domingo, 31 de diciembre de 2017

Nick Hornby, En picado

Escena de la versión cinematográfico.
Nochevieja. Martin ha decidido suicidarse hoy (su vida se fue a la mierda cuando se acostó con una chica de quince años). Maureen también ha decidido suicidarse hoy (cansada de una vida cuidando de su hijo discapacitado). Y Jess (la ha dejado el novio). Los tres coinciden en la azotea de la torre Topper's House, lugar favorito de los suicidas. La presencia inesperada de los demás impide el acto solitario del suicidio de cada uno de ellos. Entonces aparece en la azotea un repartidor - ¿alguien ha pedido una pizza? -, JJ, que también tiene motivos para saltar al vacío.
El variopinto grupo baja de la torre a intentar solucionar los problemas de alguno de ello. Al amanecer deciden quedar el día de San Valentín y valorar juntos si deben suicidarse o no. Pero las cosas se complican el mismo 2 de enero y los cuatro no pararán de vivir peripecias juntos hasta el 31 de marzo, pues deciden ampliar el plazo que se dieron. Y la noria de Londres como metáfora final.
En picado (2005; Anagrama, 2006), como sus otras novelas - Todo por una chica, por ejemplo -, demuestra la inteligencia de Nick Hornby (Maidenhead, 1957); su fino, divertido e irónico humor, su capacidad para invitarnos, como el que no quiere la cosa y sin obligarnos, a reflexionar sobre los pequeños y grandes problemas y paradojas de la vida, su dominio de la construcción narrativa. Sin narrador que medie o presente, la acción de En picado avanza mediante el relato alterno de los cuatro personajes - que se dirigen al lector -. De este modo obtenemos no sólo varias perspectivas de la historia, sino varias perspectivas (la de un famoso presentador de televisión que arruinó su vida, la de una mujer madura que parece anciana porque lleva veinte años sin salir de casa, la de una joven rebelde y malhablada, la de un norteamericano con sus sueños rotos) de múltiples aspectos de la vida.  Por su parte, el lector, que se divierte cuando estos disparatados personajes quieren suicidarse, se va entristeciendo a medida que los cuatro van encontrando motivos para no suicidarse y volviéndose más normales.
En picado ha sido llevada al cine en 2014. Primero Ediciones B y luego Anagrama han publicado en España la obra novelística de Nick Hornby a lo largo de los últimos veinte años.

sábado, 23 de diciembre de 2017

Maj Sjöwall y Per Wahlöö, Asesinato en el Savoy

Hotel Savoy, Malmoe.
Asesinato en el Savoy (1970; RBA, 2010) es la sexta de las novelas de la serie Martin Beck. En esta ocasión Sjöwall y Wahlöö, creadores con ella de la novela negra europea, deciden poner el foco más en la denuncia social que en la investigación policial.
Beck, en julio del 69, se desplaza a Malmoe, para investigar el asesinato de un importante industrial. Viktor Palmgren ha recibido un disparo en la cabeza mientras cenaba con su esposa y los más importantes ejecutivos de su grupo de empresas en el restaurante del hotel Savoy. Los negocios de Palmgren en Suecia no son más que una tapadera de los otros más oscuros que realiza en Portugal, sus colonias africanas y otros países lejanos. Pero:

Su dinero le procuraba influencia, un poco por todas partes. La sociedad, tal y como es hoy en día, depende de que haya gente como Palmgren y Broberg. Son, en cierto sentido, piezas necesarias para el funcionamiento del país, más incluso que el Gobierno, el Parlamento o instituciones por el estilo. Por eso también las persona como nosotros debemos aceptarlos.

Por eso, es un asesinato que preocupa al gobierno, que desea una rápida resolución de la investigación.
La investigación no es fácil porque:

Estocolmo era en realidad una jungla urbana, donde la drogadicción y la perversidad medraban como nunca; donde usureros sin escrúpulos, de forma completamente legal, se lucraban con la pornografía más sucia y repulsiva; donde crecía como la espuma el número de delincuentes profesionales, cada día mejor organizados. Además, comenzaba surgir, especialmente entre los más ancianos, una nueva forma de proletariado depauperado; la inflación había puesto los precios por las nubes y los últimos estudios revelaban que muchos pensionistas se veían obligados a comprar comida para gatos y perros para salir adelante.
El aumento constante del alcoholismo - que siempre había sido un problema - y la delincuencia juvenil sólo sorprendían ya a los responsables de los ministerios y a las personas del Gobierno. (...)
Con el beneplácito de los urbanistas, las grúas de los especuladores inmobiliarios y las excavadoras de los presuntos expertos de tráfico habían arrasado la mayor parte de la vieja arquitectura (...)
Por su aspecto, venía a ser uno más entre tantos proyectos inmobiliarios chapuceros y fraudulentos de los últimos tiempos. Un montón de bloques en mitad de ninguna parte, levantados a toda prisa y con descuido, con el único objetivo de reportar el mayor beneficio posible a los promotores y que, al mismo tiempo, contagiaban su carácter anodino y desabrido a la pobre gente obligada a vivir en ellos. Y como la escasez de vivienda había sido fomentada artificialmente por toda una serie de medidas políticas fraudulentas, hasta pisos como esos resultaban atractivos y se alquilaban a precios más bien astronómicos.

Este panorama, que puede parecernos bien actual, corresponde ya a hace casi medio siglo. Y en este panorama el asesino de alguien como Viktor Palmgren puede ser un ejecutivo agresivo ávido de tomar el poder de la empresa, un terrorista, un drogadicto, un exempleado condenado al paro y al desahucio... En manos de Beck y los suyos queda resolverlo.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Jack London, La llamada de lo salvaje

La llamada de lo salvaje (1903) es un buen ejemplo de esa estupenda literatura de aventuras que a lo largo del siglo XX convirtió a tantos adolescentes en buenos lectores, pero que hoy ha perdido gran parte de su fuerza. Siguen siendo buenas novelas, pero no tienen ya, en este mundo de otros ritmos y técnicas narrativas, el poder de atracción que tuvieron. No es tan extraño; también excelentes películas de hace tres o cuatro décadas nos resultan hoy no ya lentas sino un tanto antiguas.
Buck, mezcla de san bernardo y collie, es un perro que lleva una vida tan acomodada y feliz como la de la familia a la que pertenece, en California, hasta el día en que es robado y luego vendido. Son los tiempos de la fiebre del oro y Buck se convertirá en perro de trineo. Buck demostrará siempre su capacidad de adaptación, su carácter excepcional y su condición de líder. Poco a poco se adaptará a sus nueva vida y a los distintos amos por cuyas manos pasa. Al mismo tiempo, se van despertando en él los instintos salvajes adormecidos por varias generaciones de perros domésticos; hasta el punto de que cada vez es más fuerte la llamada de la naturaleza que le va llevando a alejarse de la civilización humana.
Paradójicamente, sin embargo, el comportamiento, el razonamiento y los sentimientos de Buck, y de los demás perros de la novela, están tan personificados por el narrador omnisciente que bien podríamos buscar en su lectura un trasfondo alegórico. Pero no trata La llamada de lo salvaje de enaltecer la vida natural frente a la barbarie de la civilización. Tampoco - estas estupideces son más modernas - de exaltar la nobleza animal frente a la perversidad humana: encontramos en ella perros y hombres nobles y perros y hombres despreciables. Para colmo, la ideología - digamos solidaria - que podemos deducir cuando Buck es secuestrado y maltratado resulta contradictoria con la ideología - digamos individualista - que nos propone el final de la novela. Simplemente explota el filón de la sensiblería con los animalitos, que nunca falla, y la tópica asociación entre naturaleza y libertad, que tampoco falla.
Jack London (San Francisco, 1876 - Glen Ellen, 1916), autor de novelas de gran éxito y popularidad, viajó hacia Alaska por la ruta de la fiebre del oro unos años antes de escribir La llamada de lo salvaje. Del viaje volvió enfermo y se dedicó a escribir novelas ambientadas en ese entorno que había conocido bien. Reino de Cordelia acaba de iniciar la publicación de la obra completa de London en tres volúmenes.
La edición española más antigua de esta novela es de 1939. Y, tras otra de 1951, a partir de 1970 La llamada de lo salvaje ha sido profusamente editada. La edición de 2004 de El País incluye el interesante relato breve Finis; un hombre enfermo de escorbuto, rodeado de frío y hambre, vislumbra su salvación en matar a los dueños de un trineo para robárselo y huir al sur, al sol y a la civilización. Pero las cosas suelen resultar más complicadas de como las planeamos, incluso el día de Navidad.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Giorgio Fontana, Por ley superior

Via Padova, Milán.

Yo perdí un amigo por culpa de gente así, Elena, un magistrado como yo, mejor que yo, una persona maravillosa. Un buen día lo pararon en la calle y le dispararon tres balas en el estómago. Habían concluido que también él formaba parte del sistema y que estaba equivocado y se acabó: pensaban que eran revolucionarios al servicio de los pobres y, sin embargo, sólo eran bestias. Es lo único que me enseñó el terrorismo: a nunca, nunca creerse superior a la leyes que se nos han consignado.

Habla así Roberto Doni - protagonista de Por ley superior (2011; Libros del Asteroide, 2017) - de Giacomo Colnaghi - protagonista de Muerte de un hombre feliz (2014; Libros del Asteroide, 2016) -. Es evidente que la segunda novela - que a nosotros nos llegó la primera - estaba ya más que pensada en la cabeza de Giorgio Fontana cuando escribió Por ley superior.
La acción de Por ley superior transcurre treinta años después de la de Muerte de un hombre feliz. Roberto Doni es ahora fiscal general sustituto de Milán, tiene sesenta y cinco años y lleva una vida tranquila y burguesa con su esposa - una copa de vino, música clásica en el cd -. Entristecido por la ausencia de su hija, estudiante en una universidad estadounidense, que apenas contesta sus correos. Doni ejerce su profesión con la escrupulosidad que le corresponde, con respeto y en el cumplimiento de la ley. La ley es la base de la justicia.
Su vida tranquila se rompe cuando una periodista le escribe un correo pidiéndole que pida la absolución de un tunecino acusado de disparar a una joven italiana. A pesar de resultarle irregular, Doni accede a escuchar a la periodista: Jaled, el acusado, es inocente, no estaba en el lugar del crimen pero no puede probarse porque quienes pueden hacerlo temen perder el permiso de residencia o sufrir represalias de los verdaderos culpables. La relación con Elena, la periodista, llevará a Doni a realizar una de esos viajes a lugares lejanos que se encuentran a un par de estaciones de metro de nuestro mundo. Así, Doni sale del centro de Milán y conoce Via Padova, uno de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad en el que conviven, entre el olor de sudores, orines y otros cientos de aromas, inmigrantes norteafricanos, asiáticos, sudamericanos... conocer este mundo, que tiene sus propias leyes, afectará a Doni que se verá obligado a replantearse sus conceptos sobre la ley, la justicia, la verdad y la relación entre ellos. Nos sitúa así Por ley superior ante el conflicto entre ética y justicia. A él se enfrenta Doni con la luz débil pero poderosa de las velas de los cuadros de George de La Tour que tanto le fascinan.
Suele ser la juventud el momento de las grandes decisiones, pero a veces la vida, como a Roberto Doni, nos enfrenta a ellas en momentos tardíos e inesperados:

Lo perderé todo. Crearé dificultades a mi mujer y a mi hija. ¿Y debería hacerlo por un tunecino al que nunca he visto y que tal vez se lo haya inventado todo? No es justo.

Doni explica a Elena que una inscripción latina del Palacio de Justicia de Milán reza: "hágase justicia para que no perezca el mundo". Pero pocos saben que la inscripción fue enmendada durante el fascismo, pues originalmente decía "hágase justicia aunque perezca el mundo".
Se puede objetar - como si no ocurriera en tantas narraciones novelísticas, fílmicas o televisivas, o en la misma vida real - que parece un tanto inverosímil que un magistrado conservador en los últimos años de su carrera siga los pasos que una periodista idealista le marca, es decir, que el argumento de esta novela está al servicio de la cuestión sobre la que Fontana quiere hacernos reflexionar. Sin embargo, el equilibro entre lo literario y lo ideológico, por así decirlo, resulta razonable y, por tanto, podemos afirmar que estamos ante una novela y no ante un ensayo camuflado y que Por ley superior confirma lo que ya sabíamos por Muerte de un hombre feliz; Giorgio Fontana, dada su juventud, probablemente será uno de los escritores más destacados de las próximas décadas. Por el momento conocemos estas dos de sus cinco novelas, escritas con apenas treinta años, que nos lo muestran como un autor capaz de plantearnos importantes y graves dilemas con un estilo sencillo y claro, novelas profundas de lectura ligera.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Pedro Mairal, La uruguaya

La mayoría de las mañanas uno se levanta sin esperar nada extraordinario del día. Y así sucede, llega la noche y ha pasado sin que nada haya alterado en demasía la rutina y la "normalidad". Otras, en cambio, tenemos un objetivo concreto para ese día y luego ya veremos si todo fue como esperábamos. Tanto en un caso como en el otro, ocurre en ocasiones que la conclusión es que hubiera sido mejor no levantarse. La literatura y el cine nos ofrecen múltiples ejemplos de días de esos para olvidar - quizá no si uno es un héroe trágico, pero sí si se es gente corriente -; el día que Leopold Bloom paseó por Dublín, el del periplo de Max Estrella por Madrid, o el infierno que Michael Douglas pasa en Un día de furia...
Y no muy distinto es el caso de Lucas Pereyra. Un martes de septiembre de 2014 se levantó con ganas de Guerra. ¡Qué podía esperar! Lucas, cuarenta y cuatro, bonaerense, casado, padre de un hijo, escritor. Ese día va a viajar a Montevideo, donde ha abierto una cuenta bancaria, para volver a casa con los dólares que ha cobrado de editoriales extranjeras escondidos en la ropa (quiere evitar el cepo cambiario) y, aprovechando la ocasión, para encontrarse con una joven, Magalí Guerra, a la que conoció unos meses antes en un congreso de escritores. Ha hecho planes. Para entonces su vida conyugal lleva tiempo en crisis e, incluso, sospecha que su mujer tiene un amante. A lo largo del día la vida de Lucas entrará, con un ukelele en la mano, en una espiral de complicaciones inimaginadas, que dan al traste con todos sus planes. Un día, sin duda, para haberse quedado en casa.
Un año más tarde, Lucas, rememora aquel día en un relato, más interesante a medida que avanza, que dirige a su mujer, Carolina. Un relato que no sabemos si le escribe, se lo dice o, quizás, se queda sólo en un monólogo interior. Se dice que es un relato confesional; pero en realidad es más una rememoración - o un desahogo - que una confesión, pues a esas alturas, al cabo de un año, aunque Lucas cuente cosas que Carolina no sabe, poco importa porque todo, incluidas sus consecuencias, ha pasado ya. Se dice también que La uruguaya es una novela sobre la crisis de los cuarenta; quizá lo fuera si no fuese porque es mucho más, es una buena novela con personajes poderosos, una interesante historia rica en sugerencias y sorpresas y escrita con un lenguaje tan coloquial como bien cuidado. Y lo mejor, esa capacidad única de los buenos escritores, la de ser breve y evitar cualquier exceso.
La uruguaya (2016; Libros del Asteroide, 2017) es la cuarta novela de Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) breve, bien escrita, con dominio del ritmo, de la medida, del estilo, de la construcción narrativa... y también de las sorpresas. Una historia triste, que, sin embargo, se disfruta con humor y de la que, mientras se lee, es fácil imaginar una buena adaptación cinematográfica. Y la gozada siempre de leer un libro escrito en argentino con la sensación de aire fresco que eso nos da.

martes, 21 de noviembre de 2017

Hans Fallada, Solo en Berlín

Elise y Otto Hampel.

- No vivimos para nosotros, sino para los demás. Lo que hacemos no lo hacemos para nosotros, sino únicamente para los demás.

Solo en Berlín es una novela de más de seiscientas páginas; su primer mérito es que no le sobran. El segundo, su estructura y construcción (cuatro partes, setenta y tres capítulos): un relato de aroma decimonónico, con su correspondiente narrador omnisciente autorial, en el que diversos personajes e historias, en apariencia no relacionados, se entremezclan para mostrarnos la vida cotidiana de Berlín durante los años de la Segunda Guerra Mundial. A medida que el relato avanza, se centra en sus protagonistas - el matrimonio Quangel - hasta su triste y conmovedor final, en un continuo crescendo de interés para el lector. El tercero es su estilo claro, nada retórico, carente de digresiones y de descripciones innecesarias. El cuarto mérito de esta novela se encuentra en la caracterización de sus personajes.
Casi todos ellos resultan tan grises como el ambiente en que se desarrolla la historia. Delincuentes de medio pelo y zafia moral, inhumanos comisarios de la Gestapo, nazis diversos, la repugnante familia Persicke... puede que nos resulten más agradables el jubilado juez Fromm, la cartera Eva Kluge que, tras enterarse de las atrocidades que su hijo ejecuta en su servicio en las SS, abandona el partido y la ciudad, y la joven pareja que prefiere vivir su amor que seguir la dura vida de la célula comunista en la que participan. Y es que, incluso los protagonistas, Otto Quangel y su mujer, forman un matrimonio que nos resulta antipático; ella generalmente callada y sumisa a las decisiones de él, él un hombre huraño, parco en palabras y ahorrador hasta la tacañería extrema, que evita cualquier relación con otras personas.
Tras conocer la noticia de la muerte de su único hijo en el frente francés, los Quangel inician su particular lucha contra el nazismo; escriben postales (una o dos cada domingo) que luego depositan en edificios concurridos, durante cerca de dos años, con la ingenua esperanza de que sean leídas, que pasen de mano en mano y sean muchas las personas que se conciencien del horror al que Hitler les ha llevado. Mientras ellos mantienen toda la normalidad de su vida cotidiana intentando no levantar ninguna sospecha. La historia de los Quangel recrea la historia real de Otto y Elise Hampel.
Hans Fallada, seudónimo de Rudolf Ditzen (Greifswald, 1893 - Berlín, 1947), fue uno de los escritores alemanes más importantes del periodo de entreguerras. Tras la derrota del Reich quedó en el sector soviético de Berlín y los nuevos gobernantes le encargaron una novela sobre la resistencia alemana en el Berlín nazi. Para ello pusieron en sus manos el expediente de los Hampel, hallado en los archivos de la Gestapo. Fallada redactó la novela en apenas un mes y ésta fue publicada, poco después de su muerte, con la omisión de algunos fragmentos de contenido político por decisión del editor. En 2011 se ha editado por primera vez el texto completo de Solo en Berlín (Maeva, 2012) y en 2016 esta novela de Fallada ha sido llevada al cine.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Barry Hines, Kes

Escena de Kes.
Barry Hines (Hoyland, 1939 - 2016) publicó en 1968 A kestrel for a knave. Inmediatamente Ken Loach llevó la novela a la pantalla con el título de Kes. Posteriores ediciones, como la que ahora nos presenta Impedimenta, han optado por titular la novela como la película. El éxito de la novela y de la película en Gran Bretaña entonces, al parecer, fue enorme. Se inscribe Kes en la narrativa social de su tiempo. Hoy, medio siglo más tarde, y aunque la lectura resulta ágil, la novela no consigue conmover ni enganchar al lector.
Billy Casper es un muchacho de quince años, del condado de Yorkshire, que comparte cama con su hermanastro. Su madre, en la suya, suele tener la compañía de distintos hombres: una vieja manera de incrementar los ingresos familiares. Es fácil imaginar un ambiente gris y un paisaje triste en un lugar donde parece que el mejor futuro que puede esperarle a uno, al menos a un chico como Billy, es dejarse la vida trabajando en la mina. Para Billy, además, la vida escolar no es nada fácil. Así las cosas, el chico encuentra refugio en el cuidado de un cernícalo al que tomó como un polluelo y al que ha ido adiestrando según el arte de la cetrería.
Una triste historia de un adolescente de duro presente y sin futuro como otras que conocemos en otras novelas (Little boy blue, por ejemplo) de las que hemos hablado anteriormente - o en nuestras propias aulas sin ir más lejos -, pero que no consigue interesarnos y llegarnos tan hondo como otras. Son los años sesenta y estamos en el norte minero e industrial de Inglaterra; naturalmente, la historia de Billy Casper es la de todos los jóvenes de clase obrera condenados a no salir de un ambiente de pobreza y violencia siempre latente en todas partes a los que el sistema educativo no ayuda en absoluto, sino más bien al contrario, y cuyo futuro no puede ser muy distinto de la mina y/o la delincuencia. Pero tampoco este trasfondo propio del realismo social consigue hacer más interesante esta novela.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Oscar Wilde, El fantasma de Canterville

Ernst Ferdinand Oehme, Castillo de Scharfenberg (1827).
Cuando El fantasma de Canterville se publicó por primera vez en 1887 en The Court and Society Review Oscar Wilde (Dublín, 1854 - París, 1900) no había alcanzado la notoriedad que alcanzaría a partir de la publicación de El retrato de Dorian Gray en 1891. El relato de fantasmas vive entonces su momento de esplendor en la literatura victoriana.
El fantasma de Canterville es una deliciosa novela breve escrita con elegancia, humor e ironía que aborda el tema de las diferencias "culturales" entre yanquis y europeos; la naturalidad de aquéllos frente a la ceremoniosidad de éstos. Asunto que, como hemos visto en entradas anteriores, es propio de la época.
Mister Otis, ministro de Estados Unidos, compra a lord Canterville su castillo a pesar de que éste le advierte de que en él habita, desde hace trescientos años, el fantasma de un viejo antepasado. Y, también, naturalmente, una anciana ama de llaves.
Efectivamente, en el castillo hay un fantasma. Pero lejos de asustar a los Otis, estos le humillan y ningunean; el padre con su aceite lubricante que le ofrece gentilmente para sus cadenas chirriantes, la madre con sus medicinas para la tos, el hijo mayor con su quitamanchas que disuelve una y otra vez la de sangre del suelo de la biblioteca, y los terribles pequeños gemelos con sus gamberradas que siempre hacen huir al viejo y pobre fantasma. Sólo la dulce Virginia, enamorada, es ajena al trato con el fantasma. Y es precisamente Virginia quien, cuando el fantasma se encuentra ya completamente desalentado, le ofrece consuelo. También ayuda, pues siendo el Amor más fuerte que la Muerte, la enamorada muchacha puede ayudar al fantasma a entrar en el Jardín de la Muerte y poder, así, descansar para siempre.
Una historia blanca de fantasmas, amor, personajes caballerosos... y final feliz al final del verano. Toda ella llena de finísimo y divertido humor. Breve relato que debemos incluir, claro está, en el cofre de las joyitas que la literatura nos regala.
Podemos escuchar la versión de El fantasma de Canterville de los Teatros del Aire de la Cadena SER.

sábado, 28 de octubre de 2017

Ted Lewis, Carter

High Street, Scunthorpe, en los años sesenta.

La lluvia llovía.

Dice el primer párrafo de Carter.
Jack Carter es un matón profesional al servicio de unos mafiosos de Londres que viaja a su ciudad natal - una ciudad sin nombre del norte de Inglaterra (Scunthorpe) -, por primera vez en ocho años, para asistir al funeral de su hermano Frank. Frank ha muerto en un accidente de tráfico; conducía borracho. Pero Jack conoce bien a su hermano y sabe que nunca conduciría borracho y que ha sido asesinado. Dedica los cuatro días que pasa en la ciudad a intentar averiguar quién lo ha matado. Esto le acabará enfrentando a todos los mafiosos y delincuentes locales, e, incluso, a sus jefes. Nadie sabe nada, pero todo el mundo tiene alguna implicación en la muerte de Frank, un tipo recto y honrado. Jack acabará descubriendo lo ocurrido y el papel que en ello juega su sobrina de quince años. De paso, conoceremos el pasado de Jack y su relación y su enfrentamiento con Frank. La novela se cierra con un magnífico e inesperado final.
Un relato en primera persona narrado por un delincuente que realiza una investigación en solitario movido por la venganza. Le mueve la venganza, sí, pero Jack Carter es un tipo duro, frío y profesional y por eso la narración se caracteriza por un estilo objetivo, frío, duro, sin concesiones y desnudo de adjetivos que presenta los hechos sin comentarlos, con una prosa telegráfica, lacónica, y un modo muy cinematográfico - quizá por ello tuvo gran éxito la película, protagonizada por Michael Caine, que versionó la novela un año después de su publicación -. Igual de frío que el estilo es el ambiente de la historia; el propio de las ciudades grises y lluviosas dedicadas a la industria siderúrgica. Estilo y ambiente que vinculan Carter con la novela social de mediados del siglo XX y con el hard boiled norteamericano.
Así, Carter, inspirada en el asesinato de Angus Sibbet (vinculado a la mafia local de las tragaperras) ocurrido en Newcastle en 1967, tuvo en 1970, en la cuna de la novela enigma, un carácter fundacional de la novela negra británica y se inscribe en una de las variantes del género; la del vengador, el criminal solitario que se enfrenta a todos para resolver un asunto que a nadie interesa destapar. Recordemos que en esos mismos años Sjöwall y Wahlöö están publicando las novelas de la serie de Martin Beck que ponen las bases de la novela negra europea.
Ted Lewis (Manchester, 1940 - Londres, 1982) es autor de siete novelas. Jakc's return home es la segunda de ellas. El éxito de la versión cinematográfica de 1971, Get Carter, ha provocado que posteriores ediciones en inglés se hayan titulado así o, simplemente Carter, como nos la presenta Sajalín en 2017. La única edición en castellano anterior es argentina, de 1974, y adopta el título castellano de la película, Asesino implacable. Luego Lewis escribió otras dos novelas protagonizadas por Jack Carter, precuelas de los acontecimientos de Carter.

viernes, 20 de octubre de 2017

Alexis Ravelo, La estrategia del pequinés

En La estrategia del pequinés hay crímenes, delitos, robos, tiroteos, tráfico de drogas, mafias. Sin embargo creo que hay que poner reparos a la hora de considerarla una novela criminal pues no hay en ella realmente el elemento definidor del género; la investigación. Es más bien una novela de acción - bastante trepidante - llena de elementos que aseguran que resulte interesante al lector. Todos estos turbios asuntos están protagonizados por tipos duros, maleantes de cuarta, perdedores necesitados de dinero, una tía buena que ejerce la prostitución cuando la vida lo requiere y se desarrollan en un paisaje, a priori inesperado para el crimen; el del plácido clima de Gran Canaria. Y todo ello recreado con el lenguaje y el ritmo narrativo adecuados y las dosis imprescindibles de ironía y de diálogos ingeniosos y las gotas imprescindibles de amor.
Algo le sale mal al representante en Las Palmas de una mafia de la droga dirigida desde Barcelona y sus jefes deciden no perdonarle la pasta. Como no la tiene, decide con audacia robar a sus propios jefes. Para ello prepara el golpe, busca una coartada y pone el asunto en manos de El Rubio. El pasado del Rubio no es muy limpio pero ahora se gana la vida honradamente como jefe de seguridad de un hotel. Sin embargo, le gustaría tener el dinero suficiente para tratar la enfermedad de su mujer. El Rubio completa su equipo con Tito Palmera, un perdedor, de pasado oscuro también, que desea abrir una cafetería y vivir tranquilo del negocio y con Cora, prostituta de lujo cuando los tiempos van mal. Después del robo las cosas se complicarán y los unos y los otros se perseguirán intentando saber qué ha pasado, quién es quién y donde está el dinero. Naturalmente, habrá bastantes muertos y el autor no tiene piedad siquiera de personajes por los que el lector toma partido. Mientras pasa todo esto, damos un paseo por los distintos rincones de Gran Canaria, en general, y por los distintos barrios de Las Palmas, en particular.
Alexis Ravelo, nacido en Las Palmas en 1971, es autor de varias de las novelas, de las que La estrategia del pequinés (Alrevés, 2013, y en ediciones posteriores, Penguin Random House) es la que ha alcanzado mayor reconocimiento.

jueves, 12 de octubre de 2017

Elizabeth Smart, En Grand Central Station me senté y lloré

En Grand Central Station me senté y lloré es un libro de culto, quizá por eso Periférica lo eligió para inaugurar el catálogo de su colección Largo Recorrido en 2009. Pero no se trata de una novela sino de un obra de prosa poética a través de la cual la autora expresa su sentimiento y su pasión en un texto plagado de referencias intertextuales sólo al alcance de un lector cultor buen conocedor de la literatura en lengua inglesa. Naturalmente, si uno es un lector más normalito, puede leerlo y no sentirse abrumado. Aun así la relevancia de estas citas es tal que la traductora ha decidido explicarlas, no con notas a pie de páginas - entorpecerían la lectura - sino en una nota final de varias páginas - que hace que el lector las descubra tarde. Prosa poética, referencias literarias, ausencia de acción... pero el estilo no es especialmente retórico, refleja bien el estado anímico de Elizabeth, y la lectura resulta ágil, tiene la fuerza de un diario volcánico y no la calma de una mirada retrospectiva, pues fue escrito en plena relación. Seguramente, una lectura excelente para lectores exquisitos.
En este libro de título bello y evocador, Elizabeth Smart (Ottawa, 1913 - Londres, 1986) nos muestra el amor apasionado, obsesivo y doloroso que mantuvo con el poeta británico George Barker. Del que se enamoró sin conocerle; leyendo sus poemas. Decidió conquistarle y lo logró. La relación no fue fácil sino turbulenta; mientras la mantenían - con la oposición de la familia de ella - y tenían hijos, él mantuvo su matrimonio y tenía hijos con su esposa. En Grand Central Station me senté y lloré se publicó en 1945, pero alcanzó el éxito con su reedición en 1966. El resto de la obra de Elizabeth Smart se publicó póstumamente.

domingo, 1 de octubre de 2017

Henning Mankell, Zapatos italianos

Fredrik Welin, médico jubilado, vive solo en una fría isla que heredó de sus abuelos intentando mantener el menor contacto posible con el mundo. Hace años cometió un gravísimo error en el quirófano que explica su voluntario e impuesto exilio. Envejecer viendo pasar los días es su intención. Hasta que una buena mañana, insólitamente, una mujer aparece caminando con un andador por el hielo. Es Harriet, una antigua novia de los tiempos de la universidad, a la que abandonó sin despedirse. Viene a buscarle, enferma terminal, para que él cumpla su vieja promesa de llevarla a una laguna de la que siempre le hablaba. Y, lo sabremos luego, decirle que cuando la abandonó estaba embarazada y tuvo una hija suya. Semejante revelación, al cabo de varias décadas, naturalmente, revuelve la vida de Fredrik.
¿Cómo enfrentarse en la vejez a la noticia de que se tiene una hija adulta?, ¿cómo se queda uno?, ¿qué hacer?. Fredirk, acomodado al paisaje solitario, frío y gris de su isla, perfecto para su conciencia atormentada por la culpa que arrastra desde el día de su fatal error médico, se ve obligado a viajar con Harriet a la vieja laguna, a conocer a su hija Louise, a cuidar de ambas. Y, sobre todo, a viajar a su pasado; a recordar su juventud con Harriet, cómo y por qué la abandonó sin explicaciones, a su error lamentable y la necesidad de encontrar el perdón de la mujer que fue víctima de él, a replantearse la vida cuando ya la daba casi por acabada.
La soledad, la vejez, el pasado, el futuro, el amor, la culpa, la revisión de una vida... temas eternos a los que Fredrik Welin se enfrenta en este relato reflexivo al que la narración en primera persona, naturalmente, dota de mayor emoción y capacidad de conmover al lector. Aunque el protagonista sea Welin, Zapatos italianos, como tantos otras de Henning Mankell, es una novela de fuertes y decisivos personajes femeninos.
Zapatos italianos (2006; Tusquets, 2007) nos presenta a Fredrik Welin, que protagoniza también otras dos novelas; Botas de lluvia suecas, publicada póstumamente en 2016 y After the fire, que aparecerá en inglés el próximo día 5 de octubre, coincidiendo con el segundo aniversario de la muerte de Mankell.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Ludwig Winder, El deber


Entonces reconoció su deber. Era un deber que no podía compararse con los deberes con los que había cargado durante décadas. Había vivido en la creencia de que sus máximos deberes consistían en velar por el bienestar de su familia y en desempeñar de forma escrupulosa su profesión. El cumplimiento de esos deberes había constituido el eje y la razón de su vida.

Josef Rada es un hombre vulgar, más bien pusilánime, casado, padre de un hijo de diecinueve años, que estudia Medicina, y funcionario del Ministerio de Transporte. Su vida no va más allá de cuidar de su esposa y procurar a su hijo el mejor futuro, y de realizar con perfección y escrupulosidad su trabajo; calcular tarifas ferroviarias. Tras la anexión de Checoslovaquia en 1938, el 15 de marzo de 1939 el ejército nazi invadió el país. Rada siguió fiel a los que consideraba sus deberes. Y así siguió pensando y actuando tras la desaparición de su hijo - sabrán luego que se encuentra en el campo de Dachau y no volverán a saber de él -, pero, finalmente, tras ver el terror impuesto por Heidrich, comprende que su deber es colaborar con la resistencia. Lo hará desde su nuevo puesto en la sección que organiza el tráfico de los trenes alemanes. Puesto éste al que Rada llegó, contra su voluntad, por deseo de Fobich, un viejo compañero de instituto al que un día salvó la vida. Fobich, alto funcionario, desde el primer momento entendió que lo mejor era colaborar con los invencibles nazis.
Ludwig Winder (Safov, 1889 - Baldock, 1946) escribió El deber en Londres en 1943. La novela se publicó, póstumamente, en 1949. La inmediatez de la novela es evidente y, aunque lejos de resultar panfletaria, pesan más sus nobles intenciones que sus valores literarios. Los personajes son más tipos que personajes - a pesar de la evolución psicológica de Rada -, el relato es a veces discursivo, la acción principal se interrumpe - con más prolongación de la necesaria - en su momento más determinante para que que sepamos cómo lucha Jarmila, una estudiante amiga del hijo de Rada, en la fábrica donde los nazis la han enviado a trabajar...
El deber es una novela de urgencia escrita en el exilio británico de Winder. Una buena novela que nos habla de la ocupación de Checoslovaquia y el trabajo de la resistencia checa, como HhHH, pero, por su proximidad a los hechos y su enfoque, desde un perspectiva bien distinta.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Óscar Esquivias, Viene la noche

Cuando Óscar Esquivias (Burgos, 1972) presentó su original, Inquietud en el Paraíso y La ciudad del Gran Rey eran una sola novela, pero el editor - Ediciones del Viento - juzgó más conveniente publicarlo como dos novelas y que Esquivias escribiera una tercera - de título Viene la noche - que cerraría una trilogía dantesca de viaje - inverso - a cielo, purgatorio e infierno. De las dos primeras guardo el recuerdo de novelas escritas con una prosa culta y cuidada de frases eternas y humor fino en la que se mezclan lo real, lo fantástico y lo disparatado en una especie de realismo mágico que resulta divertido y original pero de lenta lectura. Era de esperar que Viene la noche siguiera la misma línea.
La acción de Inquietud en el Paraíso (2005) se desarrolla en Burgos en los días previos al inicio de la guerra civil; julio de 1936. Mientras el general Dávila anda enfrascado en la preparación del alzamiento, un grupo variopinto se ocupa en la de un viaje, nada menos que al Purgatorio, al que se puede llegar a través de una oculta puerta de la catedral de la ciudad. La acción de La ciudad del Gran Rey (2006) continúa la de la novela anterior y encontramos a los expedicionarios en el Purgatorio que resulta ser en un Burgos fantástico - no el real del que partieron - cuyas calles cambian de trazado por la noche mientras en ellas se desarrolla una guerra. Se acentúan, pues, en la segunda novela los elementos fantásticos.
Viene la noche (2007) - escrita cuando las dos anteriores estaban publicadas -, en cambio, como el mismo autor explica, poco tiene que ver con las anteriores y con el proyecto original. Su protagonista es Benjamín Tobes, nacido en Burgos y llegado a Madrid poco antes del comienzo de la guerra. Ahora - navidad de 2006 - tiene ochenta y dos años y es, como tantos ancianos, un hombre egoísta, algo gruñón, con manías y prejuicios, gustoso de hablar de cualquier tema y vital. La vitalidad se la dan sus continuos paseos por el barrio y las novelas que lee con pasión. A su mujer, Teresa, le ha dado ahora por el reiki, el taichi, el yoga y otras zarandajas espirituales - es su modo de huir de la soledad vital que siente -. Si hijo, Jaime, que nunca consiguió entrar en Bellas Artes, es escaparatista de una cadena de tiendas de ropa. Está casado con Sara, matrona en un hospital regentado por una congregación religiosa. La vida de Sara y la de sus padres está marcada por la muerte de su hermano, víctima de los atentados del 11 de marzo de 2004. Con ellos y una pandilla de simpáticos secundarios, Esquivias construye un relato costumbrista de un barrio madrileño, el de Estrecho y Tetuán, marcado por la frontera que supone la calle Bravo Murillo, con su orilla rica que baja hacia la Castellana y la pobre que avanza hacia la Dehesa de la Villa. Esa es la orilla de Benjamín, "invadida", en esos años previos a la crisis, de inmigrantes marroquíes y sudamericanos. Este retrato de lo cotidiano y de las grandezas y miserias de sus distintos personajes, tan verdaderos, es un retrato realista - garbancero dirían los enemigos del realismo - del que queda lejos la fantasía de las novelas anteriores.
Antológica resulta la cena de Nochevieja, al día siguiente del atentado en la T4. Digna de una adaptación teatral. Sin esperarlo, esta cena, junto con el desengaño respecto al valor de la novela que supone para Benjamín la lectura - guiño metaliterario - de Inquietud en el Paraíso y La ciudad del  Gran Rey, llenas de despropósitos sobre el Burgos de 1936 hasta el punto de que Benjamín decide escribir una carta al autor de esas novelas, y la muerte de su hermano Aurelio, sacerdote, que les obliga a viajar a Burgos, y algún otro acontecimiento, suponen, en las primeras semanas de 2007, el derrumbamiento del mundo de Benjamín, que deja de leer y huye de las novelas como de la peste, que evita encontrarse con sus amigos en sus paseos, que empiece a sentirse enfermo. Benjamín comprende entonces que viene la noche.
Óscar Esquivias goza de buena crítica y la merece. Es un autor interesante, seguramente imprescindible para quienes gustan de la prosa exquisita, llena de recodos y meandros, precisiones y adjetivos, referencias culturales y pinceladas populares.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Donald Ray Pollock, Knockemsitff

Knockemstiff en los años 50.
Si alguien quiere aprender a escribir relatos, entonces lo primero que tiene que hacer es leer Knockemstiff, de Donald Ray Pollock. Encontrará ejemplos magistrales de dominio de la técnica narrativa del relato breve; la importancia de un buen inicio, la de un buen final, la concisión expresiva, la selección del punto de vista, de los elementos y los episodios, la fuerza de los personajes, el valor de sugerir, el momento para las sorpresas, el punto justo de humor, el ritmo, las comparaciones y metáforas contundentes... Pollock, en su primera obra, demuestra un dominio excepcional de esta técnica cuyo resultado es un conjunto de excelentes relatos que mantienen un tono y un nivel homogéneo y forman un todo armónico y coherente. Hasta el punto de que pudiéramos considerar que estamos ante una novela si no fuera porque es muy evidente que cada uno de los relatos está construido como tal y goza de su propia independencia. No es justo destacar ninguno de ellos sobre los demás, pero el primero, La vida real, es una lección de manual de cómo se escribe un relato literario. Este es su magnífico inicio:

Mi padre me enseñó a hacer daño a la gente una noche de agosto en el autocine Torch cuando yo tenía siete años.

Pollock nació en 1954 en Knockemstiff, una pequeña población - unas decenas de personas - formada por unas cuantas casas dispersas a los lados de una carretera, en el estado de Ohio. En los dieciocho relatos que componen Knockemstiff nos presenta un lugar cuyos estandartes parecen ser Pobreza, Violencia, Drogas y Sexo. Entre sus personajes encontramos padres violentos que desean que sus hijos se peguen con los demás, se follen de una vez a una chica porque yo a tu edad - dieciséis - ya me había tirado a más de cien en todo el condado o ganen el concurso de culturismo por encima de todo, chavales a los que su padre les pilla masturbándose con una muñeca de su hermana, gordos sebosos que pagan por chupársela a chavales de quince años, vagabundos capaces de cometer cualquier crimen, enfermos terminales a los que hay que limpiar el culo y cambiarles el pañal, jóvenes que viven permanentemente drogados, chicas que se han acostado con todo el que se ha cruzado en su camino, bares donde ligar con el último borracho, gente que vive en viejas caravanas destartaladas llenas de mugre, jóvenes solitarios que ven cómo se marcha del pueblo la chica a la que siempre amaron sin haberle dicho nunca una palabra, gente que se droga con el primer medicamento que se le pone a mano, parejas que difícilmente podrán recordar si alguna vez se quisieron... perdedores. La vida real de perdedores de la América profunda, pero no sureña, que nos recuerdan a los de Daniel Woodrell o Nic Pizzolatto. Personajes que - es lógico, pues son pocos los habitantes de Knockemstiff - se cruzan en los distintos relatos y en el tiempo dando cohesión al conjunto. Personajes que intentan, quizá, escapar aunque sabemos que sucumbirán y, aun así, cada relato consigue sorprendernos en su resolución.

A la mayoría nos pasa lo mismo: puede que olvidar nuestras vidas sea lo mejor que hagamos nunca.

Libros del Silencio publicó en 2011 Knockemstiff (2008) y El diablo a todas horas, la primera novela de Pollock. Ahora, en 2017, Penguin Random House, al editar su segunda novela, El banquete celestial, ha vuelto a publicar Knockemstiff.

martes, 29 de agosto de 2017

Goran Vojnovic, Yugoslavia, mi tierra

Carretera de Zagreb a Liubliana el 5 de julio de 1991.
Porque era un país "no alineado", porque siempre eran los mejores en cualquier deporte de equipo, porque tenían una habilidad insólita para hablar perfectamente cualquier idioma en cuatro días, Yugoslavia contaba con nuestra simpatía. De manera que, sin un conocimiento profundo del puzzle de pueblos, etnias, religiones, culturas, lenguas y dialectos que formaban aquella república mediterránea, cuando hace veinticinco años - o poco más - descubrimos con sorpresa que una guerra era posible en el corazón de Europa, vimos - al margen de razones e intereses de unos y otros - con tristeza su desmembración.
Así, con nostalgia de la Cibona, la Metaloplastika o el Estrella Roja - campeón de Europa en 1991 -, esperamos encontrar en Yugoslavia, mi tierra (2012; Libros del Asteroide, 2017) una explicación de cómo y por qué desapareció Yugoslavia. Pero lo que encontramos en la novela de Goran Vojnovic (Liubliana, 1980) es mucho más que eso.
Desde su título pretende este blog, humildemente, hablar de cómo la literatura nos cambia - toda lectura nos aporta un conocimiento o una reflexión - y hemos hablado aquí de libros que tienen ese poder y de novelas que nos hablan de personajes a los que, como a cualquiera de nosotros, un acontecimiento les cambia la vida radicalmente. Yugoslavia, mi tierra es ejemplo de todo ello. No puede dejarnos indiferentes pues es de esas novelas que obligan a devorarlas y, al mismo tiempo, a pausar la lectura para empatizar y sufrir con sus personajes.
La vida de Vladan Borojevic quedó marcada a finales de junio de 1991. Tenía sólo once años. Nacido en Pula, Croacia, era hijo de eslovena y serbio - de madre húngara -. Su padre, coronel del ejército yugoslavo, recibió la orden fulminante de trasladarse con su familia a Belgrado. Llegados a Belgrado, Vladan no volvió a ver nunca más a su padre. Durante un tiempo el padre llamaba regularmente a su madre; conversaciones de todo se resolverá pronto, monosílabos y silencios. Madre e hijo se trasladan poco después a Novi Sad, a casa de unos familiares del padre y, luego a Liubliana, a casa de los abuelos maternos, con los que ella no había tenido contacto desde que se fue de casa y se casó con su teniente. Instalados finalmente en su propio piso, en un barrio de inmigrantes serbios y bosnios, en febrero de 1992, su madre le dijo a Vladan que su padre había muerto. Dieciséis años más tarde a Vladan se le ocurre buscar a su padre en google y descubre, estupefacto, que no murió; está vivo, es un criminal de guerra perseguido por el Tribunal de La Haya. Vladan inicia entonces la investigación y el camino para encontrar a su padre. En ese viaje encontraremos las explicaciones de unos y otros de qué pasó en Yugoslavia y Vladan se enfrentará a dilemas morales que no había previsto; si encuentra a su padre y habla con él, como desea, ¿debe perdonarle sus crímenes?, ¿debe informar de su paradero o de lo contrario sería su cómplice?
La novela, mientras Vladan atraviesa carreteras de Eslovenia, Croacia, Bosnia y Serbia encontrando pistas de su padre quizá con demasiada facilidad, viaja del presente al pasado buscando las respuestas que Vladan tanto necesita sobre qué pasó con su familia, qué pasó con Yugoslavia, quién es él verdaderamente, quién le robó el mes de abril...
Buscamos muchas veces en el silencio la manera de evitar los problemas. Pero con frecuencia los silencios nos dañan más que las palabras. Porque del silencio nace la incomprensión. El silencio marcó la dura relación entre Dusa, la madre de Vladan y su autoritario padre. El silencio del general Nedeljko Borojevic, intentando proteger a su mujer y a su hijo de los acontecimientos, le alejó de ellos para siempre. El silencio de Dusa para proteger a Vladan de la verdad no fue comprendido por Vladan, que no tenía edad para comprenderlo, y provocó que se pasara la adolescencia odiando a su madre y que luego su relación sea casi inexistente. Criado entre silencios, endurecido e insensible, Vladan ni siquiera es capaz de decirle a su novia, con la que convive, que la quiere y sus silencios cuando descubre que su padre está vivo, a pesar de los esfuerzos de ella, acaban afectando a su relación. Pero Vladan es cualquier cosa menos duro e insensible y por eso sufrimos con él y con Dusa viendo como el silencio ha destrozado sus vidas sin que ellos pudieran poner remedio.
Yugoslavia, mi tierra, la segunda de las tres novelas de Goran Vojnovic - llevada a la escena en Eslovenia en 2015 - es la única publicada en España.

lunes, 21 de agosto de 2017

Jussi Adler Olsen, Expediente 64

Mujeres en la isla de Sprogo.

Que te condenen a vivir en una isla desierta hasta que te pudras. Los daneses no somos ni una pizca mejores que los que más odiamos. Somos como quienes lapidan a las mujeres infieles, como los nazis, que asesinaban a los retrasados y a otros disminuidos graves. Lo que ocurría en Sprogo ¿no podría compararse acaso con los denominados hospitales mentales soviéticos para disidentes o las instituciones para el tratamiento de disminuidos mentales en Rumanía? Pues claro, porque no somos un carajo mejores que ellos, ¿vale?

Entre 1921 y 1961, siguiendo las teorías eugenésicas del doctor Christian Keller, se mantuvo abierto en la isla de Sprogo un centro donde se internaba a mujeres - consideradas prostitutas o retrasadas mentales - al objeto de ser esterilizadas y evitar que pudieran tener descendencia. Por el bien de la sociedad danesa, naturalmente. Esta historia poco conocida, junto a la preocupación por la irrupción de partidos políticos racistas en Dinamarca, es el objeto de denuncia de Expediente 64 (2010; Maeva, 2013), la cuarta novela de la serie del Departamento Q de Jussi Adler Olsen.
Expediente 64 sigue, claro está, el esquema narrativo de la serie, de manera que la narración salta entre el presente - noviembre de 2010 - y el pasado - fundamentalmente el verano de 1987 -. En torno a la trama principal, continuamos conociendo las peculiaridades de Rose y Assad, los ayudantes de Carl Morck, éste llega a un acuerdo de divorcio con Vigga, nace una esperanza de recuperación para Hardy, surgen novedades sobre el tiroteo que sufrieron Morck, Hardy y Anker, Assad y Morck viven momentos en que su vida está en grave peligro... Adler Olsen maneja el esquema con eficacia y nos guarda una sorpresa final. Aunque quizá, en esta ocasión, pesa más la intención de denuncia que la investigación policial.
La investigación se centra en la desaparición de cinco personas con cierta conexión entre ellas. Las cinco desaparecieron el 4 de septiembre de 1987. No puede ser casual. Las pesquisas llevan al departamento Q hasta Curt Wad, un anciano doctor que acaba de presentar el partido Ideas Claras y durante años ha dirigido las ocultas actividades de La Lucha Secreta, con cuya labor se relaciona lo ocurrido en Sprogo, y a Nete Hermansen, la primera joven a la que el ginecólogo Wad atendió como consecuencia de un aborto, que acabó recluida en Sprogo.
Merece la pena, como hemos dicho en ocasiones anteriores, seguir al departamento Q incluso a pesar de que cumple la absurda ley no escrita que obliga a que las novelas alcancen al menos las quinientas páginas. 

domingo, 13 de agosto de 2017

Craig Johnson, Una muerte solitaria

Vascos en Buffalo, Wyoming, en los años sesenta.
Apenas un mes más tarde de los acontecimientos de Fría venganza, en medio de una nevada prenavideña, en la residencia de ancianos de Durant muere Mari Baroja. Todo indica que de muerte natural. Pero Lucian Connally, el viejo sheriff jubilado, ayudante ahora los fines de semana, insiste a Longmire en que investigue la muerte como un caso de asesinato. Efectivamente se trata de un asesinato. Un crimen que, como en las otras novelas de la serie, nos lleva al pasado, a una turbia historia que se inicia en 1950 cuando Mari Baroja y Lucian Connally estuvieron tres horas casados hasta que la familia de ella les encontró. Si en Fría venganza el pasado nos ayudaba a conocer a la comunidad india de Absaroka, en Una muerte solitaria (2006; Siruela, 2013) nos enfrentamos al pasado oculto de Lucian, a una oscura historia de malos tratos, a un vivo que resulta estar muy muerto, a la herencia de mucho dinero precedente de la industria gasística, y a la presencia de la comunidad vasca de Wyoming (con alguna referencia a ETA incluida).
La investigación del caso Baroja (así comienza), salvo en su desenlace, no agarra al lector sin soltarle, pero lo que nos cautiva es el paisaje y el paisanaje de Absaroka, el condado - ficticio - menos poblado del estado menos poblado de la Unión. El paisaje que imaginamos impresionante entre las montañas Big Horn y el parque nacional de Yellowstone. El paisanaje pintoresco; blancos, indios, mestizos - perdón, biculturales - y... vascos. Paisanaje que se refleja bien en los protagonistas de la serie (de los que ya hemos hablado anteriormente), solitarios que forman un excelente equipo solidario; Walt Longmire, en la cincuentena, con casi un cuarto de siglo en el cargo de sheriff, su hija Cady, que visita Absaroka cuando puede, Henry Oso en Pie, el amigo fiel de Longmire, Vic, la magnífica policía malhablada, Lucian, el viejo gruñón educado en la dureza del Oeste, Ruby, la competente secretaria al borde de la jubilación, Dorothy, la camarera de "La abeja hacendosa" donde Longmire siempre toma lo de siempre, y Santiago Saizarbitoria, el nuevo ayudante del sheriff, que se incorpora al equipo en esta novela, representante de la comunidad vasca. Todos ellos constituyen un grupo que resulta entrañable al lector e hace irresistible para el buen amante de la literatura criminal contar con los personajes de Craig Johnson, Walt Longmire y los suyos, entre sus detectives favoritos.

sábado, 5 de agosto de 2017

Jonathan Trigell, Niño A

Escena de Boy A (2007).
Desde A de Alimaña a Z de Zozobra - y con los correspondientes saltos temporales -Niño A (2004; Sajalín, 2010)  nos relata en veintiséis capítulos la historia de Jack Budrrige, un chico de veinticuatro años que sale a la calle con una identidad falsa tras haber permanecido encarcelado desde que con doce años, y en compañía del niño B, asesinó a una compañera de colegio. B era un chico con graves problemas familiares y A sufría una severa situación de acoso escolar. De manera que A y B se convirtieron en alumnos que faltaban a clase casi a diario, para alivio de sus profesores, y que callejeaban y se divertían rompiendo mobiliario urbano, robando caramelos... hasta que un buen día asesinaron a Ángela. Naturalmente la brutalidad del crimen dio alas a la prensa sensacionalista - The Sun - y a los instintos más primarios de la sociedad. De manera que la identidad de estos menores debió ser protegida por las autoridades con los sobrenombres de niño A y niño B. A pesar de su edad fueron juzgados, pues la ley británica lo permitía, y condenados.
Al cabo de doce años de internamiento en centros de menores y otras instituciones penitenciarias, el niño A va a salir en libertad - B apareció ahorcado un día en su celda, presunto suicidio -. La prensa y la sociedad no han olvidado el crimen, de manera que para su reinserción se ha creado un nueva vida e identidad para A: Jack Burridge, un joven con antecedentes por algún robo menor, recién llegado a Manchester donde tendrá un trabajo de repartidor. En esta nueva vida Jack estará acompañado por su tío Terry. Terry es en realidad el asistente social que se ha ocupado de él desde que fue detenido. Entre ellos se ha forjado una excelente relación durante esos años. Terry es un hombre entregado a su trabajo que ha descuidado su vida familiar. La vida no va a ser fácil para Jack; la prensa pretenderá localizarle, vivirá siempre bajo el temor de ser reconocido o de equivocarse sobre su falsa vida, bajo la obligación de vivir siempre en una mentira que no puede desvelar, y, además, puesto que fue encerrado siendo un niño y sale a la calle siendo un joven veinteañero, ha pasado encarcelado toda su adolescencia de manera que son muchas las cosas de la vida que ignora, empezando por las referentes al amor y al sexo, y tampoco está acostumbrado a beber alcohol.
Sin duda el niño A cometió un horrendo crimen, pero el joven Jack es un muchacho débil que se esfuerza por hacer las cosas bien y que, inevitablemente, resulta simpático al lector, que le coge afecto al margen de su pasado. Nos recuerda así a Little boy blue. Son muchas las cuestiones sobre las que Niño A nos obliga a reflexionar; las obvias sobre los delitos y las penas, la responsabilidad penal de los menores, la reinserción, etc., pero también sobre las relaciones familiares, el papel de padres y profesores en la educación, el de las personas como Terry entregadas a su trabajo, la dificultad de vivir una identidad falsa, la relación entre mentira y amor, el lugar de la prensa sensacionalista...
El asesinato de un niño de dos años a manos de otros dos de diez en Liverpool en febrero de 1993, un caso que conmocionó al Reino Unido y al mundo, inspiró a Jonathan Trigell (Welwyn Garden City, 1974) al escribir Niño A, su primera novela.

viernes, 28 de julio de 2017

Bandi, La acusación

Kim Il Sung en un mural propagandístico. Foto de Chris Ford.

Pero en este país incluso llorar está considerado un acto de sedición y podía suponer una condena a muerte. La ley exige que la gente sonría pese a sus sufrimientos y cada uno debe tragarse solo su amargura.

Un campesino perdió una cosecha de arroz y fue declarado enemigo del partido; sus hijos han sufrido siempre las consecuencias, pero también ese estigma familiar impide a su nieto de ocho años ser delegado de su clase a pesar de ser el alumno más brillante. Una mujer, de familia adicta al régimen, cierra las cortinas porque la estatua de Marx asusta a su niño de dos años; es acusada de espionaje porque cerrando las cortinas usa algún código para comunicarse con alguien. Un hombre que creyó que el futuro traería una vida mejor se desengaña en la vejez ante la miseria que le rodea. A otro al acabar el servicio militar le metieron en un camión y le llevaron al lugar donde debe vivir y trabajar el resto de su vida; cuando su madre está al borde de la muerte le niegan el permiso para viajar a verla. Una anciana vive una peripecia que le permite comprender la diferencia entre la propaganda y la realidad. El hijo de un policía que se atreve, durante el luto por la muerte del Gran Líder, a decir a su padre:

Una vida honesta sólo puede construirse en un mundo libre. en estos momentos, en los oratorios hay gente hambrienta porque no ha recibido su ración de alimentos desde hace tres meses, y pese a todo están llorando al muerto. Incluso hay una madre que llora al Gran Líder cuando su hijo acaba de morir después de que le mordiese una serpiente mientras cogía flores. ¿Crees que son sinceros? Venga, responde. ¿No te asusta esta realidad que transforma al pueblo en un puñado de comediantes capaces de disimular perfectamente su dolor?

- palabras que nos recuerdan a las de Heda Margolius Kovály que citamos en la primera entrada de este blog - es contrario al régimen y considera que todo es una representación.
Estas pequeñas historias, casi anecdóticas, forman en su conjunto un mosaico demoledor que bien merece su título; La acusación. La acusación que sostiene que el régimen norcoreano es una seta venenosa que debe ser arrancada de la tierra. Tienen estos relatos un sustrato común; la falta de libertad siquiera para emprender un viaje a pie, el desabastecimiento de alimentos y de carbón, la omnipresencia de la policía y de los representantes del partido, la imposibilidad de quejarse aunque sea de lo más nimio, la supeditación de la vida de las personas a los intereses del dictador, los campos de trabajo, el miedo, el convencimiento de que más vale huir del país en una frágil embarcación... el sustrato, en fin, común a todas las dictaduras, que tienen en la norcoreana el ejemplo de una de las más horribles.
Bandi - que significa Luciérnaga - es el seudónimo con el que se preserva la identidad de un escritor norcoreano, al parecer nacido en Hamgyeong en 1950. La acusación recoge siete relatos que este escritor consiguió que salieran del país, en su manuscrito original escrito en los años noventa, en 2013. En 2014 el libro se publicó en Corea del Sur; es la primera obra literaria de un escritor norcoreano que sigue viviendo en el país que se publica fuera de él. ¿Sabrá Bandi que su acusación se está publicando en diversos países y lenguas el mundo? Si es así, se sentirá satisfecho. A nosotros nos queda cumplir la petición que nos hace en los conmovedores versos finales de su libro; leer sus palabras. Leer sus palabras, solidarizarnos con los habitantes de Corea del Norte que tienen en la familia, como vemos en La acusación, el motivo único por el que merece la pena vivir, y desear que su país sea libre cuanto antes.
Libros del Asteroide - y Edicions del Periscopi en catalán - nos ha traído La acusación en mayo de 2017. Un libro imprescindible por su valor como documento y como denuncia - y por su carácter insólito - escrito con un estilo sencillo, realista, carente de retoricismo y digresiones. Cuando hay verdad en lo que se cuenta, sobran los adornos.

jueves, 20 de julio de 2017

Maggie O'Farrell, Instrucciones para una ola de calor

La gente se refresca durante la ola de calor de 1976.
En 1976 el Reino Unido sufrió la mayor sequía y ola de calor de su historia, hasta el punto de que se dictó un decreto que imponía restricciones en el uso y consumo de agua.
En cuatro días de ese caluroso mes de julio sitúa Maggie O'Farrell la acción de Instrucciones para una ola de calor (2013; Salamandra, 2013).
Después de una vida saliendo de casa cada mañana a las siete menos cuarto con rigurosa puntualidad para ir al banco, Robert Riordan parece no adaptarse a su jubilación. El 15 de julio sale de casa a por el periódico y no vuelve. Gretta, su esposa, avisa a sus hijos. Michael Francis, el mayor, Monica, apenas diez meses menor que su hermano, y Aoife, la pequeña, nueve años menor. Gretta es una mujer irlandesa de humilde extracción social, impulsiva, desordenada, habladora, que ha dedicado su vida a criar a sus hijos mientras Robert ascendía en el banco e intentaba disimular su origen irlandés. Michael Francis vive cerca de su madre, fue un excelente estudiante pero un desliz truncó su futuro académico y se gana la vida como profesor de historia en un colegio. Cuando le conocemos su matrimonio está en plena crisis. También el de Monica, que vive en Gloucestershire, que ha sido siempre la mandona, la cabeza pensante de la familia, la hija preferida. Aoife, rara desde pequeña, vive en Nueva York y es la oveja descarriada.
La reunión de la familia para buscar al padre nos llevará a conocer diversos secretos familiares (como ocurría en La extraña desaparición de Esme Lennox), estratificados, cada vez más profundos y cada vez más antiguos. Al mismo tiempo iremos conociendo el presente de cada uno y su pasado, la infancia de los hijos, la juventud de la madre. Y el pasado del padre, que los hijos desconocen y que explica su escapada. Como telón de fondo siempre presente, la condición de irlandeses emigrados a Londres y el desprecio de los ingleses hacia los irlandeses. Naturalmente, esos cuatro días de julio cambiará para siempre la vida de esta familia y la da cada uno de sus miembros.
Maggie O'Farrell vuelve a demostrarnos su destreza narrativa con una historia compleja, de ritmo pausado, y unos personajes profundamente humanos que nos resultan muy interesantes en su presente, pero más aún en su infancia pues en ella todos reconocemos momentos de la nuestra. Así, siendo todos personajes ricos que no nos dejan indiferentes, Gretta, la madre, resulta especialmente entrañable y tierna por mucho que en ella sus hijos vean un montón de defectos.
O'Farrell es una gran novelista capaz de crear, con estructuras narrativas complejas hábilmente utilizadas y un estilo cuidado y un humor sutil, ricos relatos, que nos emocionan, nos hacen pensar y tienen como trasfondo la familia y sus secretos, las relaciones familiares, los sentimientos más básicos. Libros del Asteroide ha publicado este año Tenía que ser aquí, su ultima novela.

miércoles, 12 de julio de 2017

Noah Hawley, Antes de la caída

La noche del viernes 23 de agosto de 2015 un jet privado despega de la isla de Martha's Vineyard, Massachusetts; un vuelo de treinta minutos a Nueva York. Viajan los tres tripulantes - piloto, copiloto y azafata -, David Bateman, su familia y su guardaespaldas, un matrimonio amigo, los Kipling, y Scott Burroughts, un pintor al que apenas conocen pero al que han ofrecido viajar con ellos evitando el ferry y la carretera. Dieciocho minutos más tarde el avión se estrella en el mar. Dos supervivientes consiguen llegar a la costa; el pintor y el menor de los Bateman.
La investigación se complica desde el principio - con atención desde la Casa Blanca - debido a la identidad de los pasajeros; dos de los más importantes millonarios de Nueva York. David Bateman se ha hecho millonario con una cadena de televisión que crea noticias al estilo populista de la extrema derecha. Su joven esposa abandonó su carrera de maestra para atender a sus hijos; Rachel, de nueve años, que fue secuestrada en 2008 - por ello la permanente presencia del equipo de seguridad de la familia - y J.J., de cuatro años. Ben Kipling, también millonario, está siendo investigado por Hacienda y va a ser acusado al día siguiente por blanquear dinero de países como Irán o Corea del Norte. ¿Un accidente, un fallo humano o mecánico, un atentado? Además, el lector piensa inevitablemente en el piloto loco de Germanwings.
La vida del superviviente, Scott Burroughts, que ha superado una etapa de fuerte relación con el alcohol, está marcada por la muerte de su hermana, ahogada en el lago Michigan a los dieciséis años, por ello sus cuadros representan catástrofes. Ahora, claro, siente un fuerte lazo afectivo con el niño Bateman, al que ha salvado nadando durante horas en el océano.
A partir de aquí, Antes de la caída alterna el presente de las tres semanas de investigación, con el relato del pasado de los personajes. Los Bateman, los Kipling, Scott, pero no sólo ellos. Porque también el guardaespaldas israelí, los miembros de la tripulación, la tía de J.J., que se hace cargo del niño, y su marido Doug, un hipster defensor de lo natural y todas esas vainas al que le brillan los ojos pensando en apropiarse de los millones que el niño va a heredar, los investigadores del caso... y hasta la madre del piloto, y, por supuesto, Bill Cunningham, el presentador estrella de la cadena televisiva de David Bateman, que monta un circo mediático en torno a la catástrofe, tienen todos ellos vidas ricas en matices, complejidades, secretos, incoherencias, problemas, preocupaciones, intereses...
De esta manera, desde la investigación del accidente y desde este rico panorama de vidas y personalidades, Antes de la caída nos habla de la condición humana, del sentido de la vida, de la trascendente participación en ella del azar, de distintas maneras de enfrentarse a la muerte y al duelo, de la desgracia de que las circunstancias de la vida puedan convertirte en objeto de interés de los medios de comunicación...
Párrafo a parte merece la reflexión sobre los medios. Ya pasaron los tiempos en los que Woodward y Bernstein fueron nuestros héroes, en los que la misión de los medios de comunicación era informar con objetividad, rigor e independencia sobre lo que pasaba. Hoy los medios (buena parte de ellos) - ese repugnante Bill Cunningham - se ocupan de crear mentiras para convertirlas en verdad a base de difundirlas - es tan fácil pensar en Trump leyendo Antes de la caída, pero no hace falta irse tan lejos para ver como hay grupos de comunicación que encumbran o derrocan líderes políticos, que crean de la nada partidos populistas, que sostienen groseras mentiras elaboradas por algunos gobernantes -. Posverdad, lo llaman. Es cierto que siempre nos entretuvimos con la basura de la prensa rosa, que dábamos por natural la manipulación de la prensa deportiva - cómo ha degenerado -, pero la prensa "seria" era otra cosa. Aunque tampoco nos llevemos las manos a la cabeza; la posverdad, por moderna que nos parezca, la inventó Goebbles. ¿O fue Procopio?
Hemos visto en otras ocasiones cómo las editoriales, con la intención de incrementar las ventas, cuelan en colecciones de novela negra libros que no lo son. En esta ocasión sí es adecuado que Antes de la caída aparezca en el sello Roja y negra, sin embargo, la etiqueta puede provocar que quienes desprecian el género no valoren como se merece esta muy buena novela, lo que sí harían si se hubiera publicado bajo otro sello editorial. Hasta se pondrían filosóficos.
Noah Hawley (Nueva York, 1967), escritor, guionista, productor de diversas series televisivas como Bones o Fargo, es autor de seis novelas, de las que Antes de la caída (2016; Penguin Random House, 2016) es la única traducida en España.

martes, 4 de julio de 2017

Friedrich Christian Delius, Retrato de la madre de joven

Una tarde de enero de 1943 una joven alemana, de veintiún años y embarazada, sale del hogar de las diaconisas de Kaiserswerth, en vía Alessandro Farnese, donde se encuentra alojada para dirigirse a la iglesia protestante de via Sicilia y asistir en el templo a un concierto de música sacra, un regalo en plena guerra,
Margarita, que así se llama la chica, es alemana, ha llegado a Roma un par de meses antes para reunirse con su esposo, con quien apenas ha convivido, pues, al poco de casarse, en el verano de 1941, él partió hacia el frente ruso, de donde volvió con una herida en la pierna que nunca ha llegado a curar bien, por ello le dieron un destino tranquilo en una oficina de la Roma ocupada, y allí que se marchó Margarita para estar con él en los últimos meses de su embarazo, pero a los tres días de llegar, tras la derrota en El Alamein, él fue destinado, a otra oficina sí, pero en Túnez, en el frente africano,
y ahora ella camina por las calles de Roma, como le ha aconsejado el médico, un paseo de tres cuartos de hora, en el que la acompañamos a ella, y a sus pensamientos y recuerdos, y al niño - ¿qué será, niño o niña? - que da pataditas de vez en cuando, y en ese camino, en el que se cruza sólo con unos pocos civiles italianos, cuyo idioma desconoce y de los que recela desde que uno intentó tocarla en el tranvía, y con un montón de monumentos que desconoce y la sorprenden, la vamos conociendo; es una joven del norte de Alemania - de Bad Doberan, junto a Rostock - que ha recibido una firme formación religiosa de sus padres, se ha casado con un joven pastor protestante, hombre culto y educado, que le da cariñosos consejos en las cartas que envía desde Túnez,
la sabiduría de Gert, el esposo, y la formación de los padres, la ayudan a afrontar con entereza la situación en la que se encuentra - sola, tan lejos de casa y en plena guerra -, a superar la contradicción que encuentra entre el mensaje de la cruz y el de la cruz gamada, a esperar con ilusión el nacimiento del hijo e imaginar el futuro, a desear (en silencio, como todos) que la guerra acabe pronto porque ya están cansados de tantos muertos, porque cada vez va peor y ya se adivina la derrota ante los aliados  - ingleses y norteamericanos son cristianos también - más que un final victorioso por más que en ello se empeñen los carteles que ve - vincere - en las calles de Roma, a alegrarse de la herida de Gert, que le trajo de Rusia y ahora le retiene en Túnez en una oficina lejos de las balas, más vale así y ojalá empeore lo justo para que requiera volver a Roma a tratarse en el hospital...
Friedrich Christian Delius nació a principios de febrero de 1943 en Roma, autor de varias novelas, escribió en 2006 Retrato de la madre de joven (Sajalín, 2011), donde retrata a su madre paseando embarazada por Roma, dejando fluir sus pensamientos sin interrupción, para lo que se vale, formalmente, de un relato carente de puntos, en el que sólo emplea comas, para no interrumpir el flujo del pensamiento, pero marcando breves párrafos para alivio del lector; una interesante idea de la que nace un relato, de poco más de cien páginas, de lectura no tan interesante,
esta novela y las otras dos publicadas por Sajalín son las únicas traducidas al castellano de la obra relativamente extensa de Delius.
Con la tecnología de Blogger.