domingo, 31 de diciembre de 2017

Nick Hornby, En picado

Escena de la versión cinematográfico.
Nochevieja. Martin ha decidido suicidarse hoy (su vida se fue a la mierda cuando se acostó con una chica de quince años). Maureen también ha decidido suicidarse hoy (cansada de una vida cuidando de su hijo discapacitado). Y Jess (la ha dejado el novio). Los tres coinciden en la azotea de la torre Topper's House, lugar favorito de los suicidas. La presencia inesperada de los demás impide el acto solitario del suicidio de cada uno de ellos. Entonces aparece en la azotea un repartidor - ¿alguien ha pedido una pizza? -, JJ, que también tiene motivos para saltar al vacío.
El variopinto grupo baja de la torre a intentar solucionar los problemas de alguno de ello. Al amanecer deciden quedar el día de San Valentín y valorar juntos si deben suicidarse o no. Pero las cosas se complican el mismo 2 de enero y los cuatro no pararán de vivir peripecias juntos hasta el 31 de marzo, pues deciden ampliar el plazo que se dieron. Y la noria de Londres como metáfora final.
En picado (2005; Anagrama, 2006), como sus otras novelas - Todo por una chica, por ejemplo -, demuestra la inteligencia de Nick Hornby (Maidenhead, 1957); su fino, divertido e irónico humor, su capacidad para invitarnos, como el que no quiere la cosa y sin obligarnos, a reflexionar sobre los pequeños y grandes problemas y paradojas de la vida, su dominio de la construcción narrativa. Sin narrador que medie o presente, la acción de En picado avanza mediante el relato alterno de los cuatro personajes - que se dirigen al lector -. De este modo obtenemos no sólo varias perspectivas de la historia, sino varias perspectivas (la de un famoso presentador de televisión que arruinó su vida, la de una mujer madura que parece anciana porque lleva veinte años sin salir de casa, la de una joven rebelde y malhablada, la de un norteamericano con sus sueños rotos) de múltiples aspectos de la vida.  Por su parte, el lector, que se divierte cuando estos disparatados personajes quieren suicidarse, se va entristeciendo a medida que los cuatro van encontrando motivos para no suicidarse y volviéndose más normales.
En picado ha sido llevada al cine en 2014. Primero Ediciones B y luego Anagrama han publicado en España la obra novelística de Nick Hornby a lo largo de los últimos veinte años.

sábado, 23 de diciembre de 2017

Maj Sjöwall y Per Wahlöö, Asesinato en el Savoy

Hotel Savoy, Malmoe.
Asesinato en el Savoy (1970; RBA, 2010) es la sexta de las novelas de la serie Martin Beck. En esta ocasión Sjöwall y Wahlöö, creadores con ella de la novela negra europea, deciden poner el foco más en la denuncia social que en la investigación policial.
Beck, en julio del 69, se desplaza a Malmoe, para investigar el asesinato de un importante industrial. Viktor Palmgren ha recibido un disparo en la cabeza mientras cenaba con su esposa y los más importantes ejecutivos de su grupo de empresas en el restaurante del hotel Savoy. Los negocios de Palmgren en Suecia no son más que una tapadera de los otros más oscuros que realiza en Portugal, sus colonias africanas y otros países lejanos. Pero:

Su dinero le procuraba influencia, un poco por todas partes. La sociedad, tal y como es hoy en día, depende de que haya gente como Palmgren y Broberg. Son, en cierto sentido, piezas necesarias para el funcionamiento del país, más incluso que el Gobierno, el Parlamento o instituciones por el estilo. Por eso también las persona como nosotros debemos aceptarlos.

Por eso, es un asesinato que preocupa al gobierno, que desea una rápida resolución de la investigación.
La investigación no es fácil porque:

Estocolmo era en realidad una jungla urbana, donde la drogadicción y la perversidad medraban como nunca; donde usureros sin escrúpulos, de forma completamente legal, se lucraban con la pornografía más sucia y repulsiva; donde crecía como la espuma el número de delincuentes profesionales, cada día mejor organizados. Además, comenzaba surgir, especialmente entre los más ancianos, una nueva forma de proletariado depauperado; la inflación había puesto los precios por las nubes y los últimos estudios revelaban que muchos pensionistas se veían obligados a comprar comida para gatos y perros para salir adelante.
El aumento constante del alcoholismo - que siempre había sido un problema - y la delincuencia juvenil sólo sorprendían ya a los responsables de los ministerios y a las personas del Gobierno. (...)
Con el beneplácito de los urbanistas, las grúas de los especuladores inmobiliarios y las excavadoras de los presuntos expertos de tráfico habían arrasado la mayor parte de la vieja arquitectura (...)
Por su aspecto, venía a ser uno más entre tantos proyectos inmobiliarios chapuceros y fraudulentos de los últimos tiempos. Un montón de bloques en mitad de ninguna parte, levantados a toda prisa y con descuido, con el único objetivo de reportar el mayor beneficio posible a los promotores y que, al mismo tiempo, contagiaban su carácter anodino y desabrido a la pobre gente obligada a vivir en ellos. Y como la escasez de vivienda había sido fomentada artificialmente por toda una serie de medidas políticas fraudulentas, hasta pisos como esos resultaban atractivos y se alquilaban a precios más bien astronómicos.

Este panorama, que puede parecernos bien actual, corresponde ya a hace casi medio siglo. Y en este panorama el asesino de alguien como Viktor Palmgren puede ser un ejecutivo agresivo ávido de tomar el poder de la empresa, un terrorista, un drogadicto, un exempleado condenado al paro y al desahucio... En manos de Beck y los suyos queda resolverlo.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Jack London, La llamada de lo salvaje

La llamada de lo salvaje (1903) es un buen ejemplo de esa estupenda literatura de aventuras que a lo largo del siglo XX convirtió a tantos adolescentes en buenos lectores, pero que hoy ha perdido gran parte de su fuerza. Siguen siendo buenas novelas, pero no tienen ya, en este mundo de otros ritmos y técnicas narrativas, el poder de atracción que tuvieron. No es tan extraño; también excelentes películas de hace tres o cuatro décadas nos resultan hoy no ya lentas sino un tanto antiguas.
Buck, mezcla de san bernardo y collie, es un perro que lleva una vida tan acomodada y feliz como la de la familia a la que pertenece, en California, hasta el día en que es robado y luego vendido. Son los tiempos de la fiebre del oro y Buck se convertirá en perro de trineo. Buck demostrará siempre su capacidad de adaptación, su carácter excepcional y su condición de líder. Poco a poco se adaptará a sus nueva vida y a los distintos amos por cuyas manos pasa. Al mismo tiempo, se van despertando en él los instintos salvajes adormecidos por varias generaciones de perros domésticos; hasta el punto de que cada vez es más fuerte la llamada de la naturaleza que le va llevando a alejarse de la civilización humana.
Paradójicamente, sin embargo, el comportamiento, el razonamiento y los sentimientos de Buck, y de los demás perros de la novela, están tan personificados por el narrador omnisciente que bien podríamos buscar en su lectura un trasfondo alegórico. Pero no trata La llamada de lo salvaje de enaltecer la vida natural frente a la barbarie de la civilización. Tampoco - estas estupideces son más modernas - de exaltar la nobleza animal frente a la perversidad humana: encontramos en ella perros y hombres nobles y perros y hombres despreciables. Para colmo, la ideología - digamos solidaria - que podemos deducir cuando Buck es secuestrado y maltratado resulta contradictoria con la ideología - digamos individualista - que nos propone el final de la novela. Simplemente explota el filón de la sensiblería con los animalitos, que nunca falla, y la tópica asociación entre naturaleza y libertad, que tampoco falla.
Jack London (San Francisco, 1876 - Glen Ellen, 1916), autor de novelas de gran éxito y popularidad, viajó hacia Alaska por la ruta de la fiebre del oro unos años antes de escribir La llamada de lo salvaje. Del viaje volvió enfermo y se dedicó a escribir novelas ambientadas en ese entorno que había conocido bien. Reino de Cordelia acaba de iniciar la publicación de la obra completa de London en tres volúmenes.
La edición española más antigua de esta novela es de 1939. Y, tras otra de 1951, a partir de 1970 La llamada de lo salvaje ha sido profusamente editada. La edición de 2004 de El País incluye el interesante relato breve Finis; un hombre enfermo de escorbuto, rodeado de frío y hambre, vislumbra su salvación en matar a los dueños de un trineo para robárselo y huir al sur, al sol y a la civilización. Pero las cosas suelen resultar más complicadas de como las planeamos, incluso el día de Navidad.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Giorgio Fontana, Por ley superior

Via Padova, Milán.

Yo perdí un amigo por culpa de gente así, Elena, un magistrado como yo, mejor que yo, una persona maravillosa. Un buen día lo pararon en la calle y le dispararon tres balas en el estómago. Habían concluido que también él formaba parte del sistema y que estaba equivocado y se acabó: pensaban que eran revolucionarios al servicio de los pobres y, sin embargo, sólo eran bestias. Es lo único que me enseñó el terrorismo: a nunca, nunca creerse superior a la leyes que se nos han consignado.

Habla así Roberto Doni - protagonista de Por ley superior (2011; Libros del Asteroide, 2017) - de Giacomo Colnaghi - protagonista de Muerte de un hombre feliz (2014; Libros del Asteroide, 2016) -. Es evidente que la segunda novela - que a nosotros nos llegó la primera - estaba ya más que pensada en la cabeza de Giorgio Fontana cuando escribió Por ley superior.
La acción de Por ley superior transcurre treinta años después de la de Muerte de un hombre feliz. Roberto Doni es ahora fiscal general sustituto de Milán, tiene sesenta y cinco años y lleva una vida tranquila y burguesa con su esposa - una copa de vino, música clásica en el cd -. Entristecido por la ausencia de su hija, estudiante en una universidad estadounidense, que apenas contesta sus correos. Doni ejerce su profesión con la escrupulosidad que le corresponde, con respeto y en el cumplimiento de la ley. La ley es la base de la justicia.
Su vida tranquila se rompe cuando una periodista le escribe un correo pidiéndole que pida la absolución de un tunecino acusado de disparar a una joven italiana. A pesar de resultarle irregular, Doni accede a escuchar a la periodista: Jaled, el acusado, es inocente, no estaba en el lugar del crimen pero no puede probarse porque quienes pueden hacerlo temen perder el permiso de residencia o sufrir represalias de los verdaderos culpables. La relación con Elena, la periodista, llevará a Doni a realizar una de esos viajes a lugares lejanos que se encuentran a un par de estaciones de metro de nuestro mundo. Así, Doni sale del centro de Milán y conoce Via Padova, uno de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad en el que conviven, entre el olor de sudores, orines y otros cientos de aromas, inmigrantes norteafricanos, asiáticos, sudamericanos... conocer este mundo, que tiene sus propias leyes, afectará a Doni que se verá obligado a replantearse sus conceptos sobre la ley, la justicia, la verdad y la relación entre ellos. Nos sitúa así Por ley superior ante el conflicto entre ética y justicia. A él se enfrenta Doni con la luz débil pero poderosa de las velas de los cuadros de George de La Tour que tanto le fascinan.
Suele ser la juventud el momento de las grandes decisiones, pero a veces la vida, como a Roberto Doni, nos enfrenta a ellas en momentos tardíos e inesperados:

Lo perderé todo. Crearé dificultades a mi mujer y a mi hija. ¿Y debería hacerlo por un tunecino al que nunca he visto y que tal vez se lo haya inventado todo? No es justo.

Doni explica a Elena que una inscripción latina del Palacio de Justicia de Milán reza: "hágase justicia para que no perezca el mundo". Pero pocos saben que la inscripción fue enmendada durante el fascismo, pues originalmente decía "hágase justicia aunque perezca el mundo".
Se puede objetar - como si no ocurriera en tantas narraciones novelísticas, fílmicas o televisivas, o en la misma vida real - que parece un tanto inverosímil que un magistrado conservador en los últimos años de su carrera siga los pasos que una periodista idealista le marca, es decir, que el argumento de esta novela está al servicio de la cuestión sobre la que Fontana quiere hacernos reflexionar. Sin embargo, el equilibro entre lo literario y lo ideológico, por así decirlo, resulta razonable y, por tanto, podemos afirmar que estamos ante una novela y no ante un ensayo camuflado y que Por ley superior confirma lo que ya sabíamos por Muerte de un hombre feliz; Giorgio Fontana, dada su juventud, probablemente será uno de los escritores más destacados de las próximas décadas. Por el momento conocemos estas dos de sus cinco novelas, escritas con apenas treinta años, que nos lo muestran como un autor capaz de plantearnos importantes y graves dilemas con un estilo sencillo y claro, novelas profundas de lectura ligera.
Con la tecnología de Blogger.