viernes, 29 de noviembre de 2013

Rafael Bernal, El complot mongol

Los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Richard Nixon se saludan
en la inauguración de la Presa de la Amistad el 9 de agosto de 1969.
Se cumplieron hace una semana cincuenta años del asesinato del presidente Kennedy. Un acontecimiento que marcó las vidas de cuantos lo vivieron, es decir, de todos los que estaban vivos aquel día: cualquier persona recuerda perfectamente dónde estaba, qué hacía el 22 de noviembre de 1963. Al cabo de medio siglo, que la autoría del crimen recaiga exclusivamente en Lee Harvey Oswald sigue sembrando dudas y las diversas  teorías conspirativas nos siguen resultando sugerentes para explicar uno de los hechos más relevantes de la historia del siglo XX, uno de esos que hicieron que todo fuera distinto a partir del día siguiente, Sin la convicción de que la muerte de JFK está verdadera y totalmente resuelta, no podemos descartar que la autoría del atentado correspondiera a Pepe Carvalho, personaje al que se la atribuye Manuel Vázquez Montalbán en Yo maté a Kennedy (1974). El crimen que marcó a una generación, sin duda inspiró a Vázquez Montalbán en la creación de Carvalho, pero, no debemos dudar de que también estuvo presente en la inspiración de Rafael Bernal al escribir El complot mongol (1969), en la que las referencias a Dallas son tan frecuentes como inevitables.
Filiberto García es un veterano (unos sesenta años) investigador y asesino profesional que realiza trabajos extraoficiales - "sucios" - al servicio de la policía y el gobierno corrupto de México. Faltan cuarenta y ocho horas para la visita a Ciudad de México del Presidente de Estados Unidos y los servicios secretos soviéticos han informado de que China planea un atentado, quizá durante la inauguración de una estatua por los mandatarios mexicano y norteamericano. A García se le encomienda la labor de trabajar junto a un investigador del FBI y otro del KGB - peculiar colaboración - para ver qué hay de cierto en la amenaza y desbaratarla. En el trasfondo del complot las relaciones internacionales entre Estados Unidos y la Unión Soviética, China y Cuba - que también entra en el juego - y entre los tres países comunistas entre sí. García descubrirá que existe un complot, pero otro distinto del que se le encargó investigar y, aunque será apartado de la investigación, seguirá en ella hasta el final. Naturalmente, no podía faltar, y no falta, una mujer de la que García se enamora pero a la que nunca puede atender - pinche maricón - porque entra en su vida en un momento frenético de trabajo; en estos dos días para salvar al presidente,  los muertos son cerca de veinte.
Aunque el relato evita cualquier precisión temporal, la acción es posterior a los acontecimientos ocurridos en la plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968. Durante las cuarenta y ocho horas de la acción de la novela el lector acompaña permanentemente a García, pues el narrador externo apenas aparece para situar las escenas e introducir los diálogos entre los personajes y la voz narrativa de la novela es el monólogo interior de García. Un monólogo cargado de fino humor y de expresividad y rico en coloquialismos mexicanos que resultan una delicia para la lectura. Capaz y gozáis de la novela.
Cuando Bernal escribe El complot mongol nace en la literatura mexicana la llamada "novela de la Onda" (así denominada despectivamente en alusión a la expresión "¿qué onda?" utilizada popularmente a modo de saludo). Inaugurada por José Agustín (Acapulco, 1944) en 1964 con La tumba, la Onda se caracteriza por el empleo de un lenguaje fresco, coloquial, soez si es necesario, y por reflejar la vida de los jóvenes y adolescentes urbanos y abordar temas como el sexo, la droga, el pop y el rock, la violencia o la guerra de Vietnam. Protagonistas adolescentes, lenguaje callejero, rechazo de la literatura tradicional y del gobierno del PRI... un escándalo, naturalmente para la crítica bienpensante de la época. Parece obvia la influencia de la californiana generación beat. Sin un conocimiento profundo de la Onda, creo que tanto por su lenguaje como por diversos temas que aparecen en la novela, El complot mongol resulta cercano a este movimiento literario de la Onda. Al margen de ello, en todo caso, está considerada como la novela inaugural de la novela criminal mexicana.
Rafael Bernal (México, 1915 - Berna, 1972) cultivó todos los géneros literarios y escribió una obra más bien extensa. En los años cuarenta escribió un par de relatos - Un muerto en la tumba y Tres novelas policiacas - que siguen los esquemas de la novela policiaca clásica, pero con El complot mongol - en el contexto social y político mexicano marcado por la matanza de 1968 - pasa a la novela negra con un personaje a la altura de los más duros detectives hard-boiled. Tanto esta novela como su autor, que más bien pasaron desapercibidos en su tiempo, están cobrando un importante reconocimiento cuarenta años más tarde.
El complot mongol es la única novela de Rafael Bernal publicada en España, en 2003 por Booket y en 2013 por Libros del Asteroide. Esta novela llegó al cine en 1977 de la mano de Antonio Eceiza:

jueves, 21 de noviembre de 2013

Bret Easton Ellis, Menos que cero

Casa en Beverly Hills.
Clay tiene dieciocho años y vuelve a casa por Navidad. Viene de la universidad en New Hampshire y su novia, Blair, le recoge en el aeropuerto y le lleva a su casa en Beverly Hills. No hay nadie en casa para recibirle cuando llega. Quizá esta conversación con sus hermanas y su madre ilustre bien sus relaciones familiares:
- ¿Por qué cierras tu puerta con llave, Clay? - vuelve a preguntar una de ellas, no sé cuál.
Sigo sin decir nada. Pienso en agarrar una de las bolsas de MGA o de Camp Beverly Hills o una caja de zapatos de Privilege y tirarla por la ventanilla.
- Mamá, dile que me conteste. ¿Por qué cierras la puerta con llave, Clay?
Me doy la vuelta.
- Porque vosotras dos me robasteis cinco gramos de cocaína la última vez que dejé la puerta abierta. Por eso.
Mis hermanas no dicen nada. De la radio surge "Enfermeras adolescentes en esclavitud" por un grupo que se llama Gatita Asesina, y mi madre pregunta que si tenemos que oír aquello, y nadie dice nada hasta que se termina la canción. Cuando llegamos a casa, mi hermana menor me dice al pasar junto a la piscina:
- Eso es mentira. Puedo conseguirme mi propia cocaína".
Y esta otra con Blair y sus amigas las relaciones entre sus amigos y conocidos:
- Yo creía que quien salía con Warren eras tú - dice Kim a Blair.
Miro a Blair.
- Salía, pero ya no salgo con Warren - dice Blair.
- No salías con él. Follabas- dice Alana.
- Da lo mismo - dice Blair, ojeando la carta y lanzándome una mirada por encima de ésta.
- ¿Te acostaste con Warren? - pregunta Kim a Alana.
- No, no me acosté. - Vuelve a mirar a Blair y luego otra vez a Kim - ¿Y tú?
- No, pero creo que Cliff se acostaba con Warren - dice Kim, confusa durante un momento.
- Tal vez sea verdad, pero yo creía que Cliff se acostaba con Didi Hellman - dice Blair.
- No, eso no es cierto. ¿Quién te la ha dicho? - quiere saber Alana.
Durante un momento me doy cuenta de que yo mismo podría haberme acostado con Didi Hellman. Me doy cuenta asimismo de que también podría haberme acostado con Warren. No digo nada. Probablemente lo sepan ya".
Bastan estos dos diálogos, supongo, para ponernos en situación. La novela es un retrato de los jóvenes millonarios californianos de los años ochenta – hijos de magnates de Hollywood – que, carentes de principios, valores y aspiraciones distintas de ver tumbados en la cama la cadena de vídeos musicales, vivir la fiesta permanente junto a la piscina iluminada de la mansión de cualquiera de ellos, emborracharse, tener siempre a mano a su díler de cabecera con la papelina de coca fresca y de follar con lo primero que se mueva, sea del sexo que sea, pasean de un lado a otro de Los Ángeles en sus descapotables ante la despreocupación de sus padres divorciados – quizá de compras en Londres - y la indiferencia invisible de sus chachas que les hacen el cuarto mientras un desconocido se apea de la cama con el rabo colgando para buscar por el suelo sus calzoncillos sin confundirlos con los del anfitrión. Alguna visita al psiquiatra, algún recuerdo del verano marcado por la muerte de la abuela, alguna snuff movie, la prostitución masculina como medio de pago de las deudas de la droga… “Si uno quiera algo, tiene derecho a cogerlo. Si quieres hacer algo, tienes derecho a hacerlo” dice uno de los personajes y parece la filosofía de estos chicos, aunque a Clay no le parezca bien cuando se trata de divertirse abusando sexualmente de una niña de doce años. Ante ustedes, la Generación X.
Nos habla Menos que cero de la misma juventud que, pocos años más tarde, y de forma más edulcorada, lo hicieron dos series de televisión de éxito mundial; Beverly Hills 90210Sensación de vivir, en España - y Melrose Place. Los personajes y su origen social, la acción y la presencia constante de la droga y el sexo, la falta de valores y la ausencia de intereses, la narración cinematográfica en presente y en primera persona, de Menos que cero recuerdan indiscutiblemente a la magnífica Historias del Kronen que Jose Ángel Mañas escribiera unos años más tarde.
Bret Easton Ellis (Los Ángeles, 1964) escribió Menos que cero, la novela toma su título de una canción de Elvis Costello, con diecinueve años y escandalizó a la sociedad norteamericana con su publicación en 1985. Inició una importante carrera literaria que tiene en American psycho su obra más relevante. Menos que cero fue llevada al cine en 1987; en castellano – misterios de las traducciones – con el título Golpe al sueño americano. La obra de Ellis, desde la primera edición de Menos que cero en Anagrama en 1986, ha sido publicada en España por esa editorial y otros sellos editoriales. En 2010 Mondadori nos trajo Suites imperiales, en la que volvemos a reencontrarnos con los personajes de Menos que cero veinticinco años más tarde.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

Evelyn Waugh, Elena

Cima de Conegliano, Santa Elena (1495).
Evelyn Waugh está considerado como uno de los escritores ingleses más importantes del siglo XX. Sus novelas se caracterizan por el humor y el sarcasmo y entre ellas destaca Noticia bomba. Waugh se convirtió al catolicismo en 1930 y tras la Segunda Guerra Mundial esto se reflejó en su obra, que pasó a ocuparse de asuntos o contenidos religiosos. De este periodo su obra más conocida - gracias a la televisión y el cine - es Retorno a Brideshead. En este contexto se sitúa Elena (1950), una breve novela sobre Santa Elena, en la que prima lo novelesco sobre lo histórico, la acción sobre la descripción y el análisis, el ritmo sobre la reflexión. Ahí su acierto.
Elena parte de la leyenda que hace de Elena hija de un rey británico. A partir de ahí y de la boda de ésta muchacha con Constancio Cloro, esta breve novela avanza ligera relatando la larga vida de Elena. El personaje se muestra como una mujer resuelta, dada a la acción y aficionada a las preguntas concretas para las que espera respuestas racionales que se puedan verificar.
Elena, que acepta el rápido matrimonio con Constancio porque cree que así podrá conocer Roma, vive gran parte de su vida en Dalmacia y es anciana cuando, ya con las viejas ilusiones desvanecidas, visita Roma por fin cuando su hijo Constantino es emperador. Se demora entonces el relato para presentarnos a Constantino como un gobernante megalómano, ególatra y voluble. para mostrarnos más detenidamente - lo hace durante todo el libro - las complejidades de la política romana y sus luchas intestinas, frecuentemente cruentas. Para entonces, el cristianismo ya es religión oficial del Imperio. De Roma sale Elena, con más de ochenta años, en ese empeño suyo de sustentarlo todo en ideas racionales y hechos verificables y no en especulaciones de charlatanes, para encontrar en Palestina los restos de la Vera Cruz en la que Jesús fue crucificado.
La recepción de la obra de Waugh en España ha sido amplia y continuada, especialmente desde el éxito televisivo de Retorno a Brideshead a comienzos de los ochenta. Elena fue publicada por primera vez por Edhasa en 1990 y de nuevo en 2006, titulando en esta ocasión Helena.. Entre ambas ediciones, varias otras, por cesión de Edhasa, se han editado con los sellos de Altaya, Salvat y El País.

martes, 5 de noviembre de 2013

Henning Mankell, Antes de que hiele

Tras las ocho novelas protagonizadas por Kurt Wallander, Henning Mankell (Estocolmo, 1948) publicó La pirámide que nos lleva retrospectivamente a conocer a un Wallander joven, recién ingresado en la Policía. Aparentemente, La pirámide cierra la serie. Luego, con las mismas características, pero sin Wallander, apareció El retorno del profesor de baile, protagonizada por Stefan Lindman. En 2002 aparece Antes de que hiele (Tusquets, 2006). Ha pasado un tiempo, estamos en el día 21 agosto de 2001, y Linda, la hija de Kurt Wallander, a punto de cumplir treinta años, ha dado un nuevo giro - sorprendente - a su vida y está a punto de comenzar a trabajar como agente de policía en la comisaría de Ystad, junto a su padre. Faltan sólo unos días, pero la desaparición de una amiga de Linda lleva a ésta a preocuparse e investigar por su cuenta. Finalmente, la posible relación entre esa desaparición y un cruel asesinato que investiga Wallander llevará al inspector a permitir la participación de Linda en la investigación policial antes de su incorporación a su puesto. En la investigación también participa Stefan Lindman, llegado a Ystad unos meses antes.
Una vez más nos encontramos ante crímenes atroces, antes inimaginables en Escania, aparentemente inexplicables. Pero como bien nos explica Wallander, algo puede resultar completamente inesperado, pero nunca inexplicable, todo tiene siempre una razón. La cuestión es descubrirla. En esta ocasión, la investigación llevará a Wallander y los suyos a descubrir una secta religiosa, fundada por Erik Westin, el padre de la amiga desaparecida de Linda. Westin abandonó, más de veinte años antes a su familia sin dejar rastro. La explicación, como en otras novelas de la serie, la encontramos en el prólogo, cuya acción se desarrolla en el pasado; Westin es el único superviviente del suicidio colectivo ocurrido en noviembre de 1978 en Jonestown, en Guyana, inducido por Jim Warren Jones, líder de la secta Templo del Pueblo. El caso se cierra justo antes de la incorporación de Linda a su trabajo en la comisaría, una tarde de septiembre en la que empiezan a llegar confusas noticias de Nueva York.
Antes de que hiele mantiene las constantes estilísticas y de análisis social que hacen de Henning Mankell uno de los escritores fundamentales de nuestro tiempo y a Kurt Wallander un personaje esencial de la novela actual. Ahora Wallander, tras el fallecimiento de su padre (en La quinta mujer), se enfrenta a la evidencia de que está envejeciendo. Y al descubrimiento de hasta que punto, antes inimaginado, a medida que envejecemos nos vamos pareciendo cada vez más a nuestro padre; en el reflejo que nos devuelve el espejo, en los gestos más nimios, en el carácter que se agria con la edad, en las manias... La vida le trae esta vez, además, otra muerte dolorosa, la de su viejo amigo Sten Widén. el criador de caballos, viejo amigo y compañero de borracheras.
Tras Antes de que hiele la serie Wallander, que Tusquets edita con regularidad desde 2002, se continúa con El hombre inquieto (2009) y Huesos en el jardín, publicada hace sólo unas pocas semanas (anteriormente se había editado sólo en Holanda en 2004).
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