lunes, 26 de junio de 2017

Verity Bargate, No, mamá, no

En realidad, el matrimonio de Jodie y David ya estaba en crisis cuando nació su segundo hijo, Orlando - por la novela de Virginia Wolf -. Desde el mismo momento del parto Jodie comprendió que no quería al niño. No quería a ninguno de los dos. Jodie, sin el amor de su madre, se crió en un internado de monjas muy estrictas, y siempre quiso tener una hija. Cuando el segundo fue niño como el primero el mundo se desmoronó para Jodie (que, aunque no quería a sus hijos, los cuidaba correctamente). David le hizo ir al psiquiatra. Un domingo en la lavandería conoció casualmente a Jack. Joy, una vieja amiga, la llamó inesperadamente - había vuelto de Canadá - y empezaron a verse cada lunes. El primero de esos lunes Jodie tomó una decisión respecto a los niños - "no, mamá", dijo Mathew, el mayor, de dos años - que aquí no podemos contar y tampoco sus consecuencias, salvo que, sin darse cuenta, comenzó a quererles. Ah, y las tijeras.
Jodie lo cuenta todo algunos meses más tarde en el relato, con referencias literarias y cinematográficas nada casuales, en primera persona que constituye No, mamá, no. Una novela breve, intensa, magnífica, en la que acompañamos a Jodie y sus preciosos niños en sus problemas y sus dolores. Una novela con la que volvemos la vista cuarenta años atrás, a tiempos en los que las madres fumaban y bebían vino durante la lactancia de sus hijos, en los que las mujeres dependían de sus ocupados e insensibles maridos, en los que la carga de la crianza de los niños caía fundamentalmente sobre ellas, en los que las mujeres en ocasiones en que no les apetecía tenían que atender con desinterés las necesidades sexuales de sus maridos, en los que las mujeres se veían atadas a su matrimonio por sus hijos (u otras circunstancias), en los que los prejuicios sobre el travestismo o la homosexualidad eran más rígidos... Bueno, juzguemos en qué hemos cambiado.
A bote pronto a todos nos puede parecer que es inconcebible que una madre no pueda querer a sus propios hijos. Sin embargo, la vida nos da ejemplos cada día. La historia, compleja, de Jodie es una más. Una en la que inevitablemente nos ponemos del lado de Jodie y de sus niños. Si no nos ha cautivado e intrigado su título - y la cubierta - al encontrar la novela en la librería, lo harán, sin duda, el relato y su final.
Verity Bargate nació en Exeter en 1940 y murió, a causa del cáncer, en 1981. Fundó, junto con su primer marido, el Soho Theatre que, desde 1982, convoca bianualmente un prestigioso premio que lleva su nombre y pretende descubrir nuevos autores teatrales. No, mamá, no (1978) es la primer de las tres novelas que escribió Bargate y la única editada en España, en 1982 por Edhasa y ahora, en 2017, por Alba en su interesante colección "Rara avis".

domingo, 18 de junio de 2017

Olivier Rolin, El meteorólogo

Aleksei Feodósievich Vangengheim con su hija en 1930.

En la actualidad y a la entrada del sitio, hay esta única inscripción en una roca: Liudi, ne ubiváite drug druga, "Hombres, no os matéis unos a otros". No conozco una inscripción más justa que esa, tan rigurosamente sencilla, sin mención política alguna, religiosa, histórica, sin invitación a la venganza ni a la Justicia siquiera, y que tan sólo apela a la Ley moral.

Aleksei Feodórsievich Vangengheim, nacido en Krapivno (Ucrania) en 1881, fue nombrado director del Servicio Hidrometeorológico Unificado de la URSS en 1929. En aquellos primeros años de la Unión Soviética fue un importante científico que participó en los estudios meteorológicos destinados a mejorar los rendimientos agrícolas, que pretendió hacer un catastro de vientos y del sol, que participó en los viajes a la estratosfera que iniciaron la "carrera espacial", que veía en el viento y el sol las energías del futuro y que pensaba que un día sería posible viajar a la Luna o a Marte.
Pero su vida se truncó cuando el 8 de enero de 1934 fue detenido bajo la acusación de sabotaje: no trabajaba para mejorar las cosechas sino para boicotearlas con sus pronósticos meteorológicos. La acusación se fundamentaba en confesiones obtenidas a otros acusados. Eran tiempos difíciles, pues también, antes o después, los agentes y los dirigentes de la policía política acabarían siendo acusados y condenados.
Vangengheim fue enviado a las islas Solovkí, cerca del círculo polar, donde en un antiguo monasterio se había creado uno de los primeros campos de concentración. Allí trabajó en la biblioteca y envió 168 cartas a su mujer. A través de ellas expresa continuamente, a pesar de su injusta condena, su fe en el Partido y en la URSS - ¿completamente cierta o como manera de intentar proteger a su mujer y a su hija? -. Acompaña las cartas con dibujos para su hija. Su esperanza, claro, decayó con el tiempo.
El 3 de noviembre de 1937 fue fusilado. Entre 1937 y 1938 lo fueron setecientas cincuenta mil personas en la URSS. Su mujer no conoció su muerte hasta 1956, cuando se la notificó la revisión del caso; era declarado inocente y se anulaban la condena a diez años de reeducación en un campo de 1934 y la de muerte dictada en 1937 - de la que ni él ni ella tuvieron nunca noticia -. Más tarde recibió un certificado de defunción que decía que Aleksei había muerte de enfermedad en 1942, aunque no decía dónde. El lugar del fusilamiento no se conoció hasta 1997. Su mujer había muerto veinte años antes y su hija Eleonora se suicidó el 9 de enero de 2011.
En 2012, en uno de sus viajes a Arjánguelsk, junto al mar Blanco, llegó a manos de Olivier Rolin (Boulogne-Billacourt, 1947) el álbum que Eleonora había elaborado con las cartas y los dibujos que Vangengheim les envió a ella y a su madre desde el campo de Solovkí. Rolin decidió entonces escribir la historia del meteorólogo Vangengheim. Y lo ha hecho mediante un relato breve que, especialmente en algunas paginas, nos transmite una honda pena al sentirnos en el lugar de Aleksei y nos obliga a reflexionar sobre la capacidad infinita del ser humano para la humillación, la degradación y la barbarie. Formalmente, Rolin ha escrito a la moda - como Laurent Binet en HHhH - novelando no la historia pero si el relato: la biografía cierta de Vangengheim se adereza con algunas opiniones de Rolin y con la relación de su investigación sobre el meteorólogo de modo que la lectura es tan agradable como la de una buena novela y no árida como puede resultar la de algunas biografías rigurosas. Así, la objetividad de los hechos contados nos llega tamizada por la subjetividad de la voz narrativa, que resulta eficaz al lograr su objetivo de emocionarnos.
El meteorólogo se publicó en Francia en 2014 y, ahora, en 2017 nos lo trae Libros del Asteroide en una edición - que empieza así - con una exquisita reproducción de los dibujos de Vangenheim.

sábado, 10 de junio de 2017

Leo Perutz, De noche, bajo el puente de piedra

Jakub Schikaneder, De noche en Hradcany (c. 1910).
De noche, bajo el puente de piedra (1953) está compuesto por catorce relatos - y un epílogo - en apariencia independientes pero que, a medida que avanza nuestra lectura, vemos que son en realidad piezas de un puzzle que van encajando y conforman una hermosa novela. Una novela histórica que se ambienta en la Praga del reinado de Rodolfo II, en el siglo XVI.
Relatos cultos que desprenden el aroma del cuento de tradición oral en su sencillo estilo narrativo, en la presencia de elementos fantásticos y mágicos y en la propia técnica narrativa: el narrador recuerda lo que un joven estudiante de medicina llamado Meisl le contaba, siendo adolescente, a finales del siglo XIX, en torno a un lejano antepasado. El que da título a la novela es un relato de gran lirismo y que, veremos luego, es la piedra angular sobre la que se articula el puzzle completo.
El castillo de Praga y el barrio judío son los escenarios por los que deambulan diversos personajes, todos simpáticos al lector; el excéntrico Rodolfo II y sus consejeros, alquimistas, sirvientes... el prestamista Mordejai Meisl y otros judíos de humilde condición, músicos callejeros, sastres, pintores, mesoneros... y otros personajes ilustres como el astrónomo Kepler. Del mismo modo en que los relatos encajan en el puzzle de la novela, en este escenario de una ciudad mágica por naturaleza encajan sus distintos elementos - los fantásticos, las intrigas por el poder, el humor, el dinero, el antisemitismo... - que se engarzan con sutileza al hilo casi invisible que sostiene la trama de esta novela: el amor entre el emperador Rodolfo y Esther, la esposa de Meisl.
Leo Perutz, de origen sefardí, nació en Praga en 1882 y murió en Bad Ischl en 1957. Es otro de esos estupendos escritores judíos centroeuropeos de la primera mitad del siglo XX de los que hemos hablado en ocasiones anteriores. Sus obras se editan con cierta frecuencia en España. En concreto De noche, bajo el puente de piedra se publicó por primera vez en 1967 por Germán Plaza y, antes de la edición actual de Libros del Asteroide de 2016, por Muchnik en dos ocasiones en los años noventa.
Podéis leer aquí el comienzo de la novela.

viernes, 2 de junio de 2017

Elena Prado-Mas, Cuentos mitológicos y otros relatos

Orfeo y Eurídice. Smolyan, Bulgaria.
Desde la convicción de que la vida no es en blanco y negro sino tan rica en colores como cristales nos prestara Argensola para mirarla, Elena Prado-Mas (Madrid, 1975) escribe con una prosa rica en concesivas, adversativas, incisos y matizaciones, en adjetivos precisos y adverbios oportunos. Prosa, de rico y florido vocabulario, cuya intención no es otra que mimar al lector evitándole el pequeño incomodo de no dar por un momento con el significado exacto de lo que cada frase nos dice.
Prosa fina, elegante, veneciana, que nos acerca versiones aristocráticas de mitos clásicos, metamorfosis del siglo XXI protagonizadas por cantantes de ópera, estudiantes de arte medieval, profesores universitarios, jóvenes acomodados que resultan ser - divinos al fin y al cabo - Eros y Pisques, Apolos y Dafnes, Acteones... de hoy en día. Relatos de ambiente a un tiempo aristocrático y mundano que nos hace imaginar que en la próxima página aparecerá Paola Brunetti, la esposa del comisario de Donna Leon, esa profesora de historia del arte, sensible y progresista, lectora de los clásicos, hija única del conde Falier.
Relatos amables, personajes de cuento, prosa cuidada y ambientes rubenianos, que pasan de los "cuentos mitológicos" a los "otros relatos" porque unos y otros nos hablan de amores limpios - puede que no felices, pero siempre sin aristas - entre los que echamos de menos, quizá, una Laura y un Francesco. De manera que no chirría el tránsito de los relatos mitológicos a los relatos humanos. Hay en el conjunto algunos deliciosos como Orfeo y Eurídice o La gloria del olvido, que abren cada una de las dos partes del libro. Alguno de los relatos, sin perder el tono general, se acerca más a lo terreno; Enredos o el muy divertido e irónico Clases de preparación al parto.
Cabe reprocharle a la autora que no haya optado por dar a su obra un título más sugerente (por ejemplo el de uno de los relatos; el ya citado La gloria del olvido o el divertimento final Unreality show) en lugar del descriptivo Cuentos mitológicos y otros relatos (2016) con el que la editorial Dalya nos da a conocer a esta escritora.
Con la tecnología de Blogger.