lunes, 25 de agosto de 2014

F.G. Haghenbeck, Trago amargo

Ava Gardner y Richard Burton en La noche de la iguana (1964).
En 1963 - en Trago amargo se sitúa en septiembre de 1964, con posterioridad al asesinato de Kennedy - John Huston rodó en Puerto Vallarta, entonces no más que una aldea de pescadores, la versión cinematográfica de La noche de la iguana, del dramaturgo Tennessee Williams. En el reparto las más importantes estrellas del momento. Empezando por Richard Burton - en pleno romance con Liz Taylor y acompañado por ella -, Ava Gardner, Deborah Kerr y la joven Sue Lyon tras su reciente éxito en Lolita. La relación entre todos ellos parecía un homenaje a las densas y tensas atmósferas de las obras de Williams. Aquello era un polvorín y Huston decidió repartir revólveres y balas de plata entre los actores.
Hasta ahí los hechos. Aquí aparece Sunny Pascal, de origen mexicano, un detective privado - que sigue los cánones de los detectives californianos marcados por Hammet y Chandler; duro e irónico -, contratado por el productor para evitar incidentes durante el rodaje.
La novela tiene la originalidad de comenzar cada uno de los breves capítulos con la receta de un cóctel, la explicación de su origen y una sugerencia musical para acompañarlo. De paso Sunny se toma alguna copa a vuelta de página. La trama criminal de Trago amargo (2006; Roca 2009) es otro cóctel, un poco de robo, otro poco de chantaje, algunos disparos y algunos muertos por bala de plata... una explicación final que vale para todos pero que no coincide con la verdadera que, por supuesto, Sunny, que narra en primera persona, descubre con perspicacia. ¿Y detrás de todo?; pues que el rodaje de La noche de la iguana no tiene otro objetivo que la compra de las tierras de Puerto Vallarta y crear allí un fructífero negocio turístico.
El desprestigio de la novela criminal como un género subcultural, lejano de la verdadera Literatura - con mayúscula, claro está -, ha llevado a muchos escritores a practicarla como un juego fácil con el que pasar el rato. En otros casos, como un homenaje a un género que admiran. En ambos casos se nota y el resultado huele a falso. Trago amargo no es una novela negra, es un homenaje a la novela negra. En el epílogo - "la última copa" - el propio autor reconoce su admiración con Raymond Chandler y por Paco Ignacio Taibo II y la condición de homenaje a ellos de su novela. Por ello, está llena de tópicos - y bien escrita - pero la trama criminal carece de fuerza. El interés reside en la originalidad narrativa, en la constante presencia de personajes auténticos de Hollywood, en la recreación del ambiente...
Francisco Gerardo Haghenbeck nació en 1965 en Ciudad de México. Es novelista y guionista de cómics. Desde la publicación de Trago amargo en 2009, se han editado en España, a razón de una por año, otras cuatro de sus novelas.

domingo, 17 de agosto de 2014

Hans Herbert Grimm, Historias y desventuras del desconocido soldado Schlump

La Primera Guerra Mundial abrió el siglo XX, dejó algunos importantes avances tecnológicos y es motivo de importantes ensayos, novelas y películas. La actualidad de su centenario nos devuelve esas obras y, junto a ellas, aparecen otras nuevas. No es este lugar de profundizar en todo ello, sino de hablar de una de las menos conocidas de esas novelas; Schlump.
El éxito de su edición en Estados Unidos hizo de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, de Vicente Blasco Ibáñez, no sólo una de las más tempranas - 1916 - novelas sobre el conflicto sino además una de las primeras llevadas al cine, en 1921. El mismo año en que el checo Jaroslav Hasek publicaba Las aventuras del buen soldado Svejk. En 1929 Ernest Hemingway publicó su célebre Adiós a las armas y en ese mismo año en Alemania aparecía Sin novedad en el frente de Erich Maria Remarque. Humphrey Cobb publicó en 1935 Senderos de gloria. A punto de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, Dalton Trumbo escribió Johnny cogió su fusil (1939). Seguramente, estos títulos, y sus versiones cinematográficas, son los más reconocidos entre las novelas que, al abordar - de distintas maneras y con distintos tonos - los horrores de la Gran Guerra (las consecuencias de la guerra de trincheras, la medicina previa al descubrimiento de los antibióticos...), nos transmiten un mensaje antibelicista.
El éxito de la novela de Remarque eclipsó a Schlump publicada un año antes, en 1928. Esta novela apareció firmada por Emil Schulz (seudónimo tras el que se escondía concienzudamente Hans Herbert Grimm). Emil Schulz es el protagonista de la novela, a quien, desde pequeño, todos en el pueblo le llaman Schlump (a partir de "lump", pícaro, sinvergüenza). Cuando comienza la guerra Schlump es un muchacho de dieciséis años al que le colma de felicidad que una chica le dé un beso y le invite a bailar. Pero a los pocos días se olvida, porque
La juventud es derrochadora, vive en el paraíso y no se da cuenta de cuando se cruza con la verdadera felicidad".
Así que, al cumplir los diecisiete, en contra de los deseos y consejos de sus padres, se alista voluntario para ir al frente. Tras la tediosa instrucción como recluta, por fin parte hacia la guerra. Y como es, gracias a sus estudios en el instituto, uno de los pocos que sabe francés, a pesar de su absoluta inexperiencia y de su juventud, es puesto al mando de un pueblo francés ocupado. Lejos de la esperable realidad de la guerra, de la hostilidad entre enemigos, encontramos que los aldeanos agasajan felices a su buen gobernador, Schlump, abandonado allí, solo entre aquellos extranjeros, por su ejército; encontramos la fantasía irreal de un cuento infantil. El tiempo que pasa Schlump como comandante en plaza resulta irreal, recuerda los cuentos de hadas infantiles. Y de eso se trata; de mostrarnos cómo, para este muchacho, poco más que un niño, ir a la guerra es como un cuento. Pero el cuento se acaba, y con él el Libro primero de la novela. en el segundo, Schlump, por fin llega al frente. Conoce entonces el lector, con toda su crudeza, los horrores de las trincheras. Schlump, desengañado, aprenderá a sobrevivir. Hasta caer herido mientras se encuentra cagando. Y entonces, en el libro tercero, se nos presentaran los horrores de los hospitales de sangre; el dolor, la muerte, los jóvenes cuerpos inútilmente mutilados...
Los horrores de los libros segundo y terceros, contrastan con el mundo irreal del primero, de modo que el mensaje antibelicista de la novela nos resulta más contundente. Schlump recuerda a Svejk, pero también a El aventurero Simplicisimus (1669), la célebre novela picaresca sobre la Guerra de los Treinta Años. Junto al horror de la guerra, Schlump nos ofrece cómicas aventuras y relatos de diversos personajes, el pícaro aprendizaje del protagonista, sus divertidas relaciones con las chicas, el sufrimiento de los padres, la vuelta a casa tras el armisticio y el reencuentro con aquella muchacha que le invitó a bailar...
La portada de la edición de Impedimenta - 2014 - de Historias y desventuras del desconocido soldado Schlump reproduce la cubierta de la edición original realizada por Emil Preetorius, uno de los ilustradores más reconocidos del momento. Schlump, publicado en Alemania por uno de los editores más prestigiosos, se tradujo en Inglaterra y Estados Unidos. Pero llegados los nazis al poder, el libro fue prohibido y sus ejemplares quemados. Grimm escondió un único ejemplar tras un tabique de su casa. Grimm, por otra parte, para mantener su trabajo - profesor de instituto, de Filosofía -, se vio obligado a afiliarse al partido nazi. Tras la Segunda Guerra Mundial, las autoridades de la RDA, debido a esa afiliación, prohibieron a Grimm ejercer la docencia, a pesar de los múltiples testimonios que acreditaban su condición antifascista. Hans Herbert Grimm, veterano de la Primera Guerra Mundial, se suicidó en julio de 1950 en Altenburg, Sajonia, la ciudad en la que había nacido en 1896.
Volker Weidemann, estudioso especialista en libros prohibidos y quemados por los nazis, encontró el ejemplar de Schlump que Grimm escondió tras la pared (nada se sabe de los posibles ejemplares supervivientes de las ediciones en inglés). A él se debe la recuperación de esta magnífica novela.

sábado, 9 de agosto de 2014

Maj Sjöwall y Per Wahlöö, El hombre que se esfumó

Han pasado dos años de la resolución del caso Roseanna, hace calor, avanza agosto y Martin Beck va a iniciar las vacaciones. Apenas hace unas horas que se ha reunido con su mujer y sus hijos cuando debe volver al trabajo; le encargan la búsqueda de Alf Matsson, un periodista desaparecido. Lo que hace peculiar la investigación es que ha desaparecido en Budapest, al otro lado del telón de acero. Con el lógico enfado de su esposa - ¿no hay otro policía? - Beck parte hacia Hungría en una misión "extraoficial".
Es fácil imaginar que puede tratarse de un asunto de espionaje. Beck, que no acaba de encontrar mucho sentido a su misión, pronto se siente vigilado - la policía, imagina -. Pero la policía húngara, que no es quien le vigila, se le presenta y su colaboración será decisiva para descubrir que Matsson forma parte de una trama de tráfico de drogas que introduce hachís desde Turquía a Europa Occidental aprovechando que las policías occidentales no controlan mucho a los viajeros procedentes de países del Este - de los que no hay nada que traer - y que en estos países no hay consumo de drogas. El asunto queda resuelto, pero Matsson sigue desaparecido. Beck vuelve a Suecia y, en colaboración con sus compañeros y, nuevamente con la policía húngara, consigue desvelar el misterio de la desaparición del periodista. Resultará que ha pasado una de esas cosas que pasan en América, pero que, como la serie de Martin Beck irá poniendo de manifiesto, empiezan a pasar también en Europa. Con el tiempo, el crimen se hará un hueco en la sociedad del bienestar. Beck, hace casi medio siglo, y Wallander y los demás ahora, lo ponen en evidencia.
Hay en El hombre que se esfumó algunas referencias a Roseanna - por ejemplo, Beck envía una postal de Budapest al policía de Motala con el que trabajó en el caso de la turista norteamericana -, queda clara la intención de los autores de crear una serie, de dotarla de coherencia y de dar relevancia a lo personal, y no sólo a lo profesional, en la vida de sus personajes. Por ello, conviene al lector seguir las novelas de este tipo de series en orden, acompañando al protagonista en la vida como a un amigo. Lo particular de esta novela es que buena parte del trabajo de Beck se realice en el extranjero, más aun, en un país de la Europa comunista.
Con Odio y los policías del Distrito 87 Ed McBain inauguró en 1956 el subgénero criminal de la novela de procedimiento policial (la novela está protagonizada por un agente de policía, que es un tipo, normal, que trabaja en equipo y siguiendo los procedimientos legales y policiales propios de una comisaría). Son las novelas de Sjowall y Wahlöö las que abren el subgénero en Europa, convirtiéndose en fundamento trascendental de una gran parte de la novela negra europea actual y de la escandinava - de tanto éxito - en particular; tanto en el enfoque - la novela negra "procedural" - como en la construcción de unos personajes que protagonizan una serie de novelas y cuya vida personal acaba resultando tan relevante para el lector cono la resolución de los casos, los problemas del trabajo policial o el contenido social de sus novelas. Y por todo ello - la identificación del lector con el personaje, su comprensión de los problemas sociales planteados... - también es relevante que la acción resulte cercana en el tiempo, como en El hombre que se esfumó, cuya acción transcurre en unas semanas de agosto de 1966, el mismo año de la publicación de la novela.
Noguer publicó El hombre que se esfumó en 1978 y RBA lo rescató en 2009 en su Serie Negra y en 2010 en RBA Bolsillo.

viernes, 1 de agosto de 2014

Ivan Doig, Verano en English Creek



Hasta había quien decía que quizá Montana ya había tocado fondo con la Depresión. Los defensores de esta idea iban por ahí diciendo que el año había sido algo más próspero o en cualquier caso menos desesperado que el anterior. Una vara de medir bastante optimista que ignoraba el hecho de que durante años los habitantes de aquellas tierras las habían pasado realmente canutas. Supongo que yo no debo lamentarme por cuestiones de dinero, porque nuestra familia se las apañaba mejor que muchas. Incluso en los peores años, aquellos en los que el Servicio Forestal despidió a varios empleados - o, como solía decirse, los hooverizó - mi padre, el guarda forestal Varick McCaskill, nunca se contó entre ellos. Cierto es que le habían bajado el sueldo un par de veces y sólo Dios sabía si no volvería a ocurrir otra vez. Pero nos las apañábamos. Sin lujos, íbamos tirando".
Otras familias han abandonado el pueblo porque han sido desahuciadas por los bancos. Parece actual, pero es el verano de 1939. Y es Montana. El New Deal intenta sacar al país de la Gran Depresión. Es el verano en el que Jick, el cuatro de septiembre, cumplirá quince años. Un verano único, ¿qué puede haber mejor que tener quince años?:
Aunque yo creo que lo que de verdad me importaba era la vida misma. Aquella situación de tener edad suficiente como para estar casi a punto de todo y ser demasiado joven como para entrar de lleno en el meollo de las cosas".
El verano se inicia la noche de junio en que Alec, el hermano de Jick, cuatro años mayor, que trabaja en un rancho, se presenta a cenar en casa de sus padres para anunciar que en otoño no irá a la universidad - los padres no han escatimado en sacrificios para poder pagarle los estudios - y se casará con su reciente novia. El enfrentamiento - eterno - entre los padres y el hijo que reclama su independencia personal. Durante el verano Jick acompañará a su padre, guardia del Servicio Forestal, en una de sus tareas, el viaje de conteo de cabezas de ganado, vivirá un inolvidable Cuatro de Julio (la fiesta nacional de Estados Unidos), trabajará en la siega del heno en las tierras de su tío Pete, presenciará la lucha contra un incendio forestal, descubrirá antiguos secretos del pasado familiar y que la vida es más complicada de lo que quisiéramos, que nos desengaña a cada paso, que las cosas nunca salen como pretendemos...
El verano en que empecé a preguntarme si alguna vez las cosas terminan como uno espera".
El verano acaba el uno de septiembre; en Europa ha empezado otra guerra.
En el cuarto, último y breve, capítulo de Verano en English Creek, Jick, que narra aquel verano casi cuarenta años más tarde, repasa qué ha sido de los distintos personajes desde entonces. El hermano que se alistó tras Pearl Harbor y murió en el frente en 1942 sin haber vuelto a hablar con su familia desde el verano del 39, la muerte del padre, recién jubilado, de un repentino ataque al corazón, la amable vejez de su madre... Las duras jugadas que la vida nos guarda a cada paso. Por esta parte Verano en English Creek es una magnífica y conmovedora novela de iniciación, Jick un chico entrañable, y también los demás personajes... pero Verano en English Creek es también un monumento a Montana. Y como todo monumento, pétreo. Montana es en 1939 un territorio casi recién colonizado; los primeros colonos llegaron unas décadas antes, apenas una o dos generaciones antes. English Creek pretende homenajear a aquellos colonos - los pioneros, y los ganaderos, los agricultores y los forestales de 1939 - y a la naturaleza impresionante de aquellas tierras. La consecuencia es un ritmo lento y denso que nos lleva a una lectura lenta que exige del lector tiempo y paciencia.
Ivan Doig es uno de esos interesantes escritores que conocemos gracias a Libros del Asteroide, que nos lo presentó en 2011 con la maravillosa Una temporada para silbar y en 2013 nos trajo Verano en English Creek, que Doig publicó en 1984.
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