Invisible Pablo (Comares, 2017) está escrito con una prosa poética y exquisita que nos recuerda a Vicente Valero, con una aroma de otros tiempos, con devoción por Azorín. Y al lector, por su contenido, su estructura y la tercera persona con la que el autor se refiere a Pablo, su alter ego, este libro de depurado y preciso lenguaje, le parece un Juan de Mairena de nuestros tiempos.
Pablo, un joven profesor interino, que, huyendo de la gran ciudad, disfruta de sus clases en institutos rurales de la sierra, interrumpe sus explicaciones, como el Mairena machadiano, para hablar a sus púberes alumnos de la nieve, del río, de las palabras, de la poesía, de los escritores que admira... Gusta Pablo, en otra reminiscencia modernista, de la melancolía de los momentos crepusculares y del otoño, y de la monotonía de la nieve tras los cristales. Pablo recorre distintos institutos a lo largo del curso haciendo sustituciones de otros profesores. Frente a él, sus alumnos del siglo XXI, que no acaban de entender al profesor poeta, pero de los que él también aprende.
Es el lirismo de su estilo lo que caracteriza la escritura cuidadísima de Antonio Pascual Pareja (Ávila, 1976). Y hace de él un estilo personal y propio, y de Pascual Pareja un escritor al margen de modas literarias al que merece la pena seguir la pista.
Una pija pelirroja cuyo novio ha muerto por un disparo en la cabeza es la clienta de Ricardo Blanco en Quince días de noviembre (Alba, 2003), novela con la que José Luis Correa inicia la serie del detective grancanario.
Blanco se inscribe en la línea de los detectives privados dicharacheros y torpes (con las mujeres, por ejemplo) - narradores en primera persona - que tiñen de humor su relato y sus torpezas, reciben unos cuantos golpes y acaban resolviendo el caso con sagacidad.
Su peculiar verborrea nos presenta una narración ágil y simpática en la que seguiremos la investigación de Blanco, entre algunas sorpresas, para acabar descubriendo los motivos del asesinato (porque no fue un suicidio como concluía la precipitada investigación policial), cometido dentro de un círculo cerrado de amigos pijos - antagónicos del detective del popular barrio de La Isleta -.
Además de las cualidades, virtudes y torpezas de Ricardo Blanco, la novela nos presenta a los dos personajes que le van a acompañar en las siguientes de la serie. Su abuelo Colacho, viejo pescador de La Puntilla, que ejerce de sabio consejero del detective. Y el comisario Álvarez, el policía que presta ayuda extraoficial a Blanco, consciente de que este puede resolver casos a los que la policía no puede dedicar el esfuerzo necesario por exceso de trabajo.
Quince días de noviembre es una novela fresca, divertida, que pone ante el lector a uno de los más interesantes detectives de la novela criminal española del siglo XXI, que cuenta ya con once aventuras publicadas por Alba.
El 29 de mayo de 2015 Ivo Brandani, romano de sesenta y nueve años, ingeniero en viaje de trabajo, desconocedor de que está enfermo, espera en un aeropuerto egipcio un avión, que saldrá con retraso, que le lleve de regreso a casa. Esas horas de espera son las que narra La vida en tiempo de paz (2013; Periférica, 2018).
Mientras el narrador avanza, en capítulos breves, en las horas de espera en el aeropuerto hacia el final de Brandani, Brandani, en largos capítulos de monólogo interior, avanza en sus recuerdos de distintos momentos de su vida hacia su infancia. El lector acompaña a Brandani en este viaje a lo largo de los últimos setenta años de historia, las de las generaciones que, como la del ingeniero, han vivido sin conocer la guerra en Europa, han vivido en tiempo de paz, son "nativos en la paz". Le acompaña en un viaje que es también moral en su regreso a la infancia de la postguerra.
Ahora, al borde de la jubilación, Brandani es un cretino que difícilmente puede ganarse la simpatía del lector, pero a medida que viajamos con él hacia su pasado vamos descubriendo a una persona íntegra, un joven con principios e ideales. Y así, el lector acaba comprendiendo a Brandani, absolviéndole de sus mezquindades actuales y apreciándole en su trayectoria humana. Un hombre marcado negativamente desde la infancia por la figura del padre, un adolescente que, desbordante de esperma, intenta ligar en los veranos de playa, un joven idealista que inicia la carrera de filosofía y asiste a las asambleas estudiantiles, que luego abandona la carrera e inicia la de ingeniería, un hombre que pierde sus principios cuando se incorpora al mundo laboral e intenta agradar a su jefe y prosperar, un funcionario municipal de vuelta de casi todo, un hombre cansado, escéptico y pesimista al borde de la jubilación y - aunque no lo sabe - de la muerte. Un hombre que sufre el "síndrome de irritabilidad masculina". Una persona que encontró siempre su refugio en el mar.
La vida en tiempo de paz es el repaso de la vida de un hombre, el repaso de la vida de una generación - pero también de las siguientes que tampoco han conocido la guerra -, el repaso de setenta años de la historia de Italia - pero también de Europa -.
Embarcarse en la lectura de las setecientas páginas de La vida en tiempo de paz es una aventura que requiere valentía, pero que nos recompensa con creces. La dificultad y el premio están en Brandani, en su cinismo y su carácter, en su lenguaje ingenioso y corrosivo, en su verborrea discursiva y sus opiniones sobre tantas cuestiones diversas, en su historia humana y en la historia compartida de millones de europeos. Y están también - la dificultad y el premio - en la construcción de la novela, pues no se articula sobre la reconstrucción de la vida de un personaje sino sobre la reflexión filosófica sobre sus ideas en torno a todo cuanto a Brandani se le pasa por la cabeza en la sala de espera del aeropuerto.
Son decenas las ideas de Brandani - muchas veces nada políticamente correctas - que merecen ser anotadas y comentadas. Sobre muy diversos asuntos: el urbanismo de Roma, la izquierda de los años sesenta y setenta, el carácter de ingenieros y matemáticos, el proceso biológico de la vida, los hombres y las mujeres, el funcionamiento del capitalismo, la belleza de los aviones...
Francesco Pecoraro (Roma, 1945) es arquitecto y La vida en tiempo de paz, su primera novela.
La vida de Ida Laquidara quedó marcada para siempre la mañana que su padre salió de casa y no volvió jamás. Ella tenía trece años. Ahora su madre le ha pedido que vuelva a la casa familiar, en Mesina, porque quiere hacer obras, vender la casa y quiere que Ida le ayude a decidir qué objetos del pasado tirar o guardar.
Es septiembre, el final del verano, han pasado veintitrés años desde la desaparición de su padre y, aunque lo hace con reparos, Ida viaja a Mesina para enfrentarse a sus fantasmas del pasado. El padre, profesor de instituto, enfermo de depresión, que un buen día desapareció y nunca más supieron de él, la incertidumbre de no saber si vive o está muerto. La relación, cargada desde entonces de incomprensiones y reproches, entre Ida y su madre. La ruptura con su mejor amiga de la adolescencia.
Pero todo se termina, el dolor también.
Adiós fantasmas (2018; Libros del Asteroide, 2020) es una novela más interesante a cada página que pasamos, más reflexiva a cada página que pasamos, más conmovedora a cada página que pasamos. Un libro hermoso mientras acompañamos a Ida en su comprensión de que también los demás sufren y tienen sus propios dolores, no menos importantes que los nuestros, mientras la acompañamos enfrentándose a los recuerdos, a los fantasmas, a las explicaciones. Es una novela emotiva, profundamente humana, de delicada prosa, de bellas reflexiones, que nos acerca a los enfermos de depresión y a la vida de sus familiares y que nos hace ver la necesidad de superar el pasado para poder vivir el presente. La vida pasa y no es posible vivirla si permanecemos anclados al dolor del pasado. El regreso a la casa familiar, el enfrentamiento con su madre, con su amiga Sara y con Nikos, el joven albañil que trabaja en la reforma de la casa, ayudarán a Ida a comprender el egoísmo que comporta refugiarnos en nuestros problemas sin comprender que los demás también sufren los suyos y, con ello a superar - que no olvidar - su trauma, casi infantil, de la desaparición de su padre y ser capaz de enfrentarse a vivir el presente. Puede alegarse, quizá, que el final de la novela resulta un tanto forzado para poder llevarnos a Ida y a los lectores hacia lo que el relato requiere; pero poco importa, porque no chirría en absoluto.
Adiós fantasmas - segunda novela de Nadia Terranova (Mesina, 1978) - es una delicada lectura que nos enfrenta a cuestiones tan cercanas como los recuerdos y las heridas del pasado, la necesidad de superarlos, los silencios, la desaparición de nuestros seres queridos, la muerte, el amor y el dolor, las relaciones con los padres, con los hijos, con los amigos, con la pareja, con los desconocidos - que a veces son quienes mejor nos pueden ayudar -, la comprensión de nosotros mismos...
Y comprendí lo que me había faltado: aprender a decir adiós.