miércoles, 24 de enero de 2018

Horace McCoy, Los sudarios no tienen bolsillos

Horace McCoy fue, aunque no de los más prolíficos, uno de los escritores habituales de Black Mask entre 1929 y 1932. ¿Acaso no matan a los caballos? (1935) - llevada al cine por Sidney Pollack; Danzad, danzad, malditos (1969) - es, seguramente, su novela más conocida. Como muchos otros de su generación, también trabajó como guionista en Hollywood.
Los sudarios no tienen bolsillos es una novela que McCoy no pudo publicar en Estados Unidos por lo que tuvo que hacerlo en Inglaterra en 1937: la primera edición norteamericana  es de 1948 y sufrió una fuerte censura política -. En ella, la novela negra da un nuevo paso; el investigador ya no es un detective privado ni un agente de la ley. El protagonista de Los sudarios no tienen bolsillos, Mike Dolan, es periodista.
"Eres demasiado quijote", le dice a Dolan el director de su periódico momentos antes de que él mismo se despida. Discuten acaloradamente; el periódico no va a publicar cómo el equipo campeón de beisbol se ha dejado ganar en la final del campeonato sobornado por los apostadores como tampoco la semana anterior publicó el atropello de dos mujeres por el hijo, que conducía borracho, de uno los más importantes anunciantes del diario. A Dolan le gustaría

haber vivido en los días de Dana y Greely, en los que un periódico era un periódico y se llamaba "hijos de puta" a los hijos de puta y al diablo con las consecuencias. No como ahora, con el país repleto de esos pequeños Hearst y MacFadden.

Dispuesto a limpiar la ciudad - Colton - de corrupción decide fundar su propio periódico. No sin problemas, como cabía esperar, consigue sacarlo a la calle. Cuenta con la ayuda de sus amigos y con el aprecio del sheriff del condado, que le facilita un nombramiento de comisario especial y una pistola, pero no puede hacer mucho más por él porque debe velar por su familia. Tras destapar el escándalo del beisbol, Dolan se ocupa de desenmacarar a un médico que practica abortos ilegales y es hermano de uno de los hombres más poderosos de la ciudad y después descubre una organización fascista que actúa al modo del Ku Klux Klan - le da tiempo además de abandonar la compañía de teatro aficionado en la que participa -. Buena parte de la novela se centra en la investigación sobre las actividades de esta organización secreta, en la que participan muchos hombres influyentes, hasta que finalmente la historia se publica. Y los acontecimientos se precipitan:

En ese momento, la tapa de sus sesos voló por los aires. Dolan cayó de bruces sobre el cubo de basura intentando taparse la nariz con los dedos.

Efectivamente, Mike Dolan es un quijote, idealista, impulsivo, propenso a meterse en líos, e irresistible para las mujeres... Pero también bastante clarividente con lo que está pasando en el mundo - la acción se sitúa en 1936 - y lo que pasaría pocos años después:

Sí, lo creo. Al paso que vamos es inevitable. Hay un hatajo de hijos de puta empeñados en meternos de cabeza en la guerra. Lo que empezó Mussolini lo ha continuado Hitler. El Duce hizo que los ingleses le besaran el culo y a ellos les gustó. La Sociedad de Naciones es un nido de cobardes. Y los japoneses están a la vuelta de la esquina, esperando su oportunidad.

En lo más profundo de su mente seguía pensando en Carlisle y en el Cosmopolite y en el lamentable estado de un país en el que tales cosas eran posibles, y en el Carlisle que había en cada ciudad, y en los millones y millones de estúpidos que preferían ignorar todo eso, y en que lo mismo pasaba en todo el mundo - donde millones y millones de personas creían que Hitler y Mussolini eran grandes tipos, sin saber (o sin preocuparse) que no eran más que dos locos batiendo los tambores, dos enfermos que llevaban al matadero a un enorme rebaño (esos mismos millones y millones de estúpidos), y seguramente a nosotros con él (Hemingway tenía razón en que la radio actuaría como multiplicador de la histeria en la próxima guerra) -, y en que había que acabar con todos los Carlisle, los Hitler y Mussolini, y en que todo era de color de rosa en este paraíso maravillosos y ubérrimo llamado Estados Unidos, el único país en el que la radio es libre y sin censura, en el que la prensa es libre y sin censura, en el que la libertad de expresión está garantizada y en el que cada cual puede decir lo que quiera y cuando quiera... ¡Y una mierda! Inténtalo y te quitarán tu revista.

La novela es puro hard-boiled; un protagonista más o menos duro y de éxito con las mujeres que se enfrenta a la corrupción propia del capitalismo, una narración ágil, realista, de ritmo rápido, plagada de acción y diálogo, un estilo claro, directo y contundente.
Esta novela tuvo su versión cinematográfica en Francia en 1974. En España, Los sudarios no tienen bolsillos sólo se ha publicado en tres ocasiones; en 1987 en la colección Etiqueta Negra, de Júcar, un año antes, en catalán, en La cua de palla, de Edicions 62, y, recientemente, en 2009, en la Serie Negra de Básica de bolsillo de Akal.

martes, 16 de enero de 2018

Rafael Chirbes, La buena letra

La buena letra es el disfraz de las mentiras.

Cuando la incierta proximidad de la muerte revela cuán inútiles resultan los esfuerzos realizados durante la vida, una mujer, anciana, y por un motivo que conoceremos al final, relata su vida a su hijo, aunque en realidad se trata de un soliloquio.
Se centra Ana, la mujer, en los tiempos en que conoció al que sería su marido y a su familia.

Qué tiempos más bonitos, cuando estábamos todos juntos y nos reíamos y no nos faltaba lo indispensable.

Y en los que vinieron después, tras la guerra. Se trata pues de un relato melancólico y triste de unas vidas marcadas por la miseria, la guerra y la muerte en un pueblo imaginario de Valencia. A partir de un primer recuerdo de la infancia y del abuelo, Ana trae a la memoria los tiempos jóvenes en los que conoció al que sería su marido y a su familia, la boda, los duros tiempos de la postguerra, con el cuñado en la cárcel, las represalias, los bandos, la escasez..., su relación con Antonio, el hermano de su marido y con sus cuñadas, especialmente la que se casó con Antonio..., reflexiona sobre cómo las circunstancias y el tiempo - y las personas - enturbian las relaciones... De manera que en la vejez el pasado se contempla con amargura.
El relato, subjetivo y personal, de Ana es el de una generación de mujeres que sufrieron, silenciosas y pacientes, la postguerra de los vencidos. Su mirada, desencantada, - más allá de las circunstancias históricas - es, probablemente la de cualquier persona cuando, a cierta edad, mira hacia atrás y repasa una vida.
La buena letra (1992) - en la edición de 2000 el autor elimina las últimas páginas pues ofrecían un final optimista que no le resultaba coherente - es la tercera novela de Rafael Chirbes (Tabernes de Valldigna, 1949 - 2015). Una obra tan breve como excelente, de estilo exquisito, que justifica que su narrativa posterior haya convertido a Chirbes en uno de los novelistas españoles mejor valorados del presente siglo.

lunes, 8 de enero de 2018

Alejandro M. Gallo, La muerte abrió la leyenda

El comisario Gorgonio Llaneza, cercano a la jubilación, acude a un programa nocturno de Radio Vallekas con el encargo de su jefe de explicar la labor policial, que el Cuerpo está al servicio de los ciudadanos, etc.. Pero la entrevista le llevará a relatar en antena su primer caso.
Llaneza, veintiún años, llega a Castellón, su primer destino, el viernes 12 de mayo de 1972. El comisario le adjudica un asunto, en apariencia, de trámite: un accidente de tráfico destinado a ser archivado por el novato. Sin embargo, Llaneza descubre que el accidente fue causado porque el conductor intentó esquivar las balas que le disparaban desde otro vehículo y que el conductor, que viaja con documentación falsa, es Amado Granell; el oficial al mando de las tropas que liberaron París y llegaron al ayuntamiento de la ciudad el 24 de agosto de 1944.
El general Leclerc encomendó la liberación de París a una sección - La Nueve - de las tropas que comandaba, formada por soldados españoles al mando del teniente Amado Granell. Granell, oficial del ejército republicano fue uno de los españoles que embarcaron hacia Orán en Alicante el 28 de marzo de 1939. Tras luchar en la Legión Extranjera del ejército francés durante la S.G.M., ser condecorado con la Legión de Honor y participar luego en las fallidas negociaciones entre monárquicos y republicanos para llevar a don Juan de Borbón a la Jefatura del Estado, regresó a España en 1952 bajo una falsa identidad. El 12 de mayo de 1972 falleció en un accidente de tráfico en Sueca cuando se dirigía al consulado francés en Valencia para tramitar su pensión como excombatiente.
A partir de estos hechos reales y documentados y de la inclusión como personaje de Justo Amutio, amigo de Granell y gobernador civil de Albacete durante la guerra, Alejandro M. Gallo (Astorga, 1962) se vale de la novela criminal y de un típico protagonista con humor y desparpajo y malhablado, el policía ya de vuelta de todo, para especular con que la muerte de Granell fuera fruto de un conspiración fascista orquestada desde Italia que los jefes de Llaneza, naturalmente, se ocupan de tapar. Una novela entretenida, de fácil lectura, a mayor gloria de Amado Granell, que, de paso, nos recuerda la lucha antifranquista y la actuación brutal de la Brigada Político-Social.
La preocupación por la memoria histórica es una constante en la obra de Gallo y la novela negra un medio eficaz para abordarla.
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