jueves, 24 de octubre de 2019

Edgar Wallace, La Gente Terrible

Imagen de la versión cinematográfica de 1960.
Henry el Lancero acude a cumplir su obligación de presentarse en comisaría y se encuentra allí a Arnold Long el Apostador. Se produce entre ellos una dura conversación que nos hace imaginar a Long como un digno precedente de los hardboiled norteamericanos. Long es un inspector de policía algo peculiar; posee estudios universitarios y es policía, más bien por capricho, contra el deseo de su padre, el millonario sir Long; o dicho de otra manera, el Apostador es un niñato malcriado metido a policía. El Lancero reta a Long a detener a Clay Shelton, un ladrón de bancos de mil caras y mil disfraces que tiene en jaque a la policía y que debe su éxito a trabajar en solitario. Long apuesta que lo detendrá y, en cuanto se pone, lo encuentra por la calle y, una semana más tarde, cuando se dispone a robar otro banco lo detiene. El último deseo de Shelton antes de ser ahorcado es entrevistarse con Long; le advierte que aunque él muera, la Mano del Patíbulo le perseguirá. Sólo unos minutos más tarde, al mismo tiempo que se ejecuta a Shelton, Long sufre un atentado del que sale vivo de milagro. Durante el siguiente año se produce un alto número de muertes violentas que la policía oculta. Entre ellas las del juez, el fiscal y el verdugo del caso Shelton. El Apostador está convencido de que detrás de todo está una organización secreta a la que él llama La Gente Terrible. Por cierto, el padre de Long es el único banquero de Inglaterra que no ha sufrido los robos de Shelton.
A partir de aquí; una lista de fechas que marcan muertes pasadas y también futuras, un grupo de aristócratas reunidos en un selecto club de golf en el que se produce un asesinato en una habitación cerrada, una jovencita - la secretaria de una vieja aristocrática solterona - a la que salvar de los peligros de la Gente Terrible, unos acontecimientos que por mucho que suceden en el verano de 1924 - La Gente Terrible se publicó en 1926 - y en la geografía real de Inglaterra ocurren a galaxias de distancia del mundo real; ningún peligro para los lectores, alguna sorpresa, alguna demostración de la intuición y la inteligencia del inspector, y una explicación final que permite al lector conocer todo lo que el autor le ha ocultado... En fin, mucho de lo esperable en la novela policiaca clásica. Aunque, no obstante no sea La Gente Terrible propiamente una novela-enigma. No hay intención de presentar un jeroglífico al lector sino más bien de inquietarle con el poder de esta oscura y secreta gente terrible; Wallace fue uno de los iniciadores de otro de los géneros de la novela criminal, el thriller, el suspense.
Pero la novela se derrumba en su resolución paralelamente al derrumbe del personaje, cuya personalidad altanera se resiente de su incapacidad para resolver el caso y pasa por momentos de auténtico pánico. La solución queda lejos del alcance de Long y también de los lectores - cuyo interés también se desmorona - y sólo es posible porque Wallace se saca de la manga cuanto le viene en gana - o cuanto necesita -. Resulta que la Gente Terrible son todos esos aristócratas que aparecen en escena, que andan confabulados y, para colmo, relacionados por retorcidos lazos familiares. Y resulta que Shelton era el hemanastro de sir Long - de ahí que intentará alejar a su hijo de la policía -, la oveja negra de la familia.
Edgar Wallace (Greenwich, 1875 - Beverly Hills, 1932) fue uno de los más prolíficos, exitosos y vendidos autores de la novela policiaca inglesa - autor también del guión de King Kong - y uno de los más publicados en España en el primer tercio del siglo XX.
La Gente Terrible se publicó en Inglaterra en 1926. Ese mismo año se publicó también en Estados Unidos. En este país se llevó al cine en una serie de 10 episodios en 1928. Y convertida en película en Alemania en 1960.
En España la obra de Edgar Wallace se ha publicado profusa y continuadamente desde finales de los años 20 - más de trescientas referencias en el catálogo de la Biblioteca Nacional -. La Gente Terrible fue publicada por Aguilar en 1932 y luego en 1940 en la colección Detective. En los últimos años se ha reeditado en tres ocasiones; en 2004 la recuperó El País en su colección Serie Negra, en 2005 en Punto de lectura y en 2007 en Zona negra.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Katherine Winkler, Cárdeno adorno

A través de un relato, en primera persona, de un estilo poético, conciso y preciso, de frases cortas y momentos oníricos - como onírica es la conciencia de alguien molido a palos - Katherina Winkler (Viena, 1979) pone ante nosotros la historia de Filiz, una mujer turca cuya historia real Winkler conoce de primera mano.
Filiz nació en algún perdido pueblo de Turquía en una familia numerosa en la que madre, hijos e hijas vivían al servicio del padre y sometidos a su violencia, la del hombre cuyo honor no se puede manchar. Si el honor es el distintivo del hombre, el color de los cardenales es el adorno imperecedero del cuerpo de las mujeres. Filiz, con trece años tuvo el arrojo de huir del hogar - si cabe la palabra - para casarse con Yunus, un bello muchacho poco mayor que ella, con el que espera vivir en Alemania.

Austria y Alemania son como la vida en televisión, sin pobreza ni enfermedades.

Pero Filiz en el matrimonio encuentra un infierno. Su padre la repudia, su suegra la trata como a una esclava, su querido marido la viola y maltrata un día sí y otro también, la golpea con una saña atroz. Yunus y Filiz acabarán instalándose en Austria. Pero nada cambiará.

Golpe. A golpe. Golpe. A golpe.

Filiz y sus tres hijos siguen viviendo bajo el terror machista y la violencia extrema de Yunus. Las palizas acabarán llevando a Filiz al hospital y al borde de la muerte en varias ocasiones. Hasta que finalmente un médico y su mujer - los padres de Winkler - la ayudan a salir del infierno.
Cárdeno adorno (2016; Periferica, 2018) tiene dos grandes virtudes. La primera es el estilo, tan contundente como poético, que demuestra - una vez más - que menos palabras son mejor literatura. La otra, conseguir que, a pesar de ser extremadamente dura, la vida real en la que se fundamenta la novela no nos resulte una conmovedora historia personal, ni siquiera la historia común de tantas mujeres de ciertas culturas, sino una historia de valor universal que nos habla de todas las mujeres de cualquier tiempo. A Filiz su madre y sus vecinas le aconsejan:

Tenemos que vivir así, tenemos que sufrir así, no hay remedio.
¡Piensa en los niños!

Tienes que darle más amor a tu marido.

¿Cuántas mujeres no habrán escuchado estos consejos o los siguen escuchando hoy no muy lejos de nosotros?

lunes, 7 de octubre de 2019

Mirko Sabatino, El verano muere joven

El verano de 1963 comenzó con la muerte de Juan XIII. Luego, en otoño, murió J. F. Kennedy. Dos hombres cuyos breves mandatos cambiaron el mundo.

Aquel año estábamos Mimmo, Damiano y yo. Sobre todo, nosotros.

Mimmo, Damiano y Primo, el narrador de El verano muere joven (2018; Sexto Piso, 2018), eran entonces tres amigos de doce años cuyas vidas cambiaron para siempre en aquel verano, en que, apenas adolescentes, se convirtieron de golpe - a golpes - en adultos. Primo lo rememora ahora, cuando un acontecimiento le hace volver al pueblo de Apulia en el que vivían en 1963.
Seis meses antes, al cumplir los doce años, su madre le entregó a Primo una carta que su padre dejó para él antes de morir. En ella le pide que cuide a su madre, a su abuela y a su hermana ahora que ya es el hombre de la casa. Desde entonces él siempre tiene presente la carta.
Mimmo es un chico más débil y dubitativo cuyo padre está ingresado en un manicomio y su madre empeñada en que él sea sacerdote. Damiano es un muchacho fuerte, valiente, de carácter seguro, cuya familia vive marcada por las habladurías que dicen que su madre es infiel a su padre.
La agresión que Mimmo sufre por unos chicos mayores lleva a estos tres amigos a firmar un pacto de sangre por el que juntos vengarán cualquier afrenta que sufra uno de ellos. Así lo harán.
Aunque el verano en un pequeño pueblo costero en la Italia de los sesenta pueda parecernos un escenario tranquilo, no lo será y los acontecimientos violentos y brutales rodearan a los tres amigos. Los tres, de una u otra manera huérfanos de padre, rodeados de mujeres fundamentales en su vida por mucho que la sociedad, católica y machista, de la época les reserve un segundo plano.
Mirko Sabatino (Foggia, 1978) ha escrito una excelente novela, de perfecta construcción in crescendo y estructura circular. Una historia dura, que no debemos desvelar, y que el lector no puede sospechar a partir del texto de la contracubierta y menos por la alegre imagen de jóvenes más veinteañeros que doceañeros de la cubierta. Unos personajes sugerentes y ricos, unos secundarios magníficos, que se mueven en un ambiente cerrado, ese pueblo caluroso en el que todo fluye soterrado. Un texto de palabras bien escogidas trufado de bellas e interesantes reflexiones:

Cuando estás solo las cosas te suceden solo a ti.
En teoría esta ley también debería valer para la felicidad, pero no se adapta a ella por culpa de esa palabra - solo - en torno a la cual la felicidad, por más que la coloques, tires de ella, la remetas, siempre deja arrugas.

El tiempo para estar con los hijos es siempre demasiado poco.

Ya había pasado el tiempo en que a cada pregunta le correspondía una respuesta.

Nuestra amistad también era aquello. Permanecer sentados durante una hora sobre el respaldo de un banco sin decir nada.

El diálogo es vida (...) Por eso no creáis nunca a los que dicen que solos están bien (...) Es necesario hablar con alguien; de otro modo ¿cómo podemos tener la certeza de estar vivos?

La juventud es la única etapa que de verdad cuenta en la vida de un hombre. Todo el resto, puf.

Entre otras.
Con la tecnología de Blogger.