sábado, 26 de marzo de 2016

Richard Harding Davis, En la niebla

Frank Street, Un club de caballeros (1917).
El  próximo 11 de abril se cumplirán cien años de la muerte - sufrió un infarto mientras charlaba por teléfono - de Richard Harding Davis (Filadelfia, 1864 - 1916). Davis fue un importante reportero de guerra que estuvo presente en la guerra de Cuba y en la Primera Guerra Mundial. Y fue también un importante novelista; entre su extensa obra destaca Soldados de fortuna (1897). Sin embargo, En la niebla (1901), publicada a finales de 2015 por Ardicia es la primera obra de Davis que se publica en España.
Una noche de gran niebla de 1897, en el más selecto club londinense cenan cuatro caballeros, mientras un quinto lee tranquilamente una novela policiaca, género al que es perdidamente aficionado. Uno de los comensales desearía que el lector permaneciese allí el resto de la noche, pues así no acudiría a la Cámara de los Comunes, donde su intervención será decisiva para que se apruebe un proyecto que aquél no quiere ver aprobado. Conocedores del gusto por los relatos policiacos de sir Andrew, el lector, los comensales intentan retenerle relatándole el crimen - un doble asesinato - que, desde la noche anterior, trae de cabeza a Scothland Yard. Imaginamos al principio que el aficionado a lo detectivesco será capaz, a partir del relato de sus contertulios, de esclarecer el crimen sin levantarse del asiento con su indiscutible inteligencia mucho más sagaz que la de la policía. Eso esperamos de una novela-enigma, de una novela policiaca clásica. Sin embargo, no es así y En la niebla nos presenta un final sorprendente, distinto de lo que dictan los esquemas clásicos del género. Y aunque, avanzada la novela, podemos atisbarlo, no por ello deja de ser una genialidad, que incluye varios tirabuzones dentro del giro final y que hace la novela aún más divertida para el lector. Y para el autor que, en su divertimento, se incluye sutilmente como personaje en las últimas páginas de la novela. Seguramente, para Harding Davis escribir esta novelita fuera una distracción, pero no por ello dejó de crearla con toda su atención como prueba la perfecta construcción del relato.
Se trata de una novela breve - no llega a las cien páginas -, amable de leer porque el narrador desaparece dejando el peso de la narración en las sucesivas intervenciones de los personajes que cuentan lo que sobre el caso saben y, de ese modo, aportan nuevos puntos de vista. Naturalmente, siguiendo las cánones de la novela policiaca victoriana, el crimen en cuestión en nada cuestiona el sistema político y social, los protagonistas son aristócratas, diplomáticos y un locuaz e inteligente inspector, los malos son extranjeros y sirve más para la distracción y la prueba de sagacidad de sus personajes que para poner en duda valor alguno.
El gusto de sir Andrew por la novela policiaca, especialmente por Gaboriau, y el propio hecho de que esta novela, una de las primeras novelas policiacas estadounidenses, se publicara sólo catorce años después de la primera aventura de Sherlock Holmes, Estudio en escarlata, son buena prueba del éxito del género.

viernes, 18 de marzo de 2016

Erich Maria Remarque, Sin novedad en el frente

De cuantas novelas dieron testimonio de la Primera Guerra Mundial (recordemos las Historias y desventuras del soldado Schlump), Sin novedad en el frente (1929), de Erich Maria Remarque (1898 - 1970), fue la que alcanzó mayor fama y rotundo éxito. Leyéndola, comprendemos que está plenamente justificado.
Es una novela de magistral arquitectura envuelta en un estilo sobrio y una narración en presente y primera persona, casi cinematográfica. El resultado; un magnífico alegato antibelicista.
Paul, el narrador de la novela, es un joven muchacho de diecinueve años que, como - y junto a - sus compañeros de clase, se alistó voluntario persuadido por los discursos patrióticos de su profesor.
El relato, que bien podría entenderse como el diario sin fechas de un soldado encontrado entre sus pertenencias en los últimos días de la guerra, se inicia, duro y demoledor, situando al lector ante la batalla, el hambre (la necesidad de comer pan ensangrentado y roído por las ratas) y la muerte, ante el absurdo de las vidas rotas antes, incluso, de los veinte años, ante las condiciones de vida del frente que acaba con cualquier pudor respecto a las necesidades más íntimas y solitarias (la pérdida de la vergüenza en las letrinas), ante la inocencia de un grupo de amigos engañados por su profesor que combaten juntos, que ven morir a uno de ellos, ante los recuerdos del campamento y el proceso de embrutecimiento - y al mismo tiempo de nacimiento de la solidaridad - que en él se sufre y que es absolutamente necesario para soportar el horror del frente.
La vida, aquí en la frontera de la muerte, es extraordinariamente simple, se limita a lo estrictamente necesario; el resto permanece dormido".
Se dirá en las páginas finales de la novela. Pero antes, tras el horror que la batalla y la muerte suponen para el lector en los primeros capítulos, la novela, siguiendo a su narrador - más que protagonista -, nos presenta el horror de la vuelta a casa durante un permiso. Un momento feliz sí, en apariencia, pero duro y desgarrador; el reencuentro con la familia, la madre enferma de cáncer, la imposibilidad de contar la verdad del frente que nadie comprenderá y a nadie aliviará, la desubicación del soldado en el mundo civil, el dolor del hijo que vuelve a dejar su madre, la dificultad de reintegrarse en el frente tras pasar unos días en casa - quién sabe si por última vez -... Nos lleva luego a la experiencia de tener que matar cuerpo a cuerpo y vivir durante horas la agonía del enemigo hasta poder salir del agujero donde ha tenido lugar el enfrentamiento.
Sólo un hospital muestra verdaderamente lo que es la guerra".
Y en una cama de hospital transcurre la novela antes de llegar a los últimos meses de la guerra y mostrarnos otra colección de horrores absurdos y muerte en la derrota. Una muerte que se asume con naturalidad:
En parte ya estamos acostumbrados; una de las causas de muerte es la guerra, como lo es el cáncer o al tuberculosis, la gripe o la disentería. Sólo que los casos mortales se dan con más frecuencia y el modo de morir es más variado y cruel".
Sólo la desaparición de la muerte sería una novedad en el frente.
Variado es así el completo panorama de distintos aspectos de la guerra que Sin novedad en el frente nos ofrece sabiamente ordenado y con un estilo acorde con lo narrado; un lenguaje caracterizado por la sencillez del léxico, la sobriedad del tono, la economía retórica, la descripción realista, y sin eludir, no sólo las referencias a los detalles físicos más desagradables de la muerte, sino las alusivas a lo escatológico y sexual. En resumen, una visión realista de un panorama general de los distintos aspectos de la guerra que se hacen patentes al lector con la narración en presente y primera persona y que sostiene un contundente mensaje antibelicista que se sintetiza bien en estas palabras:
Soy joven, tengo veinte años, pero no conozco de la vida más que la desesperación y la muerte, la angustia y el tránsito de una existencia llena de la más estúpida superficialidad a un abismo de dolor. Veo que los pueblos son lanzados los unos contra los otros, y se matan sin rechistar, sin saber nada, locamente, dócilmente, inocentemente. Veo cómo los más ilustres cerebros inventan armas y frases para hacer posible todo esto durante más tiempo y con mayor refinamiento. Y como yo, lo ven todos los hombres de mi edad, aquí y entre los otros, en todo el mundo; conmigo lo está viviendo toda mi generación. ¿Qué harán nuestros padres si un día nos levantamos y les exigimos cuentas? ¿Qué esperan de nosotros cuando la guerra haya terminado? Durante años enteros, nuestra ocupación ha sido matar; ha sido el primer oficio de nuestra vida. Nuestro conocimiento de la vida se reduce a la muerte. ¿Qué puede, pues, suceder después de esto? ¿Qué podrán hacer de nosotros?".
Mensaje replicado, unos años más tarde, en 1939, en una de las principales novelas falangistas nacidas de la guerra civil española. El protagonista de Se ha ocupado el kilómetro 6 - cuyo subtítulo es "contestación a Remarque"-, de Cecilio Benítez de Castro, afirma que muchos va a la guerra conscientes de su necesidad y no como borregos.
Sin novedad en el frente se tradujo rápidamente al castellano pues se publicó en Madrid en el mismo 1929 y prueba de su éxito es que en 1930 ya había alcanzado la décima edición y la publicación también de una "edición económica". Sin embargo, después de la guerra, habrá que esperar hasta que Bruguera publicó la novela en su colección Libro Amigo en 1967 y Círculo de Lectores en 1968 para ver reeditada en nuestro país Sin novedad en el frente. Luego Bruguera, Planeta, Orbis y Edhasa han publicado la novela en varias ocasiones hasta ahora.

lunes, 7 de marzo de 2016

Martin Suter, Montecristo

Jonas Brand, de treinta y ocho años, divorciado, vive en Zurich, es reportero de televisión, pero realiza su trabajo sin especial dedicación pues lo considera poco más que alimenticio mientras cumple su sueño de ser director de cine. El 19 de septiembre - habrá que situar el año hacia 2012 - viaja en un tren en el que se suicida (o eso parece) un agente de bolsa. Poco después, la casualidad pone en las manos de Jonas dos billetes auténticos de cien francos con la misma numeración; algo teóricamente imposible. También en esas fechas conoce a una mujer con la que inicia una relación.
Jonas decide investigar cómo es posible que dos billetes tengan la misma numeración y la investigación le llevará a indagar sobre la muerte que presenció en el tren. Aunque le engañan fácilmente, cuenta con la colaboración de Max Gantmann, un prestigioso periodista económico. La investigación descubrirá asuntos tan turbios que podrían derrumbar el sistema financiero suizo. Naturalmente, todo esto es tan grave que la vida de Jonas estará en peligro y que poderosos personajes intentarán que la investigación no salga a la luz. ¿Se publicará el reportaje que Jonas edita en los últimos capítulos de la novela?, ¿Salvará su vida?, ¿Es preferible la verdad cuando es más peligrosa que la mentira? O la clásica; ¿todos tenemos un precio? Las respuestas, claro, en la lectura de Montecristo, que toma su titulo del viejo proyecto cinematográfico de Jonas Brand.
La novela nos sitúa en la crisis financiera que venimos sufriendo desde la quiebra de Lehman Brothers.

¿Sabes que en la última crisis financiera una parte sustancial de los activos financieros de ciertos grandes bancos internacionales se componía de los llamados títulos subprime? ¿Y que estos excedían incluso los recursos propios ordinarios? ¡Títulos subprime! Un producto compuesto por un cóctel de hipotecas de algunos deudores solventes y de muchos otros que apenas pueden pagar los intereses. ¡Y los modelos de riesgo internos clasificaron estos títulos al mismo nivel que, por ejemplo, valores seguros como los bonos del gobierno de Estados Unidos! Así actuaron, arrastrándonos a todos nosotros, hasta el borde del precipicio".

La crisis de las subprime en 2008 supuso graves pérdidas al banco suizo de inversión UBS. Este es el contexto en el que nos sitúa Montecristo; ¿qué hacer si la crisis financiera genera entre los clientes un pánico que les lleva a querer sacar su dinero de los bancos? Quizás antes de la crisis pensábamos que los fondos de garantía de depósitos nos garantizaban nuestro dinero ante eventuales crisis bancarias, pero ahora sabemos que los bancos no podrían devolver el dinero si todos sus clientes lo reclamasen a la vez. Cabe, como también sabemos, la opción del rescate bancario que evita la quiebra y da garantía a clientes e inversores. ¿Pero, nos plantea la novela, cuántos rescates serían capaces de aguantar el Estado y la gente? Montecristo nos ofrece una solución "imaginativa"; la fabricación de billetes con numeración duplicada que, en caso necesario, solventen las grandes pérdidas de un banco. Las posibilidades de que una misma persona en un mismo momento tenga en sus manos dos billetes con la misma numeración y, además, se de cuenta son cero.
La obra de Martin Suter (Zurich, 1948) ha sido publicada en España desde 2001 por varias editoriales. Libros del Asteroide ha publicado Montecristo en 2015, el año de su edición original, y el próximo mes de abril presentará Qué pequeño es el mundo.
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