miércoles, 25 de septiembre de 2013

Donna Leon, Piedras ensangrentadas

Vu compra vendiendo bolsos falsificados
en Venecia.
Piedras ensangrentadas (2005) es el decimocuarto caso del comisario Guido Brunetti. Como es normal, Donna Leon mantiene en esta novela las constantes de la serie. El aficionado a Brunetti no se siente defraudado; ahí está el comisario, un hombre tranquilo y juicioso que basa su investigación en el diálogo, la ayuda del inseparable Vianello y de la signorina Elettra y sus mágicas capacidades informáticas. El vicequestore Patta, el jefe, siempre propenso a servir al poder. Ahí está la entrañable familia Brunetti; Paola, profesora en la Universidad, Raffi y Chiara, los dos hijos adolescentes, y el conde Falier, padre de Paola, siempre útil para Brunetti por sus contactos en las altas esferas. Las maravillosas y copiosas cenas en casa de los Brunetti. Y ese escenario, peculiar en si mismo, que es Venecia, y que es la sociedad italiana. Y también la narración ágil, en tercera persona, caracterizada mucho más por el diálogo que por la acción, sin exceso de violencia.
Cada caso de Brunetti nos enfrenta a algún aspecto sucio y oscuro de la sociedad en que vivimos; en esta ocasión a la financiación de las guerras en el continente africano y la explotación de sus riquezas naturales, con el beneplácito y participación lucrativa de los gobiernos occidentales.
Cada caso de Brunetti nos enfrenta también a la realidad de Italia, donde lo natural para todos es evitar pagar impuestos, donde la burocracia se eterniza y hasta el honrado Brunneti debe recurrir a actos ilegales como las incursiones de Elettra en ordenadores y redes informáticas de bancos o ministerios para poder resolver los casos.
En Piedras ensangrentadas el tema de actualidad italiana que nos llevará al asunto de la venta de armas es el de los vu compra - lo que en España conocemos como top manta -, que en los años anteriores a la actual crisis económica se convirtió en el trabajo ilegal pero consentido - para evitar que delinquieran - al que se dedicaron los inmigrantes subsaharianos que, huyendo de la pobreza, desembarcaron por miles en las costas de los países del sur de Europa.
La muerte de uno de estos hombres por disparos de dos asesinos profesionales mientras vendía bolsos de marcas falsificadas a turistas norteamericanos es el caso al que se enfrenta en esta ocasión Brunetti. Rápidamente, Patta le da la orden de abandonar la investigación porque se va a ocupar de ella directamente el Ministerio del Interior. Naturalmente, Brunetti continúa con su investigación de manera discreta y acabará llegando a descubrir la relación entre la venta de diamantes africanos y la de armas italianas. Nada podrá hacer ni desvelar.
El seguidor de Brunetti disfruta de una nueva aventura en compañía de personajes que le son familiares y entrañables. Sin embargo, es posible que al lector que se le acerque por primera vez Piedras ensangrentadas no le ofrezca demasiado interés, le resulte una novela más. Da la impresión que las mejores novelas de las serie se encuentran ente las primeras y que después Donna Leon ha seguido administrando magistralmente una técnica y un esquema tan eficaces como previsibles que garantizan al aficionado a Brunetti una lectura agradable.
La serie Brunetti consta, hasta el momento, de veintidós novelas. Se inicia con Muerte en la Fenice (1992) y finaliza, por el momento, con El huevo de oro (2013). Seix Barral ha publicado todas ellas desde 1996. La serie ha sido llevada a la televisión en Alemania.
Donna Leon (Montclair, New Jersey, 1942) ha sido profesora, ente 1981 y 1999, en la sede de la Universidad de Maryland situada en la base militar norteamericana de Vicenza, cerca de Venecia, ciudad en la que vive. Gracias a Brunetti, Donna Leon es una de las escritoras de novela negra más reconocidas y exitosas en Europa. salvo en Italia, pues Donna Leon no ha querido que sus novelas se traduzcan al italiano.

martes, 17 de septiembre de 2013

Ivica Djikic, Soñé con elefantes

Matanza de Gospic. Octubre de 1991.
A finales de los años setenta algunos periodistas españoles, como Jorge Martínez Reverte o Juan Madrid, encontraron en la novela negra la manera de contar lo que sabían pero no podían publicar en sus revistas. Probablemente el periodista Ivica Djikic (Tomislavgrad, Bosnia-Herzegovina, 1977), llega a la novela por el mismo camino.
Así, en Soñé con elefantes (2011; Sajalín, 2013) Djikic se enfrenta a temas espinosos; la relación entre las más importantes instancias del Estado y la mafia y el crimen organizado en Croacia durante la guerra que desmembró Yugoslavia (1991 - 2001), y los crímenes y la "limpieza étnica" ejecutados por Croacia contra la población serbia.
Soñé con elefantes se estructura en diez capítulos y cada uno de ellos en tres apartados. En el primero de estos Bosko Krstanovic relata en primera persona su trabajo como miembro del Servicio de Seguridad Nacional, su colaboración con la fiscalía, su interés por investigar la muerte de Andrija Sucic - su padre secreto -. En la segunda es Sucic quien habla en primera persona y relata su vida desde que formó parte de la guardia personal del Presidente. En la tercera un narrador en tercera persona completa este relato polifónico hablando de los otros personajes de esta historia. La novela se cierra con la muerte y el entierro de "el padre"; el presidente Franjo Tudjman - al que siempre en la novela se nombra como el Presidente, pero nunca por su nombre -.
Importantes funcionarios del Estado comienzan a tratar con criminales en los años finales de la Yugoslavia comunista. Proclamada la independencia de Croacia y durante la guerra esa relación se pone al servicio del nuevo estado croata en un juego, siempre peligroso, de poder e intereses en el que la derrota suele pagarse con la vida. A Sucic lo que le cuesta la suya es haber decidido contar a la prensa lo que sabe.
Si el objetivo de Ivica Djikic es denunciar el entramado de relaciones entre Mafia y Estado, los crímenes de guerra cometidos por criminales profesionales al servicio del gobierno de Tudjman durante la guerra, etc., seguramente la estructura que ha elegido para su novela no sea la más adecuada puesto que crea dificultades de comprensión al lector - que se pierde entre los personajes - hasta que acaba de situarse y el relato resulta más impresionista que explicativo. Una denuncia de ese calibre hubiera requerido un relato menos confuso y más lineal. Si su intención era escribir una novela que resultara tan compleja de comprender como la historia y la realidad yugoslava (baste Djikic como ejemplo; de nacionalidad croata, bosnio de nacimiento, escribe en el periódico de la minoría serbia de Zagreb), entonces lo ha conseguido.
Los elefantes del título, que adquieren un valor metafórico en la novela. son los que se encontraban en una residencia presidencial en una isla croata y que años antes habían sido regalados a Tito por Indira Gandhi (esto no lo explica la novela) y a los que Sucic tomará un muy especial cariño.
Sajalín también ha publicado en 2011 la primera novela de Djikic, Cirkus Columbia (2004).

martes, 10 de septiembre de 2013

Dan Wells, No soy un serial killer

No soy un serial killer (2009; Planeta, 2012) tiene un comienzo interesante. John Wayne Cleaver, un chaval de quince años, nos anuncia que en su pequeño pueblo del Medio Oeste se produjo una cadena de asesinatos. El chaval vive sólo con su madre; el padre se largó de casa y envía regalos por Navidad desde paradero desconocido. Su madre y la hermana gemela de ésta regentan la funeraria del pueblo. John ayuda en la funeraria, que está situada en la planta baja de su casa; está habituado a ver la muerte de cerca desde pequeño. Además, su afición favorita es saberlo todo sobre los asesinos en serie (como para otros a su edad puede serlo saberlo todo sobre los grupos de heavy metal). Original. Para colmo, John va al psicólogo porque algunos de sus rasgos lo hacen un potencial sociópata. Y de ahí a asesino en serie hay un paso.
Y unas sugerentes palabras finales que nos animan a leer la siguiente novela; los actos más terroríficos los cometen personas normales - "como yo", dice John - porque no les ves venir.
Entre el comienzo y el final, un relato, de estilo sencillo y ágil, en el que John se enfrenta a su monstruo interior (su faceta de potencial asesino) y se enfrenta también al asesino que está aterrorizando el pueblo, con la intención de acabar con él y evitar que mueran más inocentes. Más allá de que quizás hubiera resulto el caso antes y con menos peligro grabando con una cámara de vídeo los crímenes que presenció y remitiendo la grabación a la policía, salvo que uno sea aficionado al género de terror, la novela pierde interés al resultar que el asesino es el demonio, que se oculta bajo la piel inocente de uno de los vecinos.
Hubiera podido ser una buena novela criminal o un buen thriller psicológico, pero como relato de terror tampoco es que deje al lector sin poder dormir. Nada del otro mundo, aunque puede ser una lectura interesante para adolescentes que empiezan a aficionarse a la lectura literaria. No soy un serial killer no pasará a la historia de la Literatura, pero quizá sí a la de los bestsellers; John, naturalmente, tiene su propia web. La serie se continúa con Mr. Monster (2010)  y No quiero matarte (2011). En España las dos primeras novelas han sido publicadas por Planeta en 2012 y la tercera en 2013.
Dan Wells nació en Utah en 1977. Es un escritor especializado en los géneros de terror y ciencia-ficción. La biografía que nos ofrece Planeta parece reveladora.

martes, 3 de septiembre de 2013

Ivan Doig, Una temporada para silbar

Una escuela unitaria.
En 1957, cuando la Unión Soviética toma la cabeza en la carrera espacial poniendo en órbita el Sputnik, Paul Milliron es Inspector de Educación y se le ha encomendado, de acuerdo con los nuevos planes gubernamentales, la labor de clausurar las escuelas rurales de Montana. Con esta misión llega a la casa, ahora abandonada, en la que se crió. Acude entonces a su memoria el curso de 1909 – 10, cuando tenía trece años, que resultó trascendental en su vida. Su padre, recientemente viudo, con tres hijos - de los que Paul es el mayor –, decide contratar un ama de llaves que ponga un poco de orden en la casa. La llegada al pueblo de Rose, esta ama de llaves, y de su hermano Morrie, al que pronto el destino convertirá en el nuevo maestro, personajes extravagantes en el mundo de los colonos, cambiará la vida de todos para siempre en aquel año – pasa una vez en la vida – en el que el cometa Halley cruzó los cielos de Montana.
Los recuerdos de Paul nos trasladan a la vida, a principios del siglo XX, cuando en los caminos las carretas se cruzan con los primeros Ford T, de los colonos del Oeste americano, que lo dejaron todo, o huyeron de su pasado, buscando una vida si no mejor al menos distinta, convirtiéndose en agricultores de secano o cazadores de lobos. Y nos llevan también a la vida en las escuelas unitarias – como aquella en la que Paul se educó y a la que debe lo que es, como esas que ahora debe cerrar – en las que un maestro enseñaba cada mañana a niños de ocho cursos distintos en un mismo aula. A principios del siglo XX la mitad de los niños estadounidenses asistían a este tipo de escuelas. En 1910 la enseñanza ya era obligatoria hasta los catorce o dieciséis años en treinta Estados.
Una temporada para silbar constituye uno de esos relatos en los que al lector le resulta tierno acompañar al protagonista en sus vicisitudes. Una novela bien construida cuya lectura entrañable nos habla también del valor de los secretos y de la importancia de saber guardarlos.
Ivan Doig, nacido en Montana en 1939, es autor de una decena de novelas, todas ambientadas en el Oeste, especialmente en Montana, de las que Una temporada para silbar (2006) y Verano en English Creek (1984) – Libros del Asteroide, 2011 y 2013 respectivamente – son las únicas traducidas al castellano.
Tenéis aquí el comienzo de la novela.
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