lois ayudará a McGee a dar con Allen.
Lo que tenemos es: un peculiar investigador - no es un detective privado sino más bien un cobrador del frac que sólo se ocupa de un caso cuando necesita dinero y, en esta ocasión, no se ocupa tanto de investigar el asunto sino de conseguir recuperar lo robado; cero contacto con la policía - que es un hombre atractivo, inteligente, tranquilo, al que las mujeres se le meten en la cama sin que él haga mayor esfuerzo y que por encima de todo es honrado, dos víctimas - una pobre chica a la que han robado lo único que podría ayudarle a vivir mejor, y una dama ingenuamente engañada por un perverso seductor -, un ladrón que resulta ser un repugnante malvado, un ambiente, el del imaginario de Florida - vida feliz entre yates, fiestas y mujeres al calorcito caribeño - roto por el brutal Junior Allen - una desagradable anécdota en ese ambiente (como el crimen en la novela policiaca victoriana) -, personajes parlanchines que cuentan más de lo que sería prudente, un relato que avanza amable hasta la aparición de la violencia en el tramo final, un aroma que recuerda a Donald Westlake y que sitúa a John D. MacDonald (Sharon, Pennsylvania, 1916 - Milwaukee, Wisconsin, 1986) como ejemplo de la evolución de la novela negra norteamericana en los años sesenta. Resulta inevitable dar como referencia para situar a MacDonald que es el autor de la novela llevada al cine bajo el título de El cabo del miedo.
Adiós en azul es la primera de las veintiuna novelas protagonizadas por Travis McGee. Bruguera la publicó - y también las dos siguientes - en 1967. Varias otras novelas del prolífico MacDonald se publicaron en España desde entonces. Ahora, una vez más, Libros del Asteroide nos recupera a un interesante autor que no se editaba en castellano desde 1990. A finales de octubre publicará la segunda novela de la serie de McGee, Pesadilla en rosa.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Jo Nesbø, El murciélago

La serie de Harry Hole, que ha hecho de Jo Nesbo (Oslo, 1960) uno de los más importantes autores de la novela negra escandinava, se inició en 1997 con El murciélago. Sin embargo, la publicación en España de la obra de Jo Nesbo es consecuencia del interés despertado por la novela nórdica tras el éxito de Mankell y la trilogía de Larsson; la primera novela de Nesbo publicada en nuestro país es Petirrojo, la tercera de la serie Hole, en 2009. Y, a pesar de la profusa edición de Nesbo desde entonces, no hemos conocido El murciélago hasta 2015, en edición de Penguin Random House.
El murciélago es la primera novela de Hole y es también la primera novela de Nesbo; es razonable pues esperar una evolución en una obra narrativa que se extiende a lo largo de casi veinte años y que, sin embargo, nos ha llegado "de golpe". Es decir, no debemos perder la perspectiva de que El murciélago es la primera novela del autor y, obviamente, anterior en bastantes años a otras que hemos podido conocer antes.
Harry Hole viaja a Australia para colaborar en la investigación del asesinato de una popular presentadora de televisión noruega. El caso nos servirá para conocer a Hole; un policía de treinta años más cercano a los investigadores norteamericanos que a los de la novela escandinava, dinámico y activo, más propenso a la acción y a la intuición que a la reflexión, que guarda un secreto en su pasado, relacionado con su alcoholismo, que le marca inevitablemente.
La investigación derivará en la existencia de un asesino en serie que viola y estrangula a jóvenes rubias y en alguna sorpresa final. Por el camino, la compañía de unos variopintos policías australianos (un aborigen simpático, un patoso bravucón, uno que confía en Hole en silencio, un jefe sensato y tranquilo...), un recorrido por la historia y la geografía de Australia, y una didáctica lección sobre la cultura aborigen y su choque con la cultura impuesta por los blancos. Todo ello aderezado con dosis adecuadas de acción, violencia, drogas, sexo... en un buen relato criminal que pone las bases de una serie, que, seguro, irá a mejor a medida que se desarrolle el personaje de Hole en las siguientes entregas.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Herman Koch, Estimado señor M.


Hace cuarenta años un profesor treintañero, padre de dos hijas, tuvo una relación amorosa con una de sus alumnas de bachillerato durante unas semanas. Cuando ella le dejó y comenzó a salir con un chico delgaducho de su misma clase, él la acosó hasta que en plenas vacaciones de navidad se presentó en la casa de campo donde los dos chicos pasaban esos días. Entonces el profesor desapareció y nunca más se supo de él, se acusó a los chicos de asesinato pero nunca apareció ninguna prueba ni evidencia.
Sobre estos hechos, el señor M. construyó una de sus primeras novelas y, desde entonces, la más exitoso y vendida; Ajuste de cuentas. En la ficción, optó por hacer del chico culpable del crimen pues era lo más conveniente para la eficacia del relato literario.
Hoy Herman, el chico acusado de la desaparición de su profesor de Historia, decide que ha llegado el momento de ajustar las cuentas con el señor M., un escritor tan famoso como mediocre, casado con una mujer a la que saca más de treinta años, que cada vez interesa menos a los lectores.
Estas tres tramas se entremezclan y se entrecruzan en Estimado señor M. (2015; Salamandra, 2016).
Un lector lee un libro. Si el libro es bueno, se olvida de sí mismo; eso es lo único que tiene que hacer un libro. Si mientras lee, el lector no puede olvidarse de sí mismo y piensa en el escritor constantemente, el libro es un fracaso".
Para quien ha leído La cena y Casa de verano con piscina, Estimado señor M. puede resultar, subjetivamente, algo decepcionante, más de lo mismo; humor, ironía, acidez, sorpresas, un narrador manipulador, golpes duros a la envidia y la hipocresía - en este caso las que reinan en el mundo literario - y a la mediocridad - en este caso a la propia de los profesores de secundaria -, frases brillantes, reflexiones ingeniosas... Sin embargo, objetivamente, es más de lo mismo (humor, ironía, acidez...) y, por tanto, nada decepcionante pues es un novela tan interesante como las otras dos. Para el lector de Koch cuesta un poco al principio olvidarse de uno mismo pero a medida que la novela avanza y se intensifica la relación entre Herman y M., crecen ambos personajes y se va desvelando qué ocurrió realmente hace cuarenta años, la novela le atrapa. A quien llegue a Koch por primera vez le atrapará sin duda desde la primera línea. Es, por tanto, un buen libro, atendiendo al acertado criterio que la misma novela nos ofrece, pero no tanto como las novelas anteriores.
Y como la literatura y la docencia son en esta ocasión el objeto de los "palos", dejemos aquí algunos:
Un escritor mediocre está condenado a cadena perpetua. No puede parar. Es demasiado tarde para cambiar de profesión. Tiene que continuar hasta el final. Hasta que la muerte venga a buscarlo. Sólo la muerte puede salvarlo de su mediocridad.
"No escribe mal" decimos sobre al autor mediocre. Eso es la máximo a que puede aspirar, a producir libros que no estén mal escritos".
Tanto los profesores autoritarios como los miedicas son personas mediocres. En este sentido la palabra "secundaria" lo dice todo. (...) Ningún lugar apesta tanto a mediocridad como un instituto".
¿Cómo se puede amar la literatura y leer en voz alta en un aula? ¿No es ese el último sitio donde deberían estar los libros. En otras palabras: quien ama la literatura deja los libros en casa.
(...) No tenemos que querer conseguir que nadie lea, del mismo modo que no tenemos que querer que vayan al cine, escuchen música, practiquen sexo o beben alcohol. Un instituto no es el lugar para la literatura; su sitio está más bien en la lista que acabo de enumerar, con el sexo y las drogas, con todas las cosas que disfrutamos sin que nos obligue nadie. ¡Lecturas obligatorias! ¿Cómo se le ocurre algo así?".
Un profesor de secundaria no suele ser muy inteligente, por decirlo con suavidad. Es improbable que un profesor de física desarrolle una nueva teoría de la relatividad. En general, son unos fracasados. (...) Pero en cada curso hay un par de alumnos más inteligentes que ellos. Y eso no lo pueden soportar. (...) Sólo los alumnos mediocres y aplicados sacan buenas notas. La inteligencia superior a la media se aburre de mala manera en un instituto".
Nunca he entendido por qué iba alguien a querer coger libros prestados. Seguramente por razones económicas, claro, pero hay tantas cosas de las que tienes que abstenerte por falta de dinero... A él le parecen sucios, los libros prestados. Tanto como dormir en un hotel sin que hayan cambiado las sábanas, con los pelos y descamaciones del huésped anterior. Un libro con manchas de vino y un insecto aplastado de cuyas páginas caen granos de arena de las vacaciones en la playa del último lector".
Bueno, ahí queda eso.

martes, 30 de agosto de 2016

Chris Stewart, Entre limones

Stewart mostrando El Valero cuando lo compró (El País).
Chris Stewart (Faygate, Inglaterra, 1951), después de realizar diversos trabajos a lo largo de su vida, decidió establecerse en la Alpujarra granadina a finales de los años ochenta. Así, compró la finca El Valero en 1988 y con su mujer, Ana, y la ayuda de algunos de sus vecinos, arregló la casa, preparó la finca para labores agrícolas, se inició en la cría de ovejas... Toda esta aventura, el nacimiento de su hija, la relación con los vecinos - campesinos alpujarreños que mantienen su vida tradicional cuidando su huerta y su ganado, ingleses más o menos jipis o ecologistas extremos que buscan una vida alternativa cuidando su huerta y su ganado -, la convivencia con la naturaleza, la introducción de algunos elementos del siglo XX en un entorno tan "profundo", los relata Stewart en un libro, Entre limones, que en Inglaterra se publicó en 1999 y fue un éxito de ventas. El relato de su vida en la Alpujarra la completó luego con El loro en el limonero, Los almendros en flor y Últimos tiempos del Club del Autobús, tetralogía que en España ha publicado Salamandra desde 2011. Anteriormente, Almuzara en 2006 y Books4pocket en 2008 publicaron las primeras ediciones españolas de Entre limones.
El relato de Entre limones es ameno y simpático, salpicado de humor e ironía, pero amparado en la ingenuidad de Stewart para evitar los juicios de valor sobre el atraso de La Alpujarra (al fin y al cabo es esto lo que atrae a sus habitantes extranjeros) y sus campesinos o sobre las excentricidades de algunos de los extranjeros instalados en esta tierra. Un libro, sobre el amor a la vida en el campo, que se dejar leer, sin apasionamiento, de manera agradable.

lunes, 22 de agosto de 2016

Christopher Morley, La librería encantada

Gwen Meyerson, La librería de la esquina.
En noviembre de 1918, días después del fin de la Gran Guerra, Roger Mifflin anda un poco disgustado porque un periodista les entrevistó a él y a su esposa y ha contado sus vidas en un libro - La librería ambulante -. Ahora los Mifflin se han instalado en Brooklyn y han abierto una librería, "El Parnaso en casa", una librería encantada por la literatura que guarda y exhibe en sus estanterías. Los Mifflin siguen siendo las personas simpáticas y amables que ya conocemos.
La librería encantada (1919; Periférica, 2013), tras los primeros capítulos que son, como La librería ambulante, un canto al amor a los libros y a la literatura, nos presenta una blanca comedia con estos ingredientes, junto a los Mifflin; una joven millonaria a la que su padre ha puesto de aprendiz en la librería para que no le salga "tonta", un joven y animoso publicista, una historia de amor entre los jóvenes, un misterio en torno a un libro que no para de desaparecer y aparecer en la librería, unos malvados alemanes que planean un atentado, un montón de referencias literarias... y un hábil narrador autorial que juega con el relato. 
El resultado es una inocente y entretenida novela, un relato que, aun haciendo referencia a la guerra, permite evadirse del conflicto reciente a los lectores de la época y a los actuales divertirse con una novela muy de su tiempo en la narración y el humor blanco. Y degustar, al mismo tiempo, el amor a la literatura, los libros y las librerías que La librería encantada destila.
Son muchas, claro, las citas de este libro que se pueden recoger, tantas que vamos a quedarnos sólo con una:
La malnutrición del órgano lector es una enfermedad seria. Permítanos prescribirle un remedio".
La librería encantada puede ser un buen remedio.
Bueno, con dos:
Día tras día veo a las hordas de gente que acuden al teatro y al cine y estoy seguro de que la mitad de las veces van a ciegas, creyendo que saldrán satisfechos, cuando en realidad no les dan más que vil morralla. Y lo más triste de todo es que si uno se convence de que le basta con comer morralla, luego no tendrá apetito para el género de verdad".

domingo, 14 de agosto de 2016

Craig Johnson, Fría venganza

Un joven aparece muerto; puede tratarse de un accidente de caza pero pronto aparece la certeza de que se trata de un crimen. Los enemigos del chico son muchos pues él, junto a otros, violó a una muchacha india discapacitada y se les impuso una leve condena. Pero quienes son capaces de emplear el arma homicida son pocos y entre ellos se encuentra Henry Oso en Pie, el gran amigo de Longmire. Relacionar esta muerte con la violación de la chica india resulta inevitable, pero el caso acabará revelándose más complejo.
Fría venganza (2005; Siruela, 2012) inaugura la serie del sheriff Longmire - ya hablamos de la cuarta, Los mocasines de otro hombre -. En ella, pues, se ponen las bases de la serie y se muestran los aciertos de Craig Johnson. Que son varios; el marco geográfico, los personajes, la construcción narrativa y el estilo literario.
Absaroka es una cordillera que dio nombre en 1939 a un posible estado norteamericano formado por territorios de Wyoming, Montana y Dakota del Sur y que se lo da al ficticio condado del sheriff Longmire, entre las míticas montañas Big Horn y el parque de Yellowstone, en pleno oeste americano. Un entorno natural, salvaje, hermoso, de duro clima, y casi despoblado, entre cuyos habitantes destacan los "nativos americanos", constituye el territorio Longmire lejos de los ambientes urbanos propios de la novela criminal. Un lugar dispuesto a resultarnos tan entrañable como la Ystad de Wallander.
Walter Longmire, que supera ya los cincuenta años, sufre todavía la muerte, hace cuatro, de su mujer. Es un hombre tranquilo, pero de acción cuando la situación lo requiere. Junto a él; Henry Oso en Pie, un cherokee enorme, fiel amigo de Longmire desde la infancia, con quien compartió la experiencia de Vietnam, Vic, una brillante policía de Filadelfia que llegó a Absaroka siguiendo el desplazamiento laboral de su marido y que acabó aceptando la propuesta de Longmire de ser su ayudante, Ruby, la paciente secretaria del sheriff, Lucian, el viejo sheriff, chapado a la antigua, al que Longmire convence para que eche una mano cuando el trabajo supera sus escasos medios.
En consonancia con la grandiosidad del paisaje y con la serenidad y el buen juicio de Longmire, la trama narrativa se construye con solidez y sosiego, con un ritmo pausado, que permite indagar en el pasado de los personajes a los que vamos conociendo, en la cultura cherokee y en la turbia problemática de abusos sexuales que nos presenta, y que se intensifica a medida que se intensifica la intriga y se acerca el desenlace, atrayendo al lector en un excelente relato. Los diálogos – y los silencios -, especialmente inteligentes e irónicos cuando son entre Longmire y Henry Oso en Pie, son un elemento fundamental en la evolución de la novela (cuya acción en muchas ocasiones avanza mediante elipsis y resúmenes insertos en el diálogo).
Johnson escribe con un estilo sencillo y cuidado en el que no faltan exquisitas referencias literarias, en especial a Shakespeare y al Quijote.
Estamos ante una gran serie negra y el éxito de su versión televisiva (que no conocemos en España) no debe llevarnos al error de crearnos prejuicios negativos sobre Longmire.

jueves, 4 de agosto de 2016

John Boyne, El niño en la cima de la montaña

Berghof.
Seguro que es fácil ponerse estupendo y hablar mal de El niño en la cima de la montaña (2015; Salamandra, 2016) o de El niño con el pijama de rayas. Pero, postureos aparte, se trata de dos buenas novelas que ponen de manifiesto la virtud de su autor, John Boyne (Dublin, 1971); la capacidad para andar siempre en el límite, en la cuerda floja, y no caerse nunca, la capacidad de medir bien cuanto hace.
El niño en la cima de la montaña - el Pijama también - es una fábula infantil, pero es también una novela "seria". Es una lectura ideal para los primeros años de la adolescencia, pero resulta grata para el lector de cualquier edad. Es una lectura fácil para los poco lectores, pero también satisfactoria para el buen lector. Es una novela melodramática y emociona, pero no cae nunca en la ñoñería ni en el sentimentalismo excesivo. Es educativa y transmite valores, pero no supura moralina. No pretende el virtuosismo literario, pero está bien escrita. Aspira a ser un bestseller, pero está construida bien y con cuidado. Pretende ir a rebufo de la primera, pero se publica diez años después... Boyne es un buen e inteligente novelista.
El protagonista de El niño en la cima de la montaña es Pierrot, un niño debilucho y enclenque de siete años, de triste infancia, de madre francesa y padre alemán, que al quedar huérfano acaba en un orfanato. De allí le sacará su tía paterna - de la que nunca supo nada - y lo lleva a vivir con ella. Es el ama de llaves del Berghof, la casa de recreo de Hitler en los alpes bávaros. Pierrot no entenderá por qué ahora debe llamarse Pieter ni por qué no debe escribirse con su amigo de la infancia, un niño judío. Durante su estancia en la casa, Pieter tendrá ocasión de hablar con frecuencia con el Führer, que le regalará un uniforme de las Juventudes Hitlerianas. Poco a poco, irá olvidando su origen francés y se irá convirtiendo en un adolescente soberbio y prepotente, imbuido de la ideología nazi, que desprecia a los criados y maltrata a las mujeres y que, cegado, será culpable de la muerte de algunas personas. Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Pierrot tiene dieciséis años y empieza a ser consciente de lo ocurrido.
El niño en la cima de la montaña es una buena novela, quizá mejor que el Pijama y menos sentimental (por la edad y la evolución del protagonista), bien escrita y con guiños inteligentes como  el momento en que Pierrot, el niño que va camino de la cima de la montaña, y Bruno, el niño que llevará un pijama de rayas, se saludan al cruzarse en una estación de ferrocarril, o las referencias a Emil y los detectives, de Erich Kästner, un clásico de la novela juvenil de los años treinta.
Anteriormente desconocida, la obra de John Boyne ha sido publicada ampliamente desde el éxito de El niño con el pijama de rayas en 2007 en las cuatro lenguas de España.

miércoles, 27 de julio de 2016

Pierre Lemaitre, Vestido de novia

Fotografía de Gail Albert Halaban.
La vida de Sophie Duguet ha cambiado desde que murió su madre y, poco más tarde, su marido. Es consciente de que está loca. Comete un asesinato y luego otro pero no recuerda nada de cómo lo ha hecho: está loca. Sin embargo es capaz de escapar de la policía durante meses hasta que encuentra la escapatoria definitiva; una nueva identidad y una boda con la que conseguir un nuevo apellido. Fin de la primera parte y cambio de perspectiva narrativa. Resulta ahora que desde hace unos años un hombre ha ido espiando y manipulando la vida y cada uno de los actos de Sophie hasta conseguir que ella se sepa completamente loca. Fin de la segunda parte. En la tercera y en la cuarta veremos como la vida de Sophie y la de Franz (su manipulador) se encuentran...
Lo normal en un thriller es que la tensión y el suspense se vayan incrementando a medida que el relato avanza alcanzando al final el momento de máxima intriga. Sin dejar de ser una novela entretenida, no sucede así en Vestido de novia, que tras un magnífico inicio, acumula tal cantidad de giros y sorpresas que el lector acaba extenuado. Lo propio del género es dosificar los giros de manera que lleguen en momentos inesperados y pillen al lector con la guardia baja y la sorpresa y el suspense le dejen noqueado durante un buen número de páginas que devorará ansiosamente e, incluso, muerto de miedo. En Vestido de novia el suspense se derrocha con tal generosidad que ninguna nueva noticia conmociona al lector, quien - no por ello se aburre - disfruta en todo caso de una novela que se lee bien, pero que resulta fallida pues la inverosimilitud (la hay cuando cada página contiene una sorpresa) es incompatible con la novela criminal como el agua con el aceite. Vestido de novia, pues, es una novela con un excelente comienzo que decae en un relato eficaz, en tanto que entretiene, pero torpe, en tanto que pretendiendo ser un relato de intriga mata la intriga con una sobredosis de casualidades y tirabuzones que el lector espera prevenido sabedor de que cada párrafo esconde una curva. Lejos de los maestros norteamericanos y escandinavos.
Vestido de novia, publicada en Francia en 2009, llegó a España en 2014 a raíz del éxito de Nos vemos allá arriba. Se ha construido a partir de ahí un prestigio publicitario en torno a Pierre Lemaitre que ha llevado a la publicación de otras de sus novelas antes desconocidas en España. Nos vemos allá arriba y Vestido de novia ponen de manifiesto la capacidad, de buen escritor, de Lemaitre para escribir novelas muy diferentes, con estilos diferentes, consiguiendo entretener al lector en ambos casos.

martes, 19 de julio de 2016

Paul Auster, El libro de las ilusiones

La vida de David Zimmer, el narrador de El libro de las ilusiones (2002; Anagrama, 2003) - que tiene la misma edad que Paul Auster y en El palacio de la Luna (1989) apareció como amigo de su protagonista -, cambió el 7 de junio de 1985 cuando su mujer y sus dos hijos murieron en un accidente de aviación. El alcohol ocupó, desde entonces, una parte importante de la vida de este profesor universitario, hasta que una escena de cine mudo en un documental le hizo sonreír. Esa sonrisa le devolvió la ilusión por la vida y decidió investigar sobre el desconocido actor protagonista de esa escena. El actor es Hector Mann, que desapareció sin dejar rastro en 1929 - es razonable darle por muerto - y cuyo filmografía se encuentra repartida entre distintas filmotecas norteamericanas y europeas. Zimmer decide entonces estudiar las diez películas de Mann y, fruto de su trabajo, publica en 1988 un libro sobre ellas, sin indagar en la biografía del actor. Meses después de la publicación del libro recibe una insólita invitación para viajar al rancho de Nuevo México donde reside el desaparecido actor. Ante las reticencias de Zimmer y la salud delicada de Mann, una mujer se presenta en casa de Zimmer para conminarle a viajar al rancho. Alma Grund, de edad semejante a la de Zimmer, vive desde que nació en el rancho de Mann y escribe la biografía del actor a partir de su testimonio y sus diarios.
El relato de la biografía de Mann desde su desaparición en 1929 - sus fortunas y adversidades, sus identidades diversas, los azares que marcaron su vida - constituye una parte sustancial de El libro de las ilusiones. Resulta además que desde que Mann se instaló en el rancho rodó doce películas que nadie conoce. Zimmer tiene ahora la oportunidad de verlas antes de que sean destruidas. Apenas tiene tiempo David de conocer a Mann, pues el anciano actor muere la noche de su llegada al rancho. De manera que, a la mañana siguiente, sólo puede ver una de las películas, La vida interior de Martín Frost. Ocurren luego una serie de giros que explican el final de la novela, que Zimmer escribe en 1999, y por qué tenemos la oportunidad de leerla.
Encontramos en El libro de las ilusiones temas, técnicas y juegos narrativos habituales en la novela de Auster; la importancia del azar y la casualidad en la vida (negación de la causalidad), la confusión entre la realidad y la ilusión, cuando no lo mágico, la permeabilidad entre lo real y lo ficticio, las referencias metaliterarias, los juegos de identidades, el relato dentro del relato (la historia de Zimmer es el marco para el relato de la de Mann que sirve, a su vez, de marco en el que insertar los relatos de los argumentos de sus distintas películas - especialmente La vida interior de Martin Frost que, con el mismo titulo y argumento sería llevada al cine por Auster en 2007 -)...
Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 1947) es, seguramente, el escritor estadounidense vivo de mayor prestigio internacional. Sin embargo, parece que causa o bien adhesiones fervorosas por su obra, o bien opiniones bastante menos entusiásticas que consideran de valor desigual sus distintas novelas. En mi opinión, los muchos giros del azar hacen bastante inverosímil El libro de las ilusiones y la historia de Zimmer, que es la que me genera interés - es evidente, claro, que la intención de la novela es otra más "culta" - queda desdibujada en la de Mann en tanto que la de Martin Frost y las otras películas de Mann resultan más bien pesadas. De cuanto he leído de Auster, me sigo quedando con Mr. Vértigo.

lunes, 11 de julio de 2016

Vicente Valero, Las transiciones

El narrador de Las transiciones recuerda ahora, veinte años después, el día lluvioso de febrero de 1996, en que asistió al funeral y al entierro de uno de sus amigos de la infancia. Superando la pereza que siempre anima a no asistir y con el confort que causa haber acudido, el funeral supone para él el reencuentro con la familia del fallecido - su hermana Amelia, que durante unas semanas fue su novia y a la que besó cuanto le dejó, su abuelo, don Alfonso, a quien creía hacía mucho tiempo muerto - y con los amigos; Antonio, gerente de uno de los hoteles de la familia de Ignacio, el fallecido, y Julio, amargado profesor de matemáticas en el mismo colegio de curas donde se educaron. De modo que el recuerdo de aquel día le lleva a los recuerdos que aquel día propició; los de los cuatro amigos del colegio, saliendo de la infancia al tiempo que moría Franco.
Los recuerdos se centran en aquellos días de noviembre, tenían doce años, en que les pillaron traficando en el colegio con revistas guarras y aquel jueves en que iban a ser castigados pero no hubo clase porque Franco había muerto de madrugada. Y, luego, en la campaña electoral, la segunda, de marzo de 1979. Para esa primavera Ignacio ya había iniciado el camino que, por el sendero de la droga, convocaría a todos en el funeral del 96.
Nos reencontramos en Las transiciones con la prosa exquisita y delicada, de oraciones y párrafos largos, pero al mismo tiempo contenida y sugerente, de Vicente Valero, que conocemos ya de sus anteriores Los extraños y El arte de la fuga. Como Los extraños, otra lectura gozosa que nos habla de asuntos entrañables; la transición a la vida que supone la adolescencia - que, para quienes pertenecemos a la generacíón de Valero, coincidió con la transción de España a la democracia, de manera que el país y nosotros fuimos adolescentes a un tiempo -; los recuerdos de entonces, los amigos de entonces, la separación posterior de los amigos por distintos caminos, el reencuentro con los amigos pasado el tiempo...
El resultado es otro excelente relato en el que Valero vuelve a optar por la brevedad. Sin embargo, y sin caer en el derroche de papel que otros hubieran sacado de esta madeja, queda la sensación de que bien podría Vicente Valero haber profundizado más, sino ya en el recuerdo de la adolescencia en aquellos últimos años setenta, si al menos en cuestiones como; cómo y por qué, inevitablemente, aquellas fuertes amistades se pierden a medida que se bifurcan los caminos, cómo y por qué, azarosamente, los caminos se bifurcan (Ignacio invitó al narrador a unirse a sus nuevos amigos y su nueva vida de motos, drogas y divesión, ¿por qué no le siguió?, ¿cómo determinó eso su vida?), cómo y por qué quisiéramos siempre recuperar a aquellos amigos (el reencuentro es feliz, sugiere Valero, quizá porque lo sitúa en un ámbito insular donde, más o menos, todo el mundo sigue teniendo alguna referencia de todo el mundo, pero ¿cuántas veces cuando ese reencuentro se produce no nos deja la constancia de que no tenemos nada que decirnos con quien nos fue tan íntimo?), cómo y por qué, desgraciadamente, todos sabemos que, aunque huímos de la muerte y tenemos esperanzas de una vida larga, todos sabemos que, digo, no podemos reunir a nuestra clase porque no hay grupo en el que alguno de los viejos amigos no se haya ido al país de la muerte (tomo el verso de Luis Alberto de Cuenca) por culpa de la droga o de un estúpido accidente o una enfermedad fulminante - aquel compañero de pupitre, siempre risueño, confidente de secretos vitales, que reposa ahora junto a Ignacio... -. Nada hay que reprochar a Las transiciones y, sin embargo, nada habría que reprocharle si hubiera envuelto algo más al lector en todo aquello que le sugiere.
Periférica, en su décimo aniversario, ha elegido con acierto Las transiciones para el número cien de su catálogo.

domingo, 3 de julio de 2016

Jerónimo Tristante, El misterio de la casa Aranda

Alson Skinner Clark, Puerta del Sol, Madrid (1909).
Hay en El misterio de la casa Aranda (2007) algunos elementos un tanto inverosímiles y otros quizá faltos del máximo rigor histórico, pero ninguno de ellos resulta incoherente ni queda fuera de lo que podemos considerar razonables licencias literarias. En consecuencia, El misterio de la casa Aranda es una entretenida novela en la que Jerónimo Tristante (Murcia, 1969) ha combinado con acierto y adecuadas proporciones diversos ingredientes. A saber, la recreación de un contexto histórico, la divulgación científica, el mundo esotérico, un libro causante de un terrible misterio, el amor entre personajes de distintas clases sociales, las sorpresas en el desenlace, el final feliz... que aderezan la base del plato, una novela policiaca clásica (una intriga racional, un investigador - el joven subinspector Víctor Ros - dotado de una clarividente inteligencia superior, que emplea en su investigación tanto su intuición como la aplicación de los modernos adelantos científicos y que, resuelto el caso, se luce explicando lo sucedido a los demás personajes y descubre entonces alguna carta que había guardado en la manga, el origen extranjero de los delincuentes...).
Madrid, 1877. En la casa Aranda una mujer ha intentado matar a su marido. Lo mismo ocurrió diez años antes con otro matrimonio y con otro cincuenta años antes. En los tres casos las mujeres actuaron después de leer un fragmento concreto de la Divina Comedia. Se diría que la casa está encantada. Paralelamente, Víctor Ros descubre que veintisiete mujeres (todas menos una prostitutas) han sido asesinada en los últimos dos años apuñaladas en un costado y con treinta reales en el bolsillo. En su investigación colabora un excéntrico aristócrata millonario que inicia a Ros en los caminos de la investigación científica (dactiloscopia, anatomía...).
El resultado, como se ha dicho, es una entretenida novela policiaca apta para todos los públicos, de tono decimonónico y cierto aroma folletinesco, que mejora a medida que avanza la trama y el narrador abandona si inicial intención de darnos una didáctica explicación histórica.
El misterio de la casa Aranda es la primera de las, hasta ahora, cinco novelas protagonizadas por Víctor Ros, cuyas aventuras han sido adaptadas en una serie televisiva emitida por Televisión Española en 2015 (se espera la segunda temporada para el otoño de 2016).
El capítulo I, titulado El misterio de la casa Aranda:

sábado, 25 de junio de 2016

William Maxwell, La hoja plegada

Estudiantes de una fraternidad universitaria en los años 20.
Las novelas de William Maxwell  (Lincoln, Illinois, 1908 - Nueva York, 2000) constituyen uno de los pilares sobre los que el catálogo de Libros del Asteroide ha fundamentado su justo prestigio. Volvieron como golondrinas; el tierno relato de los dos hijos y el padre que pierden a su madre y esposa. Adiós, hasta mañana; el relato conmovedor desde la vejez de cómo y por qué el protagonista perdió a su mejor amigo en la adolescencia...
La hoja plegada (1945; Libros del Asteroide, 2007) explora también en la amistad adolescente. Su protagonista es Lymie Peters, un chico alto y esmirriado, con escasas dotes para el deporte pero buen estudiante, huérfano de madre, que vive con su padre, que tiene cierta tendencia a beber. Ambos comen juntos cada día en un restaurante cercano a su pequeño y triste hogar.
Iniciado el curso - Chicago, 1923 - se incorpora a la clase de bachillerato de Lymie un nuevo alumno. Spud Latham es el muchacho perfectamente musculado que siempre es el mejor de todos en cualquier deporte. Spud vive enfadado con el mundo como consecuencia de haber tenido que abandonar Wisconsin. Sin embargo, tiene una agradable familia que acoge con cariño la presencia de Lymie en su casa. Pronto nace la amistad entre Lymie y Spud. Una típica amistad adolescente entre muchachos muy distintos - tanto que resultan complementarios - que les hace inseparables y que se refuerza cuando sus cuerpos se rozan con naturalidad.
La amistad continúa cuando, más tarde, Lymie y Spud son alumnos de una universidad de Indiana y lleva a Lymie a estar siempre pendiente de Spud, hasta el punto de sujetarle la toalla cuando sale de la ducha en el vestuario del gimnasio. En clase, con Lymie se sientan dos amigas, Sally Forbes y Hope Davison. Sally acaba siendo novia de Spud. Lymie, Spud y Sally salen juntos, y felices, con frecuencia. Pero los celos nacerán en Limie cuando Spud se incorpora a una fraternidad universitaria (algo así como un colegio mayor, aunque algo más que un colegio mayor) y abandona la habitación con una sola cama que ambos comparten en una pensión para estudiantes. Se producirá un distanciamiento entre los amigos y entonces Lymie tomará una dramática decisión que le hará incorporarse definitivamente a la vida adulta.
Los personajes de Maxwell son siempre corrientes pero cargados de verdad, de autenticidad. Esto se debe a que William Maxwell es un gran observador de la naturaleza humana y por eso sus novelas están también siempre cargadas de interesantes reflexiones expresadas de manera sencilla. Por ejemplo, en La hoja plegada podemos leer:
Para conocer la injusticia del mundo sólo hace falta un poco de experiencia. Para aceptarla sin amargura o envidia se necesita casi la suma de toda la sabiduría humana, cosa que Lymie Peters, a la edad de quince años, no poseía.
A veces para enojo del profesor Severance que, como buen caballero, sólo podía enfrentarse a la mala educación ignorándola.
Con los chicos nunca se sabe. Los más tranquilos y mejor educados a menudo son los que más disgustos dan a sus padres.
Quien es inteligente y observador no puede ser también inocente.
La música nunca acude sola a la memoria. Es un hermoso lenguaje privado, independiente de las palabras, hecho de recuerdos y asociaciones. Y nadie lo escucha.
Junto a la historia de Lymie Peters, La hoja plegada nos habla del siempre interesante mundo de los profesores y los alumnos en el instituto y en la universidad. Junto con las otras dos excelentes novelas de Maxwell publicadas por Asteroide, conforma un conjunto coherente que, centrado en la adolescencia y la amistad, nos lleva desde la infancia al ingreso en la edad adulta en los Estados Unidos de hace un siglo.
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