lunes, 30 de junio de 2014

Valerio Magrelli, Adiós al fútbol

En este año en el que ganamos la Liga de los seis días. No dura más la alegría en casa del pobre. Ahora que un árbitro holandés nos ha dejado definitivamente clara la regla número 18 del fútbol; cumplido el tiempo reglamentario el árbitro no dará por finalizado el encuentro hasta que no gane el Madrid (o Brasil, que es lo mismo). Ahora que la melancólica Lisboa ha inoculado la tristeza en nuestras vidas de modo indeleble. Ahora que tenemos la certidumbre de que moriremos sin haber llegado a vivir el día más feliz de nuestras vidas, que se nos ahogó en el Tajo. Ahora que la desgracia y la crueldad han evaporado repentinamente el equipo de los mejores - Fernando Torres, Xavi Hernández, Iker Casillas, David Villa, Andrés Iniesta, Juan Mata, Sergio Busquets, Víctor Valdés, Vicente del Bosque, Luis Aragonés... - y nos ha dejado la certeza de que nunca volveremos a ver nada igual. Ahora, quizá, es buen momento para decir adiós al fútbol. Si podemos. Que será que no, pero al menos sabemos que tuvimos el privilegio de vivir lo más grande aunque ya nada volverá a ser lo mismo. Porque todo acabó en Lisboa y en nuestro maracanazo y porque el fútbol no es posible sin Xavi Hernández.
Adiós al fútbol (2010; Xordica, 2013) dice el poeta italiano Valerio Magrelli en este hermoso libro de prosa poética en el que en noventa minutos (sin tablilla de prolongación), en noventa breves textos que en raras ocasiones se extienden hasta ocupar la página - cuarenta y cinco en la primera parte y cuarenta y cinco en la segunda - se despide del fútbol, al que tanto ha amado y jugado desde pequeño, ahora que, casi cincuentón y con la rodilla renqueante no se encuentra ya en condiciones de seguir jugando. La despedida de Magrelli es más de la práctica activa que de la afición y el sentimiento. Pero también.
Magrelli, aficionado de la Roma, recuerda momentos de la historia de su club, emociones como la de aquel partido que su padre no podía seguir viendo y se fue al cuarto de baño pero a cada instante quería saber qué pasaba hasta que acabó volviendo ante el televisor, tantos partidos disputados con amigos - o con desconocidos -, a lo largo de su vida, en la calle, en un campo embarrado, en la playa, en cualquier pradera, la perplejidad de ver cómo a los niños de hoy no les gusta jugar al fútbol sino jugar al fútbol en la play, el aprendizaje ético de su hijo (minuto 10 de la primera parte) en la derrota y en la crueldad del llamado "gol de oro" :
No hay dos sin tres: la tragedia se mascaba. Llegamos así a la final de la Eurocopa. Italia remonta en el último momento y, en el descuento, todo se derrumba. Para mí fue doloroso pero normal. Mi hijo, en cambio, en la habitación del hotel, no dejaba de mirarme. ¿Y ahora qué?, me preguntaba. Ahora nada. respondí: se ha acabado. Entonces explotó en un llanto infinito: en ese instante, por primera vez en su vida, entró en contacto con lo irreparable, aunque fuera bajo la fútil apariencia del gol. Me acuerdo de esas lágrimas con un nudo en la garganta, el nudo que encontramos en las plantas, cuando un tronco se detiene, se enrosca, para después retomar su crecimiento".
Y tantos otros instantes de esa historia de amor con este deporte maravilloso que marca radicalmente nuestras vidas, de manera que sin él serían otras bien distintas y mucho más pobres. Hasta que, llegado el minuto 44 de la segunda parte, es el momento de decir adiós:
Lo admito: soy todo un forofo, a mi pesar. De pequeño, como todos mis compañeros, me sabía de memoria la alineación del Inter, hasta que elegí el equipo de mis amores. Sólo que, en cierto momento, las desilusiones fueron demasiadas, y de un día para otro decidí dejarlo. Cuando no iba al campo, para compensar, seguía de forma sistemática todas las retransmisiones televisivas. La elección se cebó drásticamente con estas costumbres de mi vida. Basta de goles, basta de páginas deportivas.
Los días se dilataron inmediatamente: desde entonces no he vuelto atrás. Sin embargo, los sábados empiezo a informarme como el que no quiere la cosa, y los domingos la selección de canales parece mucho más agitada de lo habitual. Porque, aunque no lo confiese abiertamente, quiero, quiero saber el resultado, y este resultado me captura. Es un sentimiento extraño, subliminal, que me empuja a dar vueltas por casa como un zahorí con su horquilla. Quier saber y, al mismo tiempo, no saber. Y así, después de casi cincuenta años, ese morbo lejano, continua poseyéndome, sin que yo haya encontrado ningún antídoto".
Valerio Magrelli (Roma, 1957) es un importante poeta. En los años noventa Visor publicó alguno de sus libros y, más recientemente, lo ha hecho Pre-textos.

domingo, 22 de junio de 2014

Penelope Fitzgerald, La librería

John Wheatley, Hall's Bookshop in Royal Tunbridge Wells, west Kent
En 1959, en una ficticia población costera del condado de Suffolk, en el este de Inglaterra, en la que ni siquiera hay un fish and chips, la calma se rompe cuando una animosa viuda de mediana edad decide abrir una librería - en su juventud trabajó en una de las más importantes de Londres -. Compra una vieja casa junto a la playa - incluido en el precio su propio poltergeist -, supera la oposición de algunas personas importantes e influyentes y abre el negocio, con relativo éxito. Toma como ayudante a una peculiar y decidida niña de diez años. Durante los primeros meses el negocio funciona e, incluso, llega a abrir una biblioteca anexa. Pero enfrentarse a los poderosos es siempre complicado. Más aún en el ambiente de un pequeño pueblo, aplacible y aburrido, de esos en los que nunca pasa nada y todos lo saben todo. Y con la arriesgada decisión de poner a la venta el "bestseller" del momento - Lolita, de Vladimir Nabokov - llega el máximo éxito de la librería, pero también el principio del fin.
Este es el sencillo argumento de La librería (1978) de Penelope Fitzgerald. una novela de ligera y agradable lectura y fino humor. Con otro estilo narrativo estaríamos ante un ambiente opresivo, unos personajes de recovecos psicológicos..., sin embargo, la naturalidad narrativa de La librería hace preponderar la resolución y valentía de la protagonista - ante la hostilidad de los demás, ante el fantasma que habita su casa - por encima de su sufrimiento, la actitud activa de los personajes y el diálogo sobre la profundización psicológica, el humor inglés y la ternura sobre la asfixia de un pequeño pueblo bastante incomunicado, la simpatía de la protagonista sobre su triste final.
Penelope Fitzgerald (Lincoln, 1916 - Londres, 2000) publicó su primera novela en 1977. Impedimenta viene presentándonos su obra en estos últimos años, pues, anteriormente sólo Mondadori, en 1998 y 2000, había publicado en España dos de sus obras.

sábado, 14 de junio de 2014

Donna Leon, Veneno de cristal

Veneno de cristal (2005; Seix Barral 2006) es, sin sorpresas, un nuevo caso de la serie Brunetti. Cuanto dijimos sobre las características generales de la serie respecto a Piedras ensangrentadas vale ahora de nuevo (posiblemente conviene releerlo). Quizá en esta ocasión Paola y los niños, Vianello, Elettra, Patta y los demás tengan una presencia menor, pero se mantiene el protagonismo coral en torno a este comisario tranquilo que resuelve los casos, hablando, sin emplear las armas y gustando del buen comer.
La cuestión que se nos plantea en esta ocasión es ecológica; la contaminación de las aguas de la laguna de Venecia. Se trata de un asunto grave, pues las industrias petroquímicas instaladas en Marghera, a las afueras de Venecia, generan una alta contaminación, tanto del aire como del agua de la laguna, y, con ello, problemas de salud para los habitantes del entorno. Si bien el tema se presenta indirectamente, a partir de la contaminación - menor - de esas mismas aguas por los vertidos de las fábricas de cristal de la isla de Murano. La investigación de unas supuestas amenazas llevará a Brunetti a investigar la muerte de un trabajador de uno de estos hornos.
Como es habitual, Brunetti investiga a la espalda del vicequestore Patta, que se lo ha desaconsejado, y con la ayuda de la signorina Elettra. Pero, en esta ocasión, inesperadamente, Patta, atendiendo - como es propio de él - a sus intereses personales, impulsa la investigación en su tramo final. El caso queda aclarado aunque no completamente resuelto. Como en otras ocasiones. Y como en otras ocasiones, Brunetti se tiene que conformar con haber culminado la investigación aunque no se paguen todas las culpas. Sin embargo, un golpe de fortuna, permite, esta vez, que el culpable no salga indemne.
Una vez más el lector de Brunetti queda satisfecho con una buena novela, en la que encuentra lo que espera y se reencuentra con los familiares personajes de la serie, Y una vez más, a Donna Leon, Brunetti y los suyos le sirven para realizar una denuncia, Novela negra, novela comprometida.

miércoles, 4 de junio de 2014

Martin Amis, Lionel Asbo

Des es un chico de quince años que se acuesta - incitado por ella - con su abuela, de treinta y nueve. Su madre murió hace tres años y su padre es un hombre negro al que su madre sólo vio una vez. Así que vive con su tío Lionel, su contrapadre (Des le escucha y hace lo contrario de lo que Lionel le aconseja). El tío Li, de carácter pendenciero, es el menor de los siete hijos de su abuela de seis padres distintos -, tiene veintiún años, habla un inglés lamentable - ni siquiera sabe pronunciar bien palabras sencillas - y lleno de vulgarismos, trabaja en compañía de dos pitbulls a los que emborracha para que sean más agresivos, se dedica a la compra y venta de objetos robados, a las amenazas, los golpes y la extorsión. y pasa algunas temporadas en la cárcel. Todos ellos viven en Dixton, un barrio (ficticio) del East End de Londres donde los índices de pobreza, la esperanza de vida u otros parámetros por el estilo están al nivel de los países más pobres del tercer mundo. Es 2006.
Tres años más tarde, durante una de sus estancias en la cárcel a Lionel le tocan ciento cuarenta millones de libras en la loto. Mientras, Des ha conseguido entrar en la Universidad y encontrar una buena y dulce novia. Lógicamente, semejante cantidad de dinero cambiará la vida de Lionel, pero no cambiará su tacañería, que como su tendencia al delito, le acompaña desde la primera infancia. El dinero lo gastará en coches de lujo, ropa estrafalaria, e incluso en mujeres, aunque siempre fue partidario del porno, mucho más seguro pues las mujeres sólo dan problemas. Compra también una gran mansión aunque no desaloja el cuarto que ocupa en el pequeño apartamento donde viven Des y su novia y ni siquiera paga el alquiler completo. Gasta, eso sí, dinero en ingresar a su madre en una residencia en el lugar más remoto del norte de Escocia para evitar así que la vieja - de cuarenta y dos años - folle con cualquiera; porque si hay algo por lo que Lionel no está dispuesto a pasar es porque alguien se folle a su madre. Pero a Lionel le van bien las inversiones financieras que realiza y gana tanto como su tocayo Lionel Messi; sólo que Messi tiene que correr para que le paguen ese pastón y Asbo lo gana sentado en el sofá.
Desde el momento en que el azar le hace rico Lionel Asbo, 'El patán de la loto', se convierte en personaje top de la prensa sensacionalista con la que, como es de prever, dado su carácter pendenciero, tiene una relación conflictiva, que, con altibajos, pasa luego por momentos mejores; por ejemplo cuando Lionel declara que no viaja - ni a Gales - porque él es inglés y no se le ha perdido nada en el extranjero. Se convierte así en uno de los personajes más famosos de toda Inglaterra sin otro mérito que haber robado un boleto de lotería a otro presidiario, pedirle a su sobrino que lo eche y haber tenido suerte. Dinero y fama. Fama y dinero. Pero Lionel sigue aferrado a su estilo de vida en Dixton. Algo más fuerte que el dinero y la fama le ata a su vida anterior; su falta de formación, de la que, naturalmente, hace gala.
Mientras tanto Des ha intentado llevar una vida tranquila, basada en el estudio, el trabajo, el amor; a pesar de su origen social, ha acabado su carrera universitaria, ha encontrado trabajo de redactor en un periódico, se ha casado con su novia y han tenido una niña... Aunque vive siempre aterrorizado por la idea de que algún día su tío Lionel descubra la relación que durante unas semanas mantuvo con su abuela y por lo que pueda pasar entonces (terror en el que siempre le acompaña el lector, imaginando lo peor).
Lionel Asbo, una novela publicada en 2012 pero cuyo desenlace ocurre en 2013, es una buena novela, cargada de humor, cuyo subtitulo 'El estado de Inglaterra" viene a decirnos que Lionel representa a la Inglaterra actual; una Inglaterra en decadencia moral, donde priman los valores que vende la prensa sensacionalista. Aunque en realidad podemos decir que expresa el estado de la sociedad occidental, pues en poco se diferencia la Inglaterra de Lionel Asbo de, por ejemplo, nuestro país. Pero también podríamos decir nosotros que ese estado lo representa Des; un muchacho que consigue salir adelante en las circunstancias más adversas. La antítesis entre Lionel y Des no es sólo de carácter, de actitud ante la vida, de suerte en ella; para que el contraste resulte grotesco también es físico, frente a Lionel, bajito, chaparro y fuerte, parecido a Wayne Rooney, con aspecto de hooligan, Des es alto, delgado y mulato. Amis ha construido un relato crítico, ácido y divertido que nos hace pensar y sonreír.
Martin  Amis (Swansea, 1949) es uno de los más reconocidos y polémicos escritores ingleses. Comenzó a publicar a comienzos de los años setenta. Su obra se ha publicado ampliamente en España, a partir de mediados de los ochenta, fundamentalmente por Anagrama.
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