martes, 30 de abril de 2019

Alejandro Dumas, El tulipán negro

Jan de Baen, Los cuerpos de los hermanos de Witt (c. 1675).
El 20 de agosto de 1672 el pueblo holandés ajustició a los hermanos Cornelio y Juan de Witt, acusados de traición por los orangistas, en La Haya.
Este acontecimiento sirve a Alejandro Dumas para situar históricamente su novela El tulipán negro (1850; El País, 2004) e introducir en ella como personajes tanto a los hermanos de Wiit como al estatúder Guillermo de Orange.
El protagonista de El tulipán negro es Cornelius van Baerle, ahijado de Cornelio de Witt. Van Baerle vive totalmente ajeno a la política - y, en general, a los asuntos mundanales - y enfrascado en sus asuntos - y, en especial, al cultivo de tulipanes -. Se ha convocado un premio, dotado de una importante dotación económica, para el tulipanero capaz de conseguir un tulipán completamente negro. Así, el tulipán negro se convierte en su obsesión; pero también en la de su envidioso vecino.
Acusado de conspirar con los de Witt, Cornelius será encarcelado, pero con la ayuda de la joven Rosa, la hija del carcelero, mantendrá viva la ilusión de obtener el tulipán negro.
Alejandro Dumas es un genio capaz de convertir el riego, abono y crecimiento de una flor - nada más estático - en una aventura que mantiene siempre atento el interés del lector por saber qué va a pasar ahora. Absoluta economía; pocos personajes, escasa acción, máxima intriga. ¿Cómo lo logra? Con un narrador autorial que va guiando siempre al lector y administrando la información adecuadamente, con un marco histórico que otorga importancia a la trama y al protagonista, un romántico amor entre dos jóvenes de muy desigual extracción social - un protagonista noble injustamente encarcelado y una resuelta jovencita -, personajes estereotipados, sin mayor complejidad psicológica (los buenos ganan nuestra simpatía, los malos mucho más la compasión que el odio) y una tarea bien sencilla para el lector; lee y disfruta.
Alejandro Dumas (Villers-Cotterets, 1802 - Puys, 1870) es uno de los más prolíficos y reconocidos novelistas del Romanticismo francés. Son muy numerosas las ediciones de El tulipán negro y del resto de las obras de Dumas.

lunes, 22 de abril de 2019

Craig Johnson, El caballo negro

En un condado vecino a Absaroka una mujer confiesa haber matado a su marido - mientras este dormía - por haber quemado el establo con los caballos - la pasión de ella - dentro. Las celdas del condado están llenas por lo que es trasladada a las de la oficina de Durant. A pesar de la confesión, Longmire cree que ella es inocente. Por eso, de acuerdo con el sheriff del otro condado, se traslada al lugar de los hechos para intentar investigarlos haciéndose pasar por un empleado de la compañía de seguros.
Longmire se enfrentará a un caso complejo, en un pequeño pueblo, con personajes hostiles y otros amables, donde todos odiaban al muerto. Más complejo aún dado que el asesinado es un mafioso incluido por el FBI en el programa de testigos protegidos. Además, al actuar de incógnito fuera de su jurisdicción, la participación en el caso de sus ayudantes es escasa. Salvo la de Perro, el perro inseparable de Walt Longmire.
Dos momentos se alternan en el relato; la llegada de Mary Barsad - la acusada - a Durant y lo ocurrido en los días siguientes, y la investigación de Longmire diez días más tarde en Absalom, el lugar del crimen. Un acierto de técnica narrativa de Johnson que dota de mayor interés a la novela.
Se mantienen en El caballo negro (2009; Siruela, 2016) los atractivos y aciertos de la serie; los paisajes y tipos del Oeste, la empatía que nos producen Longmire y los suyos por su simpatía y nobleza, el fino humor, el buen estilo literario de Craig Johnson, la acción y el entretenimiento, la aparición de nuevos temas - la inmigración ilegal - y de nuevos datos biográficos de Longmire - su infancia - que van completando el panorama que nos ofrece la serie en su conjunto...
Pero hasta aquí podemos leer. Porque, desgraciadamente, de las quince novelas que, por ahora, conforman la serie del sheriff Walt Longmire, El caballo negro - la quinta - es la última que ha traducido Siruela. Una pena, pues se trata de novela negra de calidad, atractiva, bien escrita, con personajes entrañables y en un marco geográfico novedoso y sugerente. Tanto Longmire como sus lectores nos merecemos la oportunidad de poder seguir leyéndole; ojalá pronto Siruela, u otra editorial, nos ofrezcan las siguientes novelas. Por el momento le dejamos, recién reelegido como sheriff de Absaroka, poniendo fin al caso lanzando su sombrero sobre las aguas del río Powder.

domingo, 14 de abril de 2019

Donna Leon, Cuestión de fe

En el calor de agosto, el asesinato de un intachable funcionario de los juzgados deja sin vacaciones a Brunetti y Vianello. Al mismo tiempo, ellos andan preocupados por la afición de una tía de Vianello a visitar a un falso adivino-sanador que embauca a sus clientes y les saca dinero.
Con los mismos ingredientes de siempre Donna Leon nos prepara un nuevo cóctel Brunetti de sabor amable e inconfundible y que resulta más fresco que alguno de los anteriores. Volvemos a disfrutar de los diálogos y los interrogatorios de Brunetti, de las investigaciones de la signorina Elettra, de la resolución del caso sin necesidad de emplear las armas, del veneciano ambiente que envuelve los turbios asuntos que provocan el crimen...
Las estafas de los adivinadores, la corrupción judicial y la homosexualidad oculta y ocultada son los temas que, en esta ocasión, nos propone Donna Leon en Cuestión de fe (2010; Seix Barral, 2010) para reflexionar tranquilamente mientras disfrutamos de la doble trama de una entretenida lectura acompañados, quizá, como haría Brunetti, de una copa de buen vino.

sábado, 6 de abril de 2019

Richard Ford, Mi madre

Richard Ford con sus padres.

No hay memoria suficiente para rememorar toda una vida y ponerla en orden, darle exactitud.

Mi madre es un relato breve y conciso en el que Ford, lejos de optar por presentarnos una acumulación de datos biográficos, se centra en explicar la relación materno-filial y el sentimiento de amor que la preside.
Edna Adkin, la madre de Richard Ford, nació en 1910 en una Arkansas en la que todavía se olía el aroma de los tiempos fronterizos. Se casó en 1927 con un viajante, pero su único hijo no nació hasta 1944. En 1960 quedó viuda y murió en 1981.
Ese es el esqueleto sobre el que, con pocas pinceladas biográficas más, Ford construye un relato de estilo sobrio, contenido y sencillo que no por ello - al contrario - deja de ser emotivo para el lector. Y es emotivo porque respira amor y verdad, a pesar de que, desde nuestra perspectiva de la familia, la relación entre madre e hijo pueda resultarnos algo fría y lejana. Divide Ford el relato en tres momentos; la vida de su madre antes de casarse, la vida en matrimonio y durante la infancia de Richard, y la relación entre madre e hijo desde la muerte del padre hasta el fallecimiento de ella.
Cumple así Richard Ford con la necesidad de escribir sobre nuestros padres (como en tantas ocasiones, cuando ya no viven para leerlo), siempre con el amargor de no haber preguntado lo suficiente, de saber sobre ellos mucho menos de lo que quisiéramos. Demuestra también que, como todos los buenos escritores, sabe que menos es más.
Richard Ford publicó Mi madre en 1988. En nuestro país Lumen editó este libro en 1999 y Anagrama lo recuperó en 2010.
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