viernes, 24 de enero de 2014

Alekséi Aputjin, Entre la vida y la muerte

Ilya Repin, El historiador Nikolay Kostomarov en un ataúd (1885).

Eran pasadas las ocho de la tarde cuando el doctor aplicó su oído a mi corazón, acercó un pequeño espejo a mis labios y, dirigiéndose a mi esposa, dijo solemnemente en voz baja:
- Todo ha terminado.
Por esas palabras, yo deduje que había muerto.
Así comienza Entre la vida y la muerte, una excelente novela corta. El que habla es el príncipe Dimitri Aleksandróvich Trubchesvki, que nos va a relatar todo lo que ocurre, en torno a su cuerpo, durante su velatorio. Ante el cadáver pasarán familiares, amigos, siervos - una criada embarazada entre ellos -... Un interesante y original punto de vista con el que Alekséi N. Apujtin (Boljov, 1840 - San Petesburgo, 1893) construye un magnífico relato del que disfruta el lector en cada una de sus cuarenta páginas hasta el inesperado final. Desde su ataúd, el narrador contempla el desfile de deudos y escucha sus conversaciones, mientras se abren paso en su mente recuerdos y reflexiones. Reflexiones, por ejemplo, sobre los presentimientos, ese misterio humano, recuerdos como aquel viaje al sur de Francia dónde reconocía cada lugar del castillo donde se alojó a pesar de no haber estado allí anteriormente. La certeza, ahora que estaba muerto, de haber vivido antes, en otra vida, en aquel lugar. La consiguiente convicción de que la conciencia no muere sino que renace en nuevas vidas; ¿pero qué sentido tiene esto?, ¿por qué no recordamos las vidas anteriores?...

El ser humano no sabe nada de lo que más necesita saber. Ignora para qué nació, para qué vive y para qué morirá".

Siente el príncipe un deseo irresistible de vivir. Su relato nos apunta asuntos de los que se ocupará la novela de las primeras décadas del siglo XX.
La edición de Entre la vida y la muerte (1892) en la antología Pioneros de la ciencia ficción rusa (Alba, 2013) supone la primera publicación de este autor ruso - poeta fundamentalmente - en nuestra lengua. Supone, por tanto, un excelente descubrimiento, que debemos a Alberto Pérez Vivas, responsable de la antología.

jueves, 16 de enero de 2014

Fred Chappell, Me voy con vosotros para siempre

Lago Junaluska, en Carolina del Norte.
Una riada se llevó por delante la casa de Jess cuando era pequeño. Por eso Jess y sus padres viven en casa de su abuela materna; una granja grande en las montañas de Carolina del Norte. Es 1940 y, aunque Europa está a muchos kilómetros de allí, Hitler y la Segunda Guerra Mundial son una tenue pero constante presencia que sobrevuela sus vidas. Jess tiene diez años, pero nos relata sus recuerdos de entonces veinte años más tarde.
En la granja, la abuela ejerce un claro matriarcado. La madre, que no trabaja en casa pues es profesora de instituto, aparece, quizá sorprendentemente, en pocas ocasiones aunque siempre con intervenciones sensatas y juiciosas. Los protagonistas de los recuerdos de Jess son los tres “niños” de la casa, siempre dispuestos a cualquier broma o cualquier gamberrada; él mismo, su padre Joe Robert, que tiene treinta años, y Johnson Gibbs, un chico de dieciocho años, huérfano, al que contratan para ayudar en el abundante trabajo de la granja. Los tres se llevan muy bien.
El relato de Jess se articula sobre las pequeñas gamberradas que organizan entre los tres y las visitas de diversos parientes – todos de la familia materna - , cada uno más excéntrico que el anterior, que en aquellos días pasaron por la casa; el mujeriego tío Luden, el tío Gurten y su larga barba jamás cortada, el tío Zeno, narrador de cuentos siempre inacabados, el tío Runkin que viaja con un enorme ataúd dentro del que duerme, y la tía Samantha, vieja estrella de la canción. Todos ellos serán víctimas de las bromas de Joe Robert, Johnson y Jess. Y estos de las reprimendas, firmes pero cariñosas, a veces aguantándose la risa, de la abuela.
Me voy con vosotros para siempre, de Fred Chappell, una de esas novelas que deja en el lector una sonrisa y un grato recuerdo, es la primera de una tetralogía protagonizada por Jess Kirkman (el apellido no aparece nunca en esta novela, en contraste con el materno Sorrells). Al parecer la crítica norteamericana quiere ver en ese apellido, Kirkman, (kirk significa iglesia en alemán) un trasunto del Chappell (capilla) de su autor. Resulta curioso que, aunque la geografía del libro es ficticia, pero indudablemente cercana a la de la infancia de Fred Chappell, sin embargo el nombre del personaje se corresponde con el de una persona real que en el censo de 1940 de Carolina del Norte contaba con la misma edad que nuestro personaje. ¿Tomó Chappell el nombre de un viejo amigo?
Fred Chappell, nacido en Canton, Carolina del Norte, en 1936, es un poeta de reconocido prestigio, autor también de varios novelas como Me voy con vosotros para siempre (1985; Libros del Asteroide, 2008) que es la única traducida al castellano, y las tres que la continúan; Brighten the corner where you are, Farewell, I'm bound to leave you y Look back all the Green Valley.

miércoles, 8 de enero de 2014

James McClure, El cazador sordo

El teniente Kramer y el sargento Zondi constituyen una de las parejas de investigadores más peculiares de la novela criminal. Aunque, en realidad, lo peculiar no son ellos sino las circunstancias históricas en las que viven; la Sudáfrica del apartheid. El teniente es blanco y el sargento negro; las parejas mixtas eran frecuentes en la policía sudafricana pues cada uno de los miembros del equipo investigaba e interrogaba a las personas de su raza.
Kramer y Zondi aparecieron por primera vez en El cerdo de vapor (1971) y luego en la excelente El leopardo de la medianoche (1973). El cazador sordo (1974; Reino de Cordelia, 2013) es  la tercera novela de la serie. En la tórrida navidad sudafricana Kramer y Zondi se enfrentan a un asesinato. Las sospechas recaen sobre el criado negro de la víctima y a Zondi se le autoriza a seguir la pista libremente - lo que le llevará a los míseros poblados de negros, los bantustanes - mientras, para alejar a Kramer del caso, sus superiores le encargan la investigación de un aparentemente anodino accidente de tráfico. Al final nada será lo que parece y el trabajo de Zondi será decisivo para la resolución del caso, que está relacionado con cuestiones de seguridad nacional.
Se mantiene en El cazador sordo el ritmo narrativo ágil y el estilo desenfadado y cargado de humor que caracterizan la serie. Esto permite al lector disfrutar de la lectura y al autor acercarse a los temas como sin darles importancia, como aceptando con naturalidad la realidad de su país - igual que Kramer, en público, trata a Zondi con cierto desdén como corresponde tratar a un inferior negro  -. Pero ni Kramer es racista ni McClure da una visión tan impoluta de su país. Describe la realidad sin juzgarla; la opinión queda en manos del lector.
James McClure (Johanesburgo, 1939 - Oxford, 2006) desarrolló su carrera literaria en Inglaterra, a donde se traslado en los años sesenta. La serie de Kramer y Zondi la forman ocho novelas, de las que en España se han publicado las tres primeras y las dos últimas. La imprescindible colección Etiqueta Negra de la editorial Júcar introdujo a McClure con El huevo ingenioso en 1988 (para entonces la última publicada; 1984) y El cerdo de vapor en 1989. Tuvimos luego que esperar hasta que Funambulista publicó El leopardo de la medianoche en 2005. En 2007 Puzzle ha publicado El huevo ingenioso con el título El huevo con truco. Finalmente Reino de Cordelia ha publicado en 2013 El cazador sordo y La canción del perro, que siendo la última de la serie, 1991, sin embargo, su acción se sitúa en el momento en el que Kramer y Zondi comenzaron a trabajar juntos.
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