sábado, 28 de octubre de 2017

Ted Lewis, Carter

High Street, Scunthorpe, en los años sesenta.

La lluvia llovía.

Dice el primer párrafo de Carter.
Jack Carter es un matón profesional al servicio de unos mafiosos de Londres que viaja a su ciudad natal - una ciudad sin nombre del norte de Inglaterra (Scunthorpe) -, por primera vez en ocho años, para asistir al funeral de su hermano Frank. Frank ha muerto en un accidente de tráfico; conducía borracho. Pero Jack conoce bien a su hermano y sabe que nunca conduciría borracho y que ha sido asesinado. Dedica los cuatro días que pasa en la ciudad a intentar averiguar quién lo ha matado. Esto le acabará enfrentando a todos los mafiosos y delincuentes locales, e, incluso, a sus jefes. Nadie sabe nada, pero todo el mundo tiene alguna implicación en la muerte de Frank, un tipo recto y honrado. Jack acabará descubriendo lo ocurrido y el papel que en ello juega su sobrina de quince años. De paso, conoceremos el pasado de Jack y su relación y su enfrentamiento con Frank. La novela se cierra con un magnífico e inesperado final.
Un relato en primera persona narrado por un delincuente que realiza una investigación en solitario movido por la venganza. Le mueve la venganza, sí, pero Jack Carter es un tipo duro, frío y profesional y por eso la narración se caracteriza por un estilo objetivo, frío, duro, sin concesiones y desnudo de adjetivos que presenta los hechos sin comentarlos, con una prosa telegráfica, lacónica, y un modo muy cinematográfico - quizá por ello tuvo gran éxito la película, protagonizada por Michael Caine, que versionó la novela un año después de su publicación -. Igual de frío que el estilo es el ambiente de la historia; el propio de las ciudades grises y lluviosas dedicadas a la industria siderúrgica. Estilo y ambiente que vinculan Carter con la novela social de mediados del siglo XX y con el hard boiled norteamericano.
Así, Carter, inspirada en el asesinato de Angus Sibbet (vinculado a la mafia local de las tragaperras) ocurrido en Newcastle en 1967, tuvo en 1970, en la cuna de la novela enigma, un carácter fundacional de la novela negra británica y se inscribe en una de las variantes del género; la del vengador, el criminal solitario que se enfrenta a todos para resolver un asunto que a nadie interesa destapar. Recordemos que en esos mismos años Sjöwall y Wahlöö están publicando las novelas de la serie de Martin Beck que ponen las bases de la novela negra europea.
Ted Lewis (Manchester, 1940 - Londres, 1982) es autor de siete novelas. Jakc's return home es la segunda de ellas. El éxito de la versión cinematográfica de 1971, Get Carter, ha provocado que posteriores ediciones en inglés se hayan titulado así o, simplemente Carter, como nos la presenta Sajalín en 2017. La única edición en castellano anterior es argentina, de 1974, y adopta el título castellano de la película, Asesino implacable. Luego Lewis escribió otras dos novelas protagonizadas por Jack Carter, precuelas de los acontecimientos de Carter.

viernes, 20 de octubre de 2017

Alexis Ravelo, La estrategia del pequinés

En La estrategia del pequinés hay crímenes, delitos, robos, tiroteos, tráfico de drogas, mafias. Sin embargo creo que hay que poner reparos a la hora de considerarla una novela criminal pues no hay en ella realmente el elemento definidor del género; la investigación. Es más bien una novela de acción - bastante trepidante - llena de elementos que aseguran que resulte interesante al lector. Todos estos turbios asuntos están protagonizados por tipos duros, maleantes de cuarta, perdedores necesitados de dinero, una tía buena que ejerce la prostitución cuando la vida lo requiere y se desarrollan en un paisaje, a priori inesperado para el crimen; el del plácido clima de Gran Canaria. Y todo ello recreado con el lenguaje y el ritmo narrativo adecuados y las dosis imprescindibles de ironía y de diálogos ingeniosos y las gotas imprescindibles de amor.
Algo le sale mal al representante en Las Palmas de una mafia de la droga dirigida desde Barcelona y sus jefes deciden no perdonarle la pasta. Como no la tiene, decide con audacia robar a sus propios jefes. Para ello prepara el golpe, busca una coartada y pone el asunto en manos de El Rubio. El pasado del Rubio no es muy limpio pero ahora se gana la vida honradamente como jefe de seguridad de un hotel. Sin embargo, le gustaría tener el dinero suficiente para tratar la enfermedad de su mujer. El Rubio completa su equipo con Tito Palmera, un perdedor, de pasado oscuro también, que desea abrir una cafetería y vivir tranquilo del negocio y con Cora, prostituta de lujo cuando los tiempos van mal. Después del robo las cosas se complicarán y los unos y los otros se perseguirán intentando saber qué ha pasado, quién es quién y donde está el dinero. Naturalmente, habrá bastantes muertos y el autor no tiene piedad siquiera de personajes por los que el lector toma partido. Mientras pasa todo esto, damos un paseo por los distintos rincones de Gran Canaria, en general, y por los distintos barrios de Las Palmas, en particular.
Alexis Ravelo, nacido en Las Palmas en 1971, es autor de varias de las novelas, de las que La estrategia del pequinés (Alrevés, 2013, y en ediciones posteriores, Penguin Random House) es la que ha alcanzado mayor reconocimiento.

jueves, 12 de octubre de 2017

Elizabeth Smart, En Grand Central Station me senté y lloré

En Grand Central Station me senté y lloré es un libro de culto, quizá por eso Periférica lo eligió para inaugurar el catálogo de su colección Largo Recorrido en 2009. Pero no se trata de una novela sino de un obra de prosa poética a través de la cual la autora expresa su sentimiento y su pasión en un texto plagado de referencias intertextuales sólo al alcance de un lector cultor buen conocedor de la literatura en lengua inglesa. Naturalmente, si uno es un lector más normalito, puede leerlo y no sentirse abrumado. Aun así la relevancia de estas citas es tal que la traductora ha decidido explicarlas, no con notas a pie de páginas - entorpecerían la lectura - sino en una nota final de varias páginas - que hace que el lector las descubra tarde. Prosa poética, referencias literarias, ausencia de acción... pero el estilo no es especialmente retórico, refleja bien el estado anímico de Elizabeth, y la lectura resulta ágil, tiene la fuerza de un diario volcánico y no la calma de una mirada retrospectiva, pues fue escrito en plena relación. Seguramente, una lectura excelente para lectores exquisitos.
En este libro de título bello y evocador, Elizabeth Smart (Ottawa, 1913 - Londres, 1986) nos muestra el amor apasionado, obsesivo y doloroso que mantuvo con el poeta británico George Barker. Del que se enamoró sin conocerle; leyendo sus poemas. Decidió conquistarle y lo logró. La relación no fue fácil sino turbulenta; mientras la mantenían - con la oposición de la familia de ella - y tenían hijos, él mantuvo su matrimonio y tenía hijos con su esposa. En Grand Central Station me senté y lloré se publicó en 1945, pero alcanzó el éxito con su reedición en 1966. El resto de la obra de Elizabeth Smart se publicó póstumamente.

domingo, 1 de octubre de 2017

Henning Mankell, Zapatos italianos

Fredrik Welin, médico jubilado, vive solo en una fría isla que heredó de sus abuelos intentando mantener el menor contacto posible con el mundo. Hace años cometió un gravísimo error en el quirófano que explica su voluntario e impuesto exilio. Envejecer viendo pasar los días es su intención. Hasta que una buena mañana, insólitamente, una mujer aparece caminando con un andador por el hielo. Es Harriet, una antigua novia de los tiempos de la universidad, a la que abandonó sin despedirse. Viene a buscarle, enferma terminal, para que él cumpla su vieja promesa de llevarla a una laguna de la que siempre le hablaba. Y, lo sabremos luego, decirle que cuando la abandonó estaba embarazada y tuvo una hija suya. Semejante revelación, al cabo de varias décadas, naturalmente, revuelve la vida de Fredrik.
¿Cómo enfrentarse en la vejez a la noticia de que se tiene una hija adulta?, ¿cómo se queda uno?, ¿qué hacer?. Fredirk, acomodado al paisaje solitario, frío y gris de su isla, perfecto para su conciencia atormentada por la culpa que arrastra desde el día de su fatal error médico, se ve obligado a viajar con Harriet a la vieja laguna, a conocer a su hija Louise, a cuidar de ambas. Y, sobre todo, a viajar a su pasado; a recordar su juventud con Harriet, cómo y por qué la abandonó sin explicaciones, a su error lamentable y la necesidad de encontrar el perdón de la mujer que fue víctima de él, a replantearse la vida cuando ya la daba casi por acabada.
La soledad, la vejez, el pasado, el futuro, el amor, la culpa, la revisión de una vida... temas eternos a los que Fredrik Welin se enfrenta en este relato reflexivo al que la narración en primera persona, naturalmente, dota de mayor emoción y capacidad de conmover al lector. Aunque el protagonista sea Welin, Zapatos italianos, como tantos otras de Henning Mankell, es una novela de fuertes y decisivos personajes femeninos.
Zapatos italianos (2006; Tusquets, 2007) nos presenta a Fredrik Welin, que protagoniza también otras dos novelas; Botas de lluvia suecas, publicada póstumamente en 2016 y After the fire, que aparecerá en inglés el próximo día 5 de octubre, coincidiendo con el segundo aniversario de la muerte de Mankell.
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