martes, 25 de octubre de 2016

Antoni Marí, El vaso de plata

Las catorce obras de misericordia sirven a Antoni Marí para recoger temáticamente catorce estampas que, con una prosa exacta, contenida y cuidada, reviven momentos de la adolescencia y la infancia. Las excursiones de los domingos a la montaña con el padre y los hermanos, el accidente que llevó a Miguel, el narrador, al hospital, los veranos en la finca del abuelo, la mañana en la playa en que olvidaron volver a casa a la hora de la comida, el entierro de la abuela, las visitas al amigo enfermo, los castigos del padre, las secretas indagaciones en la mesilla del abuelo, las clases de piano... Los catorce relatos, sin orden cronológico, tienen como tema central - nos dice Ignacio Martínez de Pisón en su prólogo para la edición El vaso de plata de Libros del Asteroide (2008) - "el viaje hacia la singularidad que constituye toda adolescencia". Porque ese viaje es universal, esta breve novela apenas ofrece descripciones, tampoco referencias geográficas o temporales (imaginamos alguna ciudad mediterránea en torno a 1960) y, así, cualquier lector puede ver reflejado en sus relatos su propio viaje hacia la madurez - cotilleando en los armarios de la casa, recibiendo un bofetón del padre, gozando del desayuno amorosamente preparado por la madre, bañándose en la playa con los amigos, viendo al abuelo quedarse dormido en el sillón... -.
Marí, con la capacidad para la concisión expresiva propia de su condición de poeta, nos presenta catorce relatos hermosos y sencillos en los que cada palabra está precisamente elegida, relatos limpios que evocan escenas fundamentalmente familiares de un tiempo en el que la vida de los adolescentes españoles era bastante distinta de la de hoy. Relatos, más fríos, eso sí, que los de Vicente Valero, también poeta ibicenco, de los que parecen un obvio antecedente.
El vaso de plata es la primera obra narrativa de Antoni Marí (Ibiza, 1944), publicada en 1992  - en catalán por Edicions 62 y en castellano por Pretextos -, ha tenido varias reediciones en catalán, pero ninguna en castellano hasta la de Asteroide.

lunes, 17 de octubre de 2016

Yasmina Khadra, El atentado

Atentado en una sala de fiestas de Tel Aviv el 8 de mayo de 2002.
Amín Jaafari es cirujano, gracias a su trabajo, su esfuerzo y su estudio - primero de su promoción - ha conseguido alcanzar cierto prestigio y un buen nivel de vida en Tel Aviv, a pesar de ser palestino - hijo de beduino -. Su matriminio con Sihem, una mujer moderna, le colma de felicidad y les compensa a los dos de los sinsabores inevitables de la difícil integración de los palestinos en la sociedad israelí.
Tras una larga jornada en el hospital atendiendo a las víctimas de un terrible atentado (un suicida ha hecho estallar una bomba en un restaurante donde un grupo de adolescentes celebraba un cumpleaños), Amín llega a casa y, aunque no le extraña la ausencia de su mujer, agotado, se queda dormido. Le despierta la policía de madrugada; Sihem es la terrorista suicida que ha cometido el atentado del restaurante. Amín, claro, no puede creerlo; nada más lejos de un terrorista que su feliz mujer, imposible que ella le pudiera haber ocultado algo así. Pero las evidencias son contundentes y, después de unos días en los que Amín es incapaz de comprender nada y recibe el trato hostil de sus vecinos, decide investigar, quiere saber cómo Sihem ha podido acabar siendo una terrorista integrista, quién le ha metido en eso.
¿Qué verdad, la tuya o la suya? ¿la de una mujer que supo ver dónde estaba su deber o la de un hombre que cree que basta con apartar la vista de un problema para que desaparezca?".
Amín, despreciado por los judíos por palestino, despreciado por los palestinos por traicionar a su pueblo integrándose en la sociedad israelí, iniciará un peligroso camino por Belén y Yenín intentado llegar, desde su familia, hasta quién hizo de Sihem una terrorista, hasta quién le dio la orden de matar. Tozudo en su intento superará los obstáculos y conseguirá llegar hasta el líder integrista y a plantearse las cosas de un modo en el que nunca había pensado. Y la novela, ambientada en la primavera de 2002 - segunda intifada - conseguirá llevar al lector a conocer un poco mejor el conflicto palestino-israelí, las heridas de unos y otros, los muy distintos puntos de vista... Lo consigue mediante el relato en primera persona que hace al lector acompañar al doctor Jaafari en su sufrimiento, sus peripecias y sus paradojas en una novela bien estructura y bien escrita que agarra al lector hasta el final - un final conmovedor -.
Que al menos nos quede saber que:
Un islamista es un militante político. Su única ambición es instaurar un Estado teocrático en su país y gozar plenamente de su soberanía y de su independencia... Un integrista es un yihadista radical. No cree en la soberanía de los Estados musulmanes ni en su autonomía. Para él son Estados vasallos destinados a disolverse en un solo califato. Porque el integrista sueña con una umma indivisible que se extiende desde Indonesia a Marruecos para, de no conseguir convertir a Occidente al islam, avasallarlo o destruirlo... Nosotros no somos ni islamistas ni integristas, doctor Jaafari. Sólo somos los hijos de un pueblo expoliado y humillado que luchan con los medios de que disponen para recuperar su patria y su dignidad, ni más ni menos".
Mohamed Moulessehoul (Kenadsa, 1955), miembro del ejército argelino, opto por el seudónimo Yasmina Khadra para poder escribir con mayor libertad sus novelas, que se han publicado regularmente en España. El atentado es una novela de 2005 que Alianza Editorial publicó por primera vez en 2006.

domingo, 9 de octubre de 2016

Henning Mankell, Un ángel impuro

A principios del siglo XX una mujer sueca regentó un importante burdel en Lourenço Marques, según se extrae de la documentación fiscal de la época, pero de ella nada más se sabe. Esto sirvió a Henning Mankell como motivo de inspiración de su novela Un ángel impuro (2012; Tusquets, 2013). Como motivo para construir una de sus mejores novelas, si no fuera porque casi todas son excelentes. Mankell es uno de los grandes de la literatura de nuestro tiempo y su estilo narrativo inconfundible y poderoso.
Hanna tiene diecisiete años en agosto de 1903, apenas una niña, cuando su madre, viuda, decide que debe irse de casa. En el mísero campo sueco donde viven no hay futuro para Hanna, no hay casi ni comida. Hanna, una niña que se ocupa de sus hermanos menores, no puede comprender que su madre la eche de casa; debe irse a la ciudad, a la costa, a vivir con unos familiares que la acogerán. No sabe Hanna que apenas veinte meses más tarde será una mujer profundamente madura cuya vida habrá pasado por circunstancias que nunca hubiera podido imaginar.
El comerciante, conocido de su madre, que lleva a Hanna a la ciudad, al no encontrar a los familiares, mantiene a la muchacha a su cargo y le da trabajo como cocinera en uno de sus barcos. Durante la travesía Hanna se enamora de un oficial y se casan en Argel; él enferma y apenas dos meses más tarde muere en alta mar. Cuando el barco, camino de Australia, hace escala en Lourenço Marques, Hanna, que no soporta la presencia fantasmal en el barco de su amado fallecido, abandona la nave y se aloja en un hotel. Cae enferma y es cuidada por las mujeres que viven allí - en realidad el hotel es el burdel más prestigioso de África -. Hanna se casa con el dueño y vuelve a enviudar en poco tiempo heredando una gran fortuna y el burdel. Sólo tiene dieciocho años y la vida le obliga a madurar y tomar decisiones trascendentes para ella y para muchas otras personas.
Sobre esta trama, Mankell teje una hermosa novela con algunos de sus elementos habituales; una protagonista femenina a la que la adversidad de las circunstancias obliga a hacerse fuerte hasta casi la heroicidad, personajes profundamente humanos en sus meditaciones, sus dudas y sus inseguridades, el choque cultural entre africanos y europeos, el reconocimiento del pasado de los personajes para entender su comportamiento y sus circunstancias...
Dice Thomas C. Foster en su ensayo Leer como un profesor que todo viaje es una búsqueda;

La búsqueda comporta un aprendizaje. Los personajes ignoran lo necesario sobre el único tema que en realidad importa: ellos mismos. La verdadera razón de una búsqueda siempre es conocerse a sí mismo. De ahí que quienes buscan a menudo sean jóvenes, inexpertos, inmaduros, poco preparados".

De Hanna dice el narrador de Un ángel impuro:

Sabe que los viajes más extraordinarios se realizan siempre en el interior de cada uno, donde no existen el tiempo ni el espacio".

Pocas novelas ejemplifican mejor ese viaje interior que Un ángel impuro, que nos relata el de una joven sueca llegada al sur de África a principios del siglo XX. Pocos autores mejores para presentarnos personajes embarcados en conocerse a sí mismos que Henning Mankell, de cuyo fallecimiento se ha conmemorado el pasado día 5 el primer aniversario.

sábado, 1 de octubre de 2016

Elizabeth Strout, Me llamo Lucy Barton

Y un día los tiempos cambiaron. La gente se cree que todo el mundo se volvió loco en los años sesenta, pero en realidad no fue hasta los setenta".
A mediados de los ochenta, antes de los teléfonos móviles, una mujer de origen humilde, nacida en un pueblecito de Illinois, joven madre, se encuentra hospitalizada en Nueva York - el edificio Chrysler al fondo - sin que los médicos sepan qué le pasa. Un buen día aparece en la habitación su madre, a la que hace años que no ve. Todos los ingredientes melodramáticos para una película de Antena 3; un peligro enorme de caer en un pastelón, una dificultad enorme para escribir una novela digna. Elizabeth Strout ha conseguido que Me llamo Lucy Barton (2016) sea una novela no sólo digna sino brillante. Que además se lee sola. De esas que te deja pensativo al pasar su última página.
Lucy Barton, escritora de éxito, recuerda ahora aquellas semanas que pasó hospitalizada, recién aparecido el sida, y lo aprovecha para, a partir de las charlas y los silencios que mantuvo durante cinco días con su madre (apareció en el hospital tan súbitamente como se fue), repasar toda su vida, que quedó indudablemente marcada por una infancia de extrema pobreza en una familia en la que - nunca se nombra pero queda suficiente (y delicadamente) insinuado - pasaba algo más perturbador que la pobreza. Lucy, para no pasar frío, se quedaba en la escuela a hacer los deberes y aprendió así que el trabajo se saca adelante trabajando y se acercó así a los libros, que la alejaban de la soledad - y de su casa -, y pudo así obtener excelentes calificaciones y, gracias a una beca, ir a la universidad. De esta manera, dejó atrás a su familia, se casó, se instaló en Nueva York, tuvo dos hijas...
Elizabeth Strout nos narra la vida de Lucy Barton con un relato - sin trampas - exquisito y delicado, lleno de verdad y sensibilidad, indagando en las relaciones familiares - muchas veces complejas -, en la huella indeleble que deja la infancia, en la vida y sus circunstancias y cómo afrontarla... Y, de paso, indaga también en la autenticidad que debe tener una obra literaria. Me llamo Lucy Barton la tiene; su título lo demuestra pues no es otra cosa que la frase con la que empezar una terapia dispuesto a mirar de frente tu vida y tu pasado. Es una de esas novelas que nos emociona y no olvidaremos. Con personajes tan de carne y hueso como la madre y el médico y la propia Lucy, claro. Lucy Barton es un personaje femenino que enfrenta la dureza de la vida con el mismo valor y dignidad que Coral Glynn o Sophie Wilder. Y que como ellas - y como tantas mujeres - supera las tristezas y las ingratitudes de la vida con amor; amor por su madre, amor por sus hijas, amor por Nueva York...
La obra de Elizabeth Strout (Portland, Maine, 1956) - cinco novelas - se ha publicado en España por distintas editoriales desde hace quince años.
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