viernes, 28 de julio de 2017

Bandi, La acusación

Kim Il Sung en un mural propagandístico. Foto de Chris Ford.

Pero en este país incluso llorar está considerado un acto de sedición y podía suponer una condena a muerte. La ley exige que la gente sonría pese a sus sufrimientos y cada uno debe tragarse solo su amargura.

Un campesino perdió una cosecha de arroz y fue declarado enemigo del partido; sus hijos han sufrido siempre las consecuencias, pero también ese estigma familiar impide a su nieto de ocho años ser delegado de su clase a pesar de ser el alumno más brillante. Una mujer, de familia adicta al régimen, cierra las cortinas porque la estatua de Marx asusta a su niño de dos años; es acusada de espionaje porque cerrando las cortinas usa algún código para comunicarse con alguien. Un hombre que creyó que el futuro traería una vida mejor se desengaña en la vejez ante la miseria que le rodea. A otro al acabar el servicio militar le metieron en un camión y le llevaron al lugar donde debe vivir y trabajar el resto de su vida; cuando su madre está al borde de la muerte le niegan el permiso para viajar a verla. Una anciana vive una peripecia que le permite comprender la diferencia entre la propaganda y la realidad. El hijo de un policía que se atreve, durante el luto por la muerte del Gran Líder, a decir a su padre:

Una vida honesta sólo puede construirse en un mundo libre. en estos momentos, en los oratorios hay gente hambrienta porque no ha recibido su ración de alimentos desde hace tres meses, y pese a todo están llorando al muerto. Incluso hay una madre que llora al Gran Líder cuando su hijo acaba de morir después de que le mordiese una serpiente mientras cogía flores. ¿Crees que son sinceros? Venga, responde. ¿No te asusta esta realidad que transforma al pueblo en un puñado de comediantes capaces de disimular perfectamente su dolor?

- palabras que nos recuerdan a las de Heda Margolius Kovály que citamos en la primera entrada de este blog - es contrario al régimen y considera que todo es una representación.
Estas pequeñas historias, casi anecdóticas, forman en su conjunto un mosaico demoledor que bien merece su título; La acusación. La acusación que sostiene que el régimen norcoreano es una seta venenosa que debe ser arrancada de la tierra. Tienen estos relatos un sustrato común; la falta de libertad siquiera para emprender un viaje a pie, el desabastecimiento de alimentos y de carbón, la omnipresencia de la policía y de los representantes del partido, la imposibilidad de quejarse aunque sea de lo más nimio, la supeditación de la vida de las personas a los intereses del dictador, los campos de trabajo, el miedo, el convencimiento de que más vale huir del país en una frágil embarcación... el sustrato, en fin, común a todas las dictaduras, que tienen en la norcoreana el ejemplo de una de las más horribles.
Bandi - que significa Luciérnaga - es el seudónimo con el que se preserva la identidad de un escritor norcoreano, al parecer nacido en Hamgyeong en 1950. La acusación recoge siete relatos que este escritor consiguió que salieran del país, en su manuscrito original escrito en los años noventa, en 2013. En 2014 el libro se publicó en Corea del Sur; es la primera obra literaria de un escritor norcoreano que sigue viviendo en el país que se publica fuera de él. ¿Sabrá Bandi que su acusación se está publicando en diversos países y lenguas el mundo? Si es así, se sentirá satisfecho. A nosotros nos queda cumplir la petición que nos hace en los conmovedores versos finales de su libro; leer sus palabras. Leer sus palabras, solidarizarnos con los habitantes de Corea del Norte que tienen en la familia, como vemos en La acusación, el motivo único por el que merece la pena vivir, y desear que su país sea libre cuanto antes.
Libros del Asteroide - y Edicions del Periscopi en catalán - nos ha traído La acusación en mayo de 2017. Un libro imprescindible por su valor como documento y como denuncia - y por su carácter insólito - escrito con un estilo sencillo, realista, carente de retoricismo y digresiones. Cuando hay verdad en lo que se cuenta, sobran los adornos.

jueves, 20 de julio de 2017

Maggie O'Farrell, Instrucciones para una ola de calor

La gente se refresca durante la ola de calor de 1976.
En 1976 el Reino Unido sufrió la mayor sequía y ola de calor de su historia, hasta el punto de que se dictó un decreto que imponía restricciones en el uso y consumo de agua.
En cuatro días de ese caluroso mes de julio sitúa Maggie O'Farrell la acción de Instrucciones para una ola de calor (2013; Salamandra, 2013).
Después de una vida saliendo de casa cada mañana a las siete menos cuarto con rigurosa puntualidad para ir al banco, Robert Riordan parece no adaptarse a su jubilación. El 15 de julio sale de casa a por el periódico y no vuelve. Gretta, su esposa, avisa a sus hijos. Michael Francis, el mayor, Monica, apenas diez meses menor que su hermano, y Aoife, la pequeña, nueve años menor. Gretta es una mujer irlandesa de humilde extracción social, impulsiva, desordenada, habladora, que ha dedicado su vida a criar a sus hijos mientras Robert ascendía en el banco e intentaba disimular su origen irlandés. Michael Francis vive cerca de su madre, fue un excelente estudiante pero un desliz truncó su futuro académico y se gana la vida como profesor de historia en un colegio. Cuando le conocemos su matrimonio está en plena crisis. También el de Monica, que vive en Gloucestershire, que ha sido siempre la mandona, la cabeza pensante de la familia, la hija preferida. Aoife, rara desde pequeña, vive en Nueva York y es la oveja descarriada.
La reunión de la familia para buscar al padre nos llevará a conocer diversos secretos familiares (como ocurría en La extraña desaparición de Esme Lennox), estratificados, cada vez más profundos y cada vez más antiguos. Al mismo tiempo iremos conociendo el presente de cada uno y su pasado, la infancia de los hijos, la juventud de la madre. Y el pasado del padre, que los hijos desconocen y que explica su escapada. Como telón de fondo siempre presente, la condición de irlandeses emigrados a Londres y el desprecio de los ingleses hacia los irlandeses. Naturalmente, esos cuatro días de julio cambiará para siempre la vida de esta familia y la da cada uno de sus miembros.
Maggie O'Farrell vuelve a demostrarnos su destreza narrativa con una historia compleja, de ritmo pausado, y unos personajes profundamente humanos que nos resultan muy interesantes en su presente, pero más aún en su infancia pues en ella todos reconocemos momentos de la nuestra. Así, siendo todos personajes ricos que no nos dejan indiferentes, Gretta, la madre, resulta especialmente entrañable y tierna por mucho que en ella sus hijos vean un montón de defectos.
O'Farrell es una gran novelista capaz de crear, con estructuras narrativas complejas hábilmente utilizadas y un estilo cuidado y un humor sutil, ricos relatos, que nos emocionan, nos hacen pensar y tienen como trasfondo la familia y sus secretos, las relaciones familiares, los sentimientos más básicos. Libros del Asteroide ha publicado este año Tenía que ser aquí, su ultima novela.

miércoles, 12 de julio de 2017

Noah Hawley, Antes de la caída

La noche del viernes 23 de agosto de 2015 un jet privado despega de la isla de Martha's Vineyard, Massachusetts; un vuelo de treinta minutos a Nueva York. Viajan los tres tripulantes - piloto, copiloto y azafata -, David Bateman, su familia y su guardaespaldas, un matrimonio amigo, los Kipling, y Scott Burroughts, un pintor al que apenas conocen pero al que han ofrecido viajar con ellos evitando el ferry y la carretera. Dieciocho minutos más tarde el avión se estrella en el mar. Dos supervivientes consiguen llegar a la costa; el pintor y el menor de los Bateman.
La investigación se complica desde el principio - con atención desde la Casa Blanca - debido a la identidad de los pasajeros; dos de los más importantes millonarios de Nueva York. David Bateman se ha hecho millonario con una cadena de televisión que crea noticias al estilo populista de la extrema derecha. Su joven esposa abandonó su carrera de maestra para atender a sus hijos; Rachel, de nueve años, que fue secuestrada en 2008 - por ello la permanente presencia del equipo de seguridad de la familia - y J.J., de cuatro años. Ben Kipling, también millonario, está siendo investigado por Hacienda y va a ser acusado al día siguiente por blanquear dinero de países como Irán o Corea del Norte. ¿Un accidente, un fallo humano o mecánico, un atentado? Además, el lector piensa inevitablemente en el piloto loco de Germanwings.
La vida del superviviente, Scott Burroughts, que ha superado una etapa de fuerte relación con el alcohol, está marcada por la muerte de su hermana, ahogada en el lago Michigan a los dieciséis años, por ello sus cuadros representan catástrofes. Ahora, claro, siente un fuerte lazo afectivo con el niño Bateman, al que ha salvado nadando durante horas en el océano.
A partir de aquí, Antes de la caída alterna el presente de las tres semanas de investigación, con el relato del pasado de los personajes. Los Bateman, los Kipling, Scott, pero no sólo ellos. Porque también el guardaespaldas israelí, los miembros de la tripulación, la tía de J.J., que se hace cargo del niño, y su marido Doug, un hipster defensor de lo natural y todas esas vainas al que le brillan los ojos pensando en apropiarse de los millones que el niño va a heredar, los investigadores del caso... y hasta la madre del piloto, y, por supuesto, Bill Cunningham, el presentador estrella de la cadena televisiva de David Bateman, que monta un circo mediático en torno a la catástrofe, tienen todos ellos vidas ricas en matices, complejidades, secretos, incoherencias, problemas, preocupaciones, intereses...
De esta manera, desde la investigación del accidente y desde este rico panorama de vidas y personalidades, Antes de la caída nos habla de la condición humana, del sentido de la vida, de la trascendente participación en ella del azar, de distintas maneras de enfrentarse a la muerte y al duelo, de la desgracia de que las circunstancias de la vida puedan convertirte en objeto de interés de los medios de comunicación...
Párrafo a parte merece la reflexión sobre los medios. Ya pasaron los tiempos en los que Woodward y Bernstein fueron nuestros héroes, en los que la misión de los medios de comunicación era informar con objetividad, rigor e independencia sobre lo que pasaba. Hoy los medios (buena parte de ellos) - ese repugnante Bill Cunningham - se ocupan de crear mentiras para convertirlas en verdad a base de difundirlas - es tan fácil pensar en Trump leyendo Antes de la caída, pero no hace falta irse tan lejos para ver como hay grupos de comunicación que encumbran o derrocan líderes políticos, que crean de la nada partidos populistas, que sostienen groseras mentiras elaboradas por algunos gobernantes -. Posverdad, lo llaman. Es cierto que siempre nos entretuvimos con la basura de la prensa rosa, que dábamos por natural la manipulación de la prensa deportiva - cómo ha degenerado -, pero la prensa "seria" era otra cosa. Aunque tampoco nos llevemos las manos a la cabeza; la posverdad, por moderna que nos parezca, la inventó Goebbles. ¿O fue Procopio?
Hemos visto en otras ocasiones cómo las editoriales, con la intención de incrementar las ventas, cuelan en colecciones de novela negra libros que no lo son. En esta ocasión sí es adecuado que Antes de la caída aparezca en el sello Roja y negra, sin embargo, la etiqueta puede provocar que quienes desprecian el género no valoren como se merece esta muy buena novela, lo que sí harían si se hubiera publicado bajo otro sello editorial. Hasta se pondrían filosóficos.
Noah Hawley (Nueva York, 1967), escritor, guionista, productor de diversas series televisivas como Bones o Fargo, es autor de seis novelas, de las que Antes de la caída (2016; Penguin Random House, 2016) es la única traducida en España.

martes, 4 de julio de 2017

Friedrich Christian Delius, Retrato de la madre de joven

Una tarde de enero de 1943 una joven alemana, de veintiún años y embarazada, sale del hogar de las diaconisas de Kaiserswerth, en vía Alessandro Farnese, donde se encuentra alojada para dirigirse a la iglesia protestante de via Sicilia y asistir en el templo a un concierto de música sacra, un regalo en plena guerra,
Margarita, que así se llama la chica, es alemana, ha llegado a Roma un par de meses antes para reunirse con su esposo, con quien apenas ha convivido, pues, al poco de casarse, en el verano de 1941, él partió hacia el frente ruso, de donde volvió con una herida en la pierna que nunca ha llegado a curar bien, por ello le dieron un destino tranquilo en una oficina de la Roma ocupada, y allí que se marchó Margarita para estar con él en los últimos meses de su embarazo, pero a los tres días de llegar, tras la derrota en El Alamein, él fue destinado, a otra oficina sí, pero en Túnez, en el frente africano,
y ahora ella camina por las calles de Roma, como le ha aconsejado el médico, un paseo de tres cuartos de hora, en el que la acompañamos a ella, y a sus pensamientos y recuerdos, y al niño - ¿qué será, niño o niña? - que da pataditas de vez en cuando, y en ese camino, en el que se cruza sólo con unos pocos civiles italianos, cuyo idioma desconoce y de los que recela desde que uno intentó tocarla en el tranvía, y con un montón de monumentos que desconoce y la sorprenden, la vamos conociendo; es una joven del norte de Alemania - de Bad Doberan, junto a Rostock - que ha recibido una firme formación religiosa de sus padres, se ha casado con un joven pastor protestante, hombre culto y educado, que le da cariñosos consejos en las cartas que envía desde Túnez,
la sabiduría de Gert, el esposo, y la formación de los padres, la ayudan a afrontar con entereza la situación en la que se encuentra - sola, tan lejos de casa y en plena guerra -, a superar la contradicción que encuentra entre el mensaje de la cruz y el de la cruz gamada, a esperar con ilusión el nacimiento del hijo e imaginar el futuro, a desear (en silencio, como todos) que la guerra acabe pronto porque ya están cansados de tantos muertos, porque cada vez va peor y ya se adivina la derrota ante los aliados  - ingleses y norteamericanos son cristianos también - más que un final victorioso por más que en ello se empeñen los carteles que ve - vincere - en las calles de Roma, a alegrarse de la herida de Gert, que le trajo de Rusia y ahora le retiene en Túnez en una oficina lejos de las balas, más vale así y ojalá empeore lo justo para que requiera volver a Roma a tratarse en el hospital...
Friedrich Christian Delius nació a principios de febrero de 1943 en Roma, autor de varias novelas, escribió en 2006 Retrato de la madre de joven (Sajalín, 2011), donde retrata a su madre paseando embarazada por Roma, dejando fluir sus pensamientos sin interrupción, para lo que se vale, formalmente, de un relato carente de puntos, en el que sólo emplea comas, para no interrumpir el flujo del pensamiento, pero marcando breves párrafos para alivio del lector; una interesante idea de la que nace un relato, de poco más de cien páginas, de lectura no tan interesante,
esta novela y las otras dos publicadas por Sajalín son las únicas traducidas al castellano de la obra relativamente extensa de Delius.
Con la tecnología de Blogger.